La historia de una mujer trabajadora que el lunes pasado intentó viajar en el ferrocarril Roca, que une La Plata con Plaza Constitución, junto con sus hijos. Todos estaban contentos, a pesar de pagar $16, de viajar en el nuevo servicio rápido, pero la alegría resultó ser la antesala de una pesadilla impensada.
Jueves 30 de julio de 2015
Verónica es una de las tantas enfermeras que trabaja en el conurbano prácticamente de lunes a lunes, muchas veces sin descanso alguno, turnándose en sus dos trabajos para llegar a duras penas a fin de mes. Las vacaciones de invierno ya se había devorado su primera semana y los hijos de Verónica todavía no habían podido disfrutar un día junto a su mamá; los días de ella no conocen de vacaciones de invierno para estar con sus hijos. Fue así que, a pesar de su agotamiento, decidió pasar su primer día de descanso con sus hijos y para ello organizó un viaje a La Plata para visitar el bosque, el zoo y el Museo de Ciencias Naturales.
Los chicos estaban impacientes por ver los esqueletos de los dinosaurios, y con todas esas ganas a cuestas salieron temprano de su casa, ubicada en Lanús, preparados para soportar las casi tres horas que entre ómnibus y trenes los separaban de su esperado destino. El paseo no pudo ser mejor en el día soleado que les había tocado a Verónica y sus hijos; la suerte parecía jugar de su lado, hasta que la hora del regreso terminó en una gran pesadilla.
Contando los últimos pesos y queriendo terminar el paseo con todo, Verónica optó por sacar boleto en el tren rápido que justo salía de La Plata, a pesar de que salía $16, es decir 3 veces más que el pasaje normal. La ilusión duró poco.
El famoso tren rápido del ministro Randazzo aguantó poco en su recorrido, rompiéndose cuando pasaba por arriba de un puente. Sus pasajeros, entre ellos Verónica y sus hijos, no solo se vieron obligados a quedarse arriba del tren roto durante un par de horas, sino que cuando fueron socorridos fueron regresados nuevamente a la estación de La Plata. Allí, ante la falta de respuesta de los responsables, estalló la bronca de los pasajeros mientras esperaban en la oficina de Informes. Verónica se puso al frente de los reclamos y sufrió golpes por parte de un policía que se encontraba en el lugar; la bronca de todos los pasajeros estalló, todos la defendían.
Pero la historia no terminaba ahí: cuando consiguen subirse a un tren común para emprender su nuevo viaje hacia Plaza Constitución -para esto ya habían pasado casi 4 horas después de haber iniciado el viaje anterior- subió al tren la policía ferroviaria amenazando con detener a Verónica para que no haga denuncia alguna contra el policía que la golpeó. Los pasajeros volvieron a defenderla y los patoteros desaparecieron. Para entonces, el segundo viaje de regreso recién empezaba y no solo todavía quedaba muy lejano el hogar de Lanús, sino que también las alegrías de aquel día de vacaciones habían quedado muy atrás. Es un ejemplo claro de la situación indignante que sufren miles de usuarios ante las calamidades del servicio ferroviario. Y si querés denunciarlos como hizo Verónica, solo te responden con golpes y amenazas. Así funciona la “revolución ferroviaria” de Randazzo.