Tucumán y el debate por el sistema electoral. Scioli y sus complicaciones. Las encuestas y el camino hacia octubre.
Domingo 30 de agosto de 2015
Lo que dejó Tucumán
La crisis política que se desató en aquella provincia abrió un debate entre el oficialismo y la oposición acerca de los mecanismos electorales. La reunión de tres los de los candidatos presidenciales en el Hotel Sheraton de la Ciudad de Buenos Aires, el miércoles pasado, instaló la agenda de la modificación del mecanismo de votación. Las editoriales de este domingo reflejan esa discusión.
En Página12 Horacio Verbitsky escribe que “Esa conferencia de prensa, la del día siguiente en el Congreso y las actividades de los días previos y posteriores a la votación tucumana, mostraron una voluntad nítida de deslegitimar el proceso político electoral”.
Agrega que “salvo Macrì, quien aparece como el gran beneficiario de esa entente, el resto se preocupó por advertir que no se trataba de un acuerdo electoral (…) si los resultados de octubre homologaran los de las PASO, en noviembre sólo disputarían la presidencia los primogénitos del empresario radical José Scioli, que integraba el equipo de recaudación de fondos de Raúl Alfonsín, y del constructor peronista Franco Macrì, quien hizo educar a su Pibe por la UCeDé”.
Por su parte, Eduardo Van der Kooy, en Clarín afirma “aquellas elecciones sirvieron para arrancar, tal vez, la última de las máscaras a la década ganada. El modelo económico y la inclusión están bajo fuego por los fuertes desajustes y la revelación de cifras de pobreza en la Argentina. Según el Observatorio de la UCA crece desde el 2011 y abarca a más del 40% de niños y adolescentes (…) Tucumán repuso con crudeza esa realidad. Permitió incluso remitir a imágenes de la década infame, que comenzó en 1930 con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen (…) Así observado, el colapso del ciclo kirchnerista asomaría estructural”.
El columnista del diario que esta semana cumplió 70 años al servicio del poder, agrega que “la oposición tomó tanta conciencia de toda aquella debilidad que produjo un milagro circunstancial. Juntó a Macri y Massa con los radicales y Margarita Stolbizer (…) El encuentro no fue lo más trascendente. Sí, en cambio, la decisión de plantearle un nuevo reto público al pejotismo y al kirchnerismo: buscar una manera más confiable de votar en las presidenciales”.
En La Nación Morales Solá, por su parte, agrega que “un fiscal opositor vale entre 3000 y 4000 pesos. Es el precio que cobra para traicionar a su partido e irse a su casa antes de la firma de las actas, al final de un día de elecciones. Las actas las toma luego el Correo Argentino y los jóvenes cristinistas que lo pueblan cambian los números (…) Antes de que los fiscales opositores se vayan, pasaron ya por las urnas argentinos que recibieron una bolsa de comida o una cantidad de pesos para votar de determinada forma. O se había cometido el menor de los pecados: el robo de boletas del opositor más temido. Sólo falta que voten los muertos”.
Sin embargo, es un rapto de sinceridad, el periodista agrega que “la culpa es del oficialismo, pero sólo en una medida mayor. Toda la dirigencia política consintió un sistema de votación viejo y tramposo. ¿Por qué no hizo de su modificación una bandera esencial cuando había tiempo para cambiarlo?”. La respuesta es simple. Porque lo usaba para sus armados electorales.
Gente “linda”
Horacio Verbitsky ayuda a ilustrar algo más de la podredumbre del régimen tucumano. Señala que “para las elecciones provinciales la oposición acató el mandato de unificar fórmula, que encabezó el radical José Cano seguido por el intendente peronista de la capital, Domingo Amaya. Cuando el concesionario de automóviles y empresario sojero José Alperovich prefirió que lo sucediera su ex vicegobernador Juan Manzur (el peor ministro de Salud en los doce años del kirchnerismo), Amaya pegó el salto al vacío de la oposición unificada. La operación no fue concebida por Amaya, ex gerente del hotel Metropol, donde Alperovich solía reposar de sus fatigas, sino por Gustavo Alfaro, un egresado del Liceo Militar y, como Manzur, miembro del Opus Dei”.
El dechado de “gente linda” se completa con “uno de los asesores de Cano en la Cámara de Diputados de la Nación (que) instigó a incendiar la casa de gobierno tucumana con bombas molotov, destruirla a palos y exigir nuevas elecciones (…) Nicolás Salvatore, quien en 2010 (…) fue denunciado por un grupo de alumnas de ciencias económicas, por haber escrito que les tomaría examen oral pero en grupo, porque la tenía extra large”.
Los regímenes políticos de las provincias tiene la marca de la decadencia. Sin embargo, esos gobernadores son un actor de peso no menor en la escena nacional. De allí la defensa “rabiosa” que hiciera Scioli de Alperovich.
En La Nación Jorge Fernández Díaz describe que Scioli “necesita apoyarse en la liga de gobernadores para acorralar a La Cámpora, pero esos señores feudales espantan a la sociedad y producen escándalos de fraude y represión. Necesita que la oposición siga partida e inarticulada, pero los esperpentos de Alperovich y Manzur logran unir a todo el arco institucionalista para elaborar proyectos comunes de fondo. Necesita ser políticamente correcto para conquistar a la clase media, pero su aliada Beatriz Rojkés, en la estela de la campaña "Ni una menos", sugiere que a la mujer golpeada "le encanta" el maltrato, puesto que en un matrimonio en el que hay agresión física "la violencia se da de a dos".
La represión que se ejerce pero no se ejerce
Verbitsky escribe que “la claridad con que el jefe de gabinete Aníbal Fernández desautorizó la respuesta represiva en Tucumán (exageró que si hubieran intentado tomar la Casa de Gobierno habría que haberlo permitido, e identificar y procesar luego a los responsables) no es contagiosa. Es desalentador que un retroceso inocultable respecto de la política fijada en 2004 por Néstor Kirchner, de no reprimir las protestas sociales o políticas, alcance también al gobierno nacional”.
Suena un tanto insólita la afirmación cuando, hace poco menos de un mes, los trabajadores de la Línea 60 fueron brutalmente reprimidos por Gendarmería. Una práctica que, a lo largo del 2014, fue recurrente contra los trabajadores y trabajadoras de Lear. Todas esas represiones fueron defendidas a capa y espada por Sergio Berni que, ahora, “criticó” la de Tucumán.
Encuestas
En Página12 Raúl Kollman escribe acerca de un sondeo publicado por la encuestadora Aresco. Señalan que “la fórmula del Frente para la Victoria (FpV), que integran Daniel Scioli y Carlos Za- nnini, se impondría por diez puntos a la de Cambiemos (Mauricio Macri-Gabriela Michetti) si las elecciones fueran hoy. El FpV conseguiría algo más del 40 por ciento mientras que Cambiemos superaría por muy poco el 30. La distancia llama la atención, si se tiene en cuenta que el oficialismo viene de semanas en que el menú de las noticias desplegadas por los medios fue más bien adverso, empezando por las inundaciones, la muerte del joven en Jujuy y las turbulencias por las elecciones en Tucumán (…) uno de los grandes motores del oficialismo es la opinión manifestada por los consultados sobre su situación económica personal y familiar: más del 57 por ciento considera que está bien o muy bien”.
Por su parte, Clarín publica hoy una encuesta encargada a Managment & Fit, que establece los siguientes números: 39,3% para Scioli, 31,2% Macri y 18,3% para Massa. El editorialista Ricardo Kirschbaum comenta “la retención del electorado adicto a Massa ha dejado la foto como hace tres semanas, no hubo un corrimiento en favor del gobernador de Buenos Aires o del jefe de Gobierno porteño. La polarización tan mentada no se ha verificado todavía (…) si las cosas siguen como hasta ahora (…) habrá segunda vuelta”.
En Página12, el consultor, entrevistado por Kollman afirma que “por ahora, Massa conserva su lugar, aunque diría que su posición es frágil (…) puede trazar un par de hipótesis. Que Massa se mantenga, en cuyo caso Scioli tendrá que buscar los diez puntos de diferencia con el segundo para ganar sin balotaje, porque le resultará muy difícil llegar a los 45 puntos. La otra hipótesis es que Massa caiga muy fuertemente. En ese caso, Scioli tendrá la chance de buscar los 45 puntos. Hay que decir que Massa se mantiene y se presenta claramente haciendo propuestas. En eso se diferencia de Macri.”
El sciolismo bajo fuego
El editor de Clarín señala que, después de las últimas semanas, en el oficialismo se tomaron varias “decisiones de campaña: Aníbal a boxes, solo pidiendo el voto para Scioli para evitar resistencias entre los intendentes; Alperovich elegido para comerse el desgaste del bochorno tucumano, incentivado por la represión policial y la permanente incontinencia verbal de su esposa, la senadora Rotkjes; Manzur, a la sombra hasta que pase el chubasco. Y lo más importante: Scioli exhibiendo mayor autonomía de la Casa Rosada. El candidato necesita eso”.
No es el único en diagnosticar en ese sentido. Julio Blanck afirma que “el candidato necesita con urgencia sumar votantes que no eligieron al kirchnerismo como su primera opción electoral. Es una tarea complicada. Y más si se considera que Scioli extremó la kirchnerización de su discurso en el camino a las PASO (…) Quizás considere necesario despegarse un poco de esa relación carnal. Por ahora no lo ha hecho. A no desesperar: siempre hay tiempo. Aunque cada día que pasa queda menos tiempo”.
Para crecer en votos hacia octubre, Scioli necesita avanzar en la Provincia de Buenos Aires. Allí están todos apostando sus fichas. EL mismo periodista agrega que “es inevitable sentir cierto aroma a traición en la Provincia (…) Hay un dato emergente de las PASO bonaerenses que encendió todas las alarmas: en casi 100 de los 135 municipios de la Provincia los candidatos a intendente sacaron más votos que Scioli. En promedio fue casi un 10% más. Puede decirse que obedece a que en las peleas de comarca todos los candidatos movieron todo lo que tenían. Igual es una mala noticia para Scioli: no le sobra un solo voto, más bien le están faltando, y algunos se le escurren de entre los propios (…) Esto es peronismo en tiempo de definición electoral. Todos se conocen. Nadie confía en nadie”.
A pesar de sus peleas hacia octubre, a los candidatos de los partidos patronales lo une una agenda común. Con matices y discursos distintos, todos rindieron examen ante el gran capital norteamericano. La izquierda aparece cada vez más nítidamente como la única variante política ligada a los intereses del pueblo trabajador.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.