Sobrevivió a la ESMA y nunca dejó de pelear contra la impunidad de ayer y las violaciones a los derechos humanos de hoy.
Lunes 13 de julio de 2020 14:21
“Nuestro compañero, nuestro hermano.... Te llevaremos en nuestros corazones hasta la victoria! Gracias Cachito por tu inalterable compromiso. ¡Que orgullo tenemos por vos!”. Así se expresaban sus compañeras y compañeros de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos tras conocerse la penosa e inesperada noticia del fallecimiento de Enrique Fukman, uno de sus miembros fundadores.
Inmediatamente, las muestras de afecto y solidaridad para con ellos y por la memoria de Cachito se multiplicaron en las redes sociales, tanto de militantes y camaradas de lucha como de organismos de derechos humanos con los que transitó largas décadas.
Su ausencia se sintió estos cuatro años, y cada 24 de marzo, aniversario del golpe genocida, es ineludible recordarlo.
Tenía 59 años. Sobrevivió a la tortura, al cautiverio y la desaparición en la ESMA se fue antes que muchos milicos. Y sin despedidas.
Militante de Montoneros en los 70, el 18 de noviembre de 1978 fue secuestrado y llevado a la ESMA. Allí fue duramente torturado. En febrero de 1980 lo liberaron. Fue testigo del Juicio a las Juntas en 1985 y en los tres juicios sobre los crímenes en la ESMA, luego de la reapertura de los juicios en 2004.
Junto a varios sobrevivientes como Adriana Calvo o el “Sueco” Lordkipanidse vieron la necesidad no sólo de juntarse sino de organizarse desde esa particularidad, “haber sobrevivido” y querer seguir luchando contra la impunidad y la represión, tomando como batalla central en ese momento el juicio y castigo a los genocidas.
Los Ex Detenidos Desaparecidos dieron una dura batalla política e ideológica contra la estigmatización que significaba sobrevivir al presunto “por algo fue”, plantándose contra el Estado y las Fuerzas Armadas, únicos responsables de la vida y de la muerte dentro de los siniestros centros clandestinos de detención. Sobrevivieron para seguir luchando, como él mismo decía.
Fue testigo en el Juicio a las Juntas en 1985, atestiguó en 1997 ante el juez Baltazar Garzón y fue querellante en la causa contra Ricardo Miguel Cavallo en España. Jugó un rol clave como testigo y querellante, siempre como luchador denunciando sistemáticamente en la cara misma de sus torturadores, las atrocidades cometidas por los genocidas.
Años después fue parte activa de la lucha docente y participó de la Carpa Blanca, en 1997, durante el final del menemismo.
Un tipo intransigente, que a pesar de los grandes intentos del Estado por cooptar y quitarle la independencia a los organismos de derechos humanos, desde el gobierno de Alfonsín hasta hoy, se mantuvo manteniendo los principios de independencia política y de lucha.
Fue uno de los impulsores del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia que organiza las marchas y actos cada 24 de marzo, un conjunto de organismos y organizaciones políticas independientes de los gobiernos y el Estado.
Gran organizador y articulador político en el marco de las muchas diferencias políticas que surgen siempre.
Con esas diferencias se convivía y se enriquecía la lucha política. Durante el kirchnerismo siempre estuvo junto a un gran grupo de sobrevivientes y organismo denunciando el doble discurso oficial, denunciando la represión que muchísimos callaban y denunciando el espionaje ilegal del Proyecto X, de la Policía Federal, de la ex SIDE y de Milani.
Estuvo al frente de la lucha por la aparición de Jorge Julio López, de cuya desaparición se cumplirán diez años el 18 de septiembre. El año pasado, en el noveno aniversario, fue parte de la Audiencia Pública en el Congreso Nacional en la que se reclamó la urgente apertura de los archivos y la diputada Myriam Bregman presentó un proyecto de ley en ese sentido. Pocos días antes, Cachito había sufrido un accidente automovilístico mientras trabajaba. Pero nada le impedía estar en el lugar “que debía estar”.
La denuncia del Proyecto X que encabezó nuestra compañera Myriam Bregman lo tuvo a Cachito como uno de los principales impulsores.
En primera fila estuvo contra la represión durante el conflicto de los despedidos de Lear, como lo estuvo la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Elia Espen. No era fácil estar ahí a riesgo de soportar los palos y los gases de Sergio Berni y el gobierno de Cristina Fernández.
Denunció la represión y al genocida César Milani. No dudó en viajar a cualquier punto del país a defender a compañeros detenidos o en lucha. Recientemente viajó a Tierra del Fuego junto a Alejandrina Barry, Nora Cortiñas, Elia Espen y otras personalidades de organismos de derechos humanos. Unos días antes estuvo también en Jujuy, donde compartió el viaje el compañero del CeProDH Matías Aufieri.
El repudio a la criminalización de la protesta social era una de sus obsesiones. Así fue que encabezó el enfrentamiento al Protocolo represivo de Patricia Bullrich y el macrismo.
En la pelea por encarcelar a los civiles de la dictadura, acompañó a Alejandrina Barry en su causa contra Editorial Atlántida.
Un documental lo tiene entre sus protagonistas: Esma. Memorias de la resistencia, del Grupo Boedo Films y ContraImagen, donde relató su cruda experiencia en cautiverio, junto a testimonios de otros de los sobrevivientes.
Y si se habla de ESMA, fue junto a la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, un acérrimo opositor a la creación de un museo donde había funcionado uno de los más terribles centros de tortura y exterminio.
ESMA. Memorias de la resistencia [Contraimagen + Grupo de Boedo Film] Duración: 64 minutos 2011 from tvpts on Vimeo.
Cachito Fukman, como los 30 mil, estará presente ahora y siempre.
¡Ahora y siempre!
Podés leer la nota completa: Hasta siempre, Cachito, uno de los imprescindibles
Podés leer la nota completa: Hasta siempre, Cachito, uno de los imprescindibles
Reproducimos el comunicado del Encuentro Militante Cachito Fukman
En julio de 2019, un grupo de militantes de derechos humanos conformó el movimiento “Encuentro Militante Cachito Fukman”. A continuación, el comunicado a cuatro años del fallecimiento de su compañero de lucha.
13 de julio 2020: Cachito vive en las luchas
Enrique Cachito Fukman fue militante en todas y cada una de las embestidas por más mínima que fuera contra los sectores desfavorecidos, siempre en alerta contra el capitalismo, junto a la clase obrera. Su temprano compromiso con los intereses del movimiento obrero lo plasmó en la organización Montoneros, lo llevó a resistir a la dictadura genocida en los pasillos, capucha y recovecos del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, ESMA, Escuela de Mecánica de la Armada, y al salir del campo de concentración, continuó su militancia como estudiante, como docente, y por los derechos humanos hasta el último rincón donde fuesen violentados.
La voluntad de Cachito era infinita, reflejo de su compromiso indoblegable.
4 años sin la presencia física de Cachito, tan necesariamente indispensable. Por ello fue que no dudamos en el nombre cuando decidimos crear un espacio de construcción, en el que confluyeran las reivindicaciones, las luchas políticas y sociales, y por supuesto la utopía.
En estos 4 años continúa la protesta social contra los abusos y desmanes de las fuerzas represivas del Estado, que se suman a las heridas abiertas de Darío y Maxi, Jorge Julio López, Silvia Suppo, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Luciano Arruga Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, de pueblos originarios, de los adolescentes de Monte y tantos otros, y en estos últimos tiempos, Luis Espinoza, Lucas Nahuel Verón… y reclamando aparición con vida de Facundo Astudillo Castro. El gatillo fácil del Estado, mientras permanecen los actores principales de la impunidad, Berni entre ellos.
En estos 4 años han aumentado las víctimas del feminicidio y las víctimas de la trata.
Ha cambiado el gobierno. Y seguimos reafirmando que los organismos de derechos humanos tienen que tener independencia gubernamental que legitime realmente el sentido de la defensa de los mismos, y que jamás puedan estar delineados por ningún funcionario, ni dirigido por ningún cargo político gubernamental. Los derechos humanos no pueden estar encorsetados jamás ni en líneas políticas partidarias, ni en subvenciones, ni en edificios cedidos espuriamente para la resignificación de los centros clandestinos detención, tortura y exterminio. La defensa de los derechos humanos la portan luchadorxs como Cachito Fukman.
4 años que continuamos estableciendo la calle como el lugar fundamental del reclamo popular, y que seguimos transitando por la nulidad de la ley antiterrorista, el uso de las pistolas Táser, y por supuesto por la inmediata apertura de los Archivos de la dictadura, con la que se resolverá casi automáticamente qué pasó con nuestros 30.000 compañerxs en manos de las fuerzas genocidas con la complicidad activa de socios civiles, empresariales, etc. La apertura pública y desclasificación total de los archivos permitirá asimismo saber dónde están lxs nietxs que aún faltan por recuperar y quiénes se apropiaron de ellxs. No es una cuestión de puertas, es una cuestión de voluntad política inmediata para romper el candado de impunidad que permitieron todos los gobiernos postdictatoriales guardando los secretos de los genocidas.
En la campaña de apertura de los archivos, estaba Cachito.
4 años en que seguimos exigiendo la reforma judicial, para que no se cargue más en las espaldas de lxs sobrevivientes el curso y desarrollo de los juicios, y se acaben las medidas procesales benefactoras antagónicas a los aberrantes delitos cometidos, cuya naturaleza no tolera las libertades domiciliarias y otros beneficios carcelarios. La inactividad del Poder Judicial, sigue actuando como garante de la impunidad de los genocidas.
4 años que nos cuesta andar sin Cachito porque extrañamos su decisión y su ternura, y porque así como él se cargaba con las banderas y los palos que fueran necesarios, también queremos llevar a Cachito con los valores de la solidaridad y la generosidad, los valores de la lucha de los 30.000 detenidxs desaparecidxs que luchaban por un mundo mejor, por el socialismo, como apostaba Cachito Fukman, y por el que brindaba en cada oportunidad, “por la vida”, y agregamos, y por la tuya Cachito Fukman, que nos desafía en ser mejores.
En la construcción de la memoria colectiva, el respeto y la defensa de los derechos humanos, sin ningún tipo de dudas, está el nombre de Cachito Fukman, ese compañero que la hacía más fácil, que no se doblegaba con derrotas, que escuchaba con el corazón, y hablaba y sentía siempre como pueblo, al que nunca abandonó.
Cachito vive en las luchas.