Sábado 15 de noviembre de 2014
El techo y las paredes amenazaban con caerse en cualquier momento. El mal olor era intenso. Hacía calor y había viajado apretada en el transporte público y, por eso, pude dejar de pensar en las condiciones físicas de mi lugar de trabajo para ir a comprar una gaseosa al kiosco. Abrí mi billetera y recordé que era otro mes en el que no me habían pagado lo que deberían.
En el medio de toda esta escena, donde, como cualquier laburante iba saltando mentalmente de una preocupación a otra acudiendo, muchas veces, a la resignación para no padecer la bronca de trabajar en condiciones insalubres, de ver a unos pocos llenarse los bolsillos a costa de las necesidades del resto, otro tipo de opresión que me capturó, se hizo presente.
“Para mí esa gente está enferma”, “no es normal”, “me dan asco” fueron algunas de las frases elegidas por compañeros de trabajo en referencia a personas de la comunidad LGTBIQ.
Es un claro ejemplo que la precarización, la explotación y la discriminación laboral van de la mano con la homolesbotransfobia. Son todos conceptos hijos del mismo sistema capitalista y patriarcal que absorbe incluso a quienes exigen mejores condiciones de trabajo en un pensamiento heteronormativo y machista que obstruye la visibilización de que la lucha por la liberación debe ser total.
Fue después de una breve discusión que salí a tomar aire y mirar la estación llena de gente, donde tantas veces despedí en secreto a otra chica después de ir al cine, después de haber pasado la noche… Y enfurecí pensando que hay gente que tiene la impunidad y el orgullo de reivindicarse funcional a quienes nos oprimen, y nosotrxs trabajadorxs gays, lesbianas, trans, del conurbano y del interior, muchas veces nos vemos en la presión de ocultar ese orgullo y esa determinación de haber elegido como queremos vivir y a quién queremos amar.
Se anunció la salida del tren. Una nueva ola de gente emprendió viaje y con ellos, pero no en ese tren, con un boleto de ida en la mano, yo decidí hacer también un viaje: el de salir a la calle a pelear por mis derechos como mujer, como lesbiana y como trabajadora.
Guillermina