En Septiembre del 2014 los estudiantes politécnicos fuimos punta de lanza en las movilizaciones, protagonizando la lucha en defensa del Politécnico y de la educación pública.
Miércoles 5 de octubre de 2016
Hace 27 años el Politécnico tomó las calles por última vez. Parecía que a la juventud politécnica se le habían acabado las ganas de luchar. Derrotas como las del 2012, donde se aprobaron recortes al presupuesto aleccionaron al movimiento, en fin, “no se podía hacer nada” contra las imposiciones de las autoridades a diestra y siniestra: modificaciones a tal o cual reglamento, tecnificación de los planes y programas de estudio, entrada del modelo por competencias.
Recuerdo que todo estaba en calma, me encontraba en tercer semestre de la carrera de Mecatrónica en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), asistíamos a clases y de ahí a descansar. De vez en cuando una fiesta, de vez en cuando un “ESIME entró en paro”. Nada nuevo bajo el sol.
Asistí junto con un compañero a una asamblea de profesores en ESIME Zacatenco, discutían acerca de su proceso de basificación, participamos, dimos un saludo solidario, y recuerdo muy bien lo que dijimos: “que habíamos estudiantes que pensábamos que apoyar a los maestros en sus demandas era pelear por mejoras en la educación”. Pintamos una mampara de Zacatenco mostrando nuestro apoyo. Después, a clases, no había nada más que hacer.
Días después nos enteramos que la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) Zacatenco había entrado en paro. Resulta que se había implementado un nuevo Plan de Estudios, de manera antidemocrática, sin consulta y por debajo de la mesa, como siempre se había venido haciendo. Tras unos días de paro, los estudiantes de la ESIA resolvieron convocar a una asamblea de estudiantes politécnicos a las puertas de su escuela.
El 24 de septiembre cerca de 2000 estudiantes nos dimos cita a las afueras de la ESIA, una noticia sacudía al conjunto de la asamblea, en la madrugada de ese día se habían aprobado en sesión extraordinaria del Consejo General Consultivo (CGC) modificaciones al Reglamento Interno del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Era la entrada de la Reforma Educativa al Politécnico. Se hicieron brigadas por escuela para ir a cada plantel del Politécnico a difundir información, repartir volantes, hacer mítines. Se acordó una marcha que partiría de la Plaza Roja a Dirección General en Zacatenco para entregar el pliego petitorio, que contenía tres puntos:
• Derogación de las modificaciones al Reglamento Interno.
• Cancelación de los planes de estudio de las vocacionales.
• Derogación del plan de estudios de la ESIA Zacatenco.
La marcha fue enorme. Montevideo, aquella aburrida avenida, estaba repleta de jóvenes que compartían el hartazgo a las imposiciones de las autoridades. #TodosSomosPolitécnico fue la consigna que nos unió a miles de estudiantes: miles de carteles improvisados, cientos de banderas guindas, un mar de gente.
La marea guinda daba el primer aviso, que no estábamos dispuestos a la tecnificación de nuestra educación, no estábamos dispuestos a aceptar un reglamento así porque sí, no estábamos dispuestos a tener una postura pasiva ante el desmantelamiento del Instituto. Así defenderíamos nuestra Institución y defenderíamos la educación pública. La rabia de los estudiantes aumentó cuando la directora, Yoloxóchitl Bustamante Díez, declaró públicamente: “Quienes marcharon no son estudiantes”. Peores palabras no pudo haber pronunciado.
Llegamos a las puertas de Dirección General, como se tenía pensado estaban cerradas, las autoridades “no se encontraban en ese momento”. Después de muchas discusiones se decidió que entraría una comisión de dos representantes por escuela. De mi escuela, UPIITA, marchamos alrededor de 40 personas, en una improvisada asamblea se decidieron los dos representantes. Se decidió que un amigo y yo entráramos a la comisión a escuchar lo que se decía para después convocar a una asamblea en la UPIITA.
El viernes 26, hubo asamblea en la Unidad, casi 800 personas acudieron, participación tras participación se denunciaba el intento de tecnificación de la educación y de la probable incorporación de las vocacionales al Sistema Nacional de Bachillerato. Se decidió que aprovecharíamos el fin de semana para informarnos y el lunes llegaríamos a decidir las acciones y la posición de la escuela.
El lunes, aún con los intentos de las autoridades de entorpecer la asamblea, se tomó la decisión de entrar en paro de 5 días y acudir a la marcha del día siguiente.
La marcha del 30 de septiembre tendría como destino la Secretaría de Gobernación, pues decían que Osorio Chong había invitado al diálogo a los politécnicos.
El pliego petitorio se había aumentado, se exigió la destitución de Yoloxóchitl, efectiva desincorporación de los CECyT’s de la Reforma Integral a la Educación Media Superior, la salida de la Policía Bancaria e Industrial, aumento del presupuesto destinado a la educación, entre otras. A la movilización asistimos miles y miles de politécnicos pero también compañeros de otras escuelas que se solidarizaban con la lucha, entre muchos de ellos mis camaradas del Movimiento de los Trabajadores Socialistas.
En palabras de una de mis compañeras:
“Al concluir la marcha en gobernación y ante el rumor de que Chong saldría a ‘dialogar con los alumnos’, mis compañeros improvisaron una manta con la leyenda ‘Chong, ¿Dónde están los normalistas de Ayotzinapa?’.
En ese momento no se tenía conocimiento de casi nada, no sabíamos ni siquiera cuántos eran los desaparecidos. A pesar de que algunos asistentes rechazaron nuestra acción por resistencia a que se ‘politizara’ el movimiento, conseguimos llegar hasta adelante. Chong salió y después de fingir que respondía a las preguntas de los alumnos, no nos pudo seguir ignorando.
Jamás voy a olvidar su cara cuando vio la manta, y su respuesta tan hipócrita: ’Ya los estamos buscando’. Hoy sabemos que todo fue un cálculo político para no dejar, efectivamente, que el movimiento se politizara, que lo que estaba tratando era contener lo que probablemente veían venir”
Esa fue la marcha más grande del movimiento Politécnico. La toma de las escuelas duró casi 3 meses. Las muestras de apoyo eran incontables y constantes. Recuerdo muy bien que, en la marcha del 30 de septiembre, sobre Reforma, en un edificio en construcción, los trabajadores detuvieron su labor para mostrar su apoyo con pancartas improvisadas: “Gracias estudiantes por luchar.”
Además, a lo largo de los tres meses de paro, pobladores de alrededor de las escuelas nos regalaban víveres y provisiones, según sus propias palabras: “El Politécnico no perdería por hambre”.
Empezó a sonar mucho en las escuelas que la solución al conflicto se daría mediante un Congreso. Muchos de mis compañeros discutíamos, parecía que solo buscan desgastar el movimiento y dejar “para luego” las demandas de los Politécnicos. Al día de hoy parece que esto se está comprobando, la mayoría de las demandas siguen sin ser resueltas y el dichoso Congreso Nacional Politécnico no tiene para cuándo.
La pregunta sigue en mi cabeza: ¿Si el Politécnico no se hubiera aislado del movimiento que exigía la aparición con vida de los normalistas, y se convertía en punta de lanza de un proceso que cuestionara al régimen en su conjunto, en qué condiciones nos encontraríamos ahora?
Dos años después aún no hemos ganado nada, y aun exigimos la aparición con vida de nuestros 43 compañeros. Me alegró ver en la última marcha del 26 de septiembre estudiantes del Politécnico que siguen organizados y que cuestionan las condiciones deplorables en que se encuentra el país, el aumento a la represión y la violencia del Estado en contra de quienes nos organizamos.
Pero no hay que olvidar que el Politécnico tiene una deuda histórica que saldar: el 2 de octubre del 2014, la gran mayoría de los estudiantes politécnicos no salieron a marchar, por miedo a que el movimiento se “politizara”. Hoy está claro que el movimiento es político y que para lograr que se cumplan nuestras demandas hace falta que nos apostemos a forjar una alianza con los sectores en lucha.
Ya decía un compañero:
“Construyamos pues, dentro del IPN, una juventud, ligada a la lucha de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que salga a luchar con una política para vencer, porque necesitamos estar organizados, por miles, con un programa revolucionario, que busque destruir de fondo el sistema que perpetúa la miseria para las grandes mayorías.”
Justo en esa perspectiva es que los que integramos la Agrupación Juvenil Anticapitalista y somos estudiantes en el IPN, invitamos a que se organicen con nosotros para impulsar una Juventud Anticapitalista que se apueste a agrupar a miles de jóvenes para enfrentar los ataques a la educación.