La tensión entre la imagen desnuda de los cuerpos que dialogan con los entornos urbanos de La Habana es lo que nos llamó la atención de la obra de Enzo Valdés. Instantáneas urbanas, “arte de guerrilla”, aquí y allá, de una ciudad que parece detenida en el tiempo pero que contiene el pulso de una juventud que late en su devenir. En tiempos de pandemia nos tomamos un recreo para hablar con este joven fotógrafo.
Lunes 6 de abril de 2020 18:47
¿Querés contarnos quién es Enzo Valdés?
Pues un niñato de 23 años testarudo, skater desde niño, antiguamente inconforme y acomplejado con mi propio cuerpo.
¿Cuándo y Por qué empezaste a realizar fotografías?
Empecé con la fotografía cuando tenía unos 16 años a través de mi madre y con un poco de influencia por parte de mi abuelo paterno, que como aficionado a la fotografía reportó su paso por la guerra de Angola. Pero empecé a usar la fotografía como recurso expresivo hace 2 años; utilizando el cuerpo, sobre todo el cuerpo masculino, intentando romper tabúes y estereotipos sociales con respecto al mismo. También es una manera que encontré para expresarme y aceptar quien tú eres, y expresárselos a los demás.
¿Cómo definirías tu obra?
Mi obra está definida y enfocada en un matiz social y con ella trato de expresar mi inconformidad y descontento con las cosas que suceden a mí alrededor tanto como en aspectos políticos y sociales, como en lo personal.
Trabajas con el cuerpo desnudo en espacios urbanos ¿Querés contarnos un poco más sobre esa relación?
En un principio la relación entre los espacios públicos y el cuerpo depende de lo que trate de expresar. En la serie “Caminando por La Habana” 2018 deje plasmado “el papel escenificado por los personajes con el fin de exponer una sociedad vulnerable, carente de principios y temerosa, materialista, necesitada, desgastada, vulnerable y desestimulada desde un punto de vista generacional”. También lo uso como espacio alternativo al no tener estudio o espacio privado y eso a su vez genera descubrir el espacio público, la vida social lo que sucede en la calle, es como un juego conceptual entre el cuerpo con el espacio, es descubrirlo.
En tu obra “La Isla de las Imágenes” ¿estás desafiando al Museo Nacional de Bellas Artes de arte Cubano?
Esa obra es alusión a una muestra que se hizo en el Museo a 180 años de la fotografía cubana, que llevaba ese nombre “La isla de las imágenes”, en el que la convocatoria no fue abierta a todos, más bien se invitaron a aquellos fotógrafos de renombre como Raúl Corrales, René Peña entre otros, dejando fuera a muchos exponentes nuevos. Un poco la obra habla de ello.
¿Cuál es tu relación con las Instituciones del Arte en la isla? ¿Qué opinión te merecen estás instituciones?
Creí hasta cierto punto que si quieres ganar algún tipo de reconocimiento artístico en la isla, pertenecer a una institución puede ayudarte (a poder ser partícipe de estos eventos) y que de lo contrario, no. Con respecto a las escuelas no tengo que decir ya que no he estudiado en ninguna de estas, la formación que he adquirido han sido a través de talleres fotográficos.
Las oportunidades de exposiciones en galerías del gobierno son muy limitadas porque ponen muchos requerimientos y las curadurías están basadas en lo que expresa el decreto constitucional #349, que de alguna manera determina que es arte y que no. Las galerías privadas dan un poco más de oportunidad pero en mi opinión son un poco elitistas aunque dan muchas más oportunidades y son mucho más alternativos y atrevidos.
Por otro lado existen proyectos alternativos que dan espacio a diversos artistas como el de El Barrio de San Isidro por los Perugorrias que le han dado oportunidad y empujón a la cultura del graffiti en La Habana , para devolver la belleza al barrio que se encuentra bastante derruido o como el proyecto del Arco de Belén que es un joven proyecto fotográfico dirigido por jóvenes artistas independientes que le abren las puertas a todo tipo de manifestación artística para que pueda expresarse, llevan adelante muestras de fotografía, danza, música , termina siendo como una pequeña “Fábrica de Arte”.
¿Cuál es tu visión sobre el arte contemporáneo en Cuba? ¿Hay lugar para lxs artistas jóvenes?
En Cuba existe un talento oculto y reprimido generacionalmente. Un arte increíble con ideas completamente revolucionarias a lo que nos han inculcado como arte desde pequeños, mucho de éste ha sido censurado o discriminado por la conformidad de la isla y las instituciones gubernamentales las cuales por decreto constitucional (#349) deciden y consideran que es arte y que no lo es o como lo llaman (acciones contrarrevolucionarias) limitando la libertad de expresión mientras no transgreda los valores sociales y morales de “la revolución”. Lo que esto lleva a que los espacios y proyectos artísticos estén limitados y muy regulados por el Gobierno.
¿Creés que el arte urbano es una expresión que se está desarrollando en la isla?
Creo que el tema del arte en Cuba y sobre todo el graffiti se resume en la misma problemática que te comentaba de las instituciones. Creo que con el graffiti le hablas de frente al pueblo a las calles, a los adultos y a los niños y esto lo considero genial, que se vayan sumando más a la misma causa así el pueblo va adquiriendo cultura y de alguna manera embellecen una ciudad destruida por el tiempo.
La obra de Enzo Valdez habla por sí sola por la propia potencia de las imágenes, el tácito diálogo entre el cuerpo y el espacio. La desnudez sacada del ámbito de lo privado para volverla pública. La desnudez como parte de lo humano, de todos y todas. Identificación. El “arte de guerrilla”, que aparece y toma el espacio para hacerlo nuestro, vivo, cuestionado, re significado para estimular nuestras retinas, pero también para pensar que revolucionar es posible incluso dentro de viejas revoluciones.
