Don Carlos lleva años vendiendo cubanitos en Carlos Paz. En la temporada turística el municipio le dejó un móvil con dos agentes de policía para controlar que no los ofrezca en su lugar habitual: el semáforo de Pellegrini y Av. Uruguay.
Viernes 10 de febrero de 2023 18:53
Carlos Paz en esta época del año se encuentra llena de turistas, lo cual es normal en temporada alta, y por más que haya crisis económica, el turismo nunca falla, los veraneantes dejan en la Villa millones de pesos por día, según datos oficiales, en enero el gasto diario fue de $15.000 por persona sumando gastos de alojamiento, comidas, recreación y otros.
En medio del gentío y como casi todas las tardes, pasé por el semáforo de Pellegrini y Av. Uruguay para comprarle a mis niños unos ricos cubanitos de don Carlos, quien los vende allí hace muchos años para poder comer, ya que su único ingreso es la mísera jubilación mínima, esa que ahora quieren ajustar aún mas, pero me encontré con una escena inesperada: junto a él un móvil de la policía municipal y dos agentes, y a don Carlos con un cartel que decía “Cubanitos clausurados”. Al rato volví y me contó que el municipio, de un día para el otro, le prohibió seguir vendiendo sus cubanitos y hasta le dejó un móvil con dos agentes para vigilar que don Carlos no vuelva a sacarlos a la venta, por lo que consiguió su cartelito y ahí está él, desde hace varias tardes contándole a todos sus ex clientes lo que sucedió y cómo el municipio ya no le deja vender su puñado de cubanitos, con la esperanza de que así “algunos votos les va a sacar al gobierno en las próximas elecciones”.
Esta situación sucede todos los días en muchos lugares turísticos de Carlos Paz, los vendedores ambulantes que quieren ganarse unos pesos para paliar mínimamente la crisis, tienen que caminar las costaneras, los balnearios, la terminal y otros lugares de forma furtiva, escondiendo sus pancitos caseros o el producto que vendan para que no los detecten los municipales y les quiten sus productos y, peor aún, les labren un acta por desacatar la ordenanza que prohíbe esta actividad, que dicho sea de paso es una ordenanza del año ´87 y uno se pregunta: estos partidos políticos que se presentan con aires de “modernidad”, ¿se olvidaron de revisar las ordenanzas que atrasan más de treinta años?
Toda pregunta tiene su respuesta: El ojo del turista dirá que no es tan así, ya que de hecho sí existen algunos vendedores ambulantes o en puestitos improvisados, sobre todo de churros y bolitas de fraile, pero les cuento que ellos no son independientes sino peones de una sola distribuidora que sí puede vender en la calle, es decir que la ordenanza pareciera que se cumple a dedo, para algunos vale y para otros no.
Todo esto, en este contexto de altísima inflación, de jubilaciones de miseria, de ajustes despiadados que termina pagando el pueblo, incluyendo la quita de planes sociales, deja en evidencia lo perverso del sistema, que no te da soluciones pero tampoco te deja trabajar ni de forma precarizada, como es el caso de los vendedores ambulantes, los artistas callejeros y otros, que son demonizados por el municipio y por los empresarios gastronómicos y turísticos amigos del poder, aduciendo que les quitan clientes, justo ellos que con ese pretexto son los que superexplotan a trabajadores, escondiéndolos en los depósitos cuando hay controles o pagándoles solo con la propina de la jornada, mientras se enriquecen a costa de los precios irrisorios que le cobran a los turistas, y a costa de la híper precarización laboral que hay en esos rubros, donde la Municipalidad, Ministerio de Trabajo y sindicatos fueron naturalizando esas condiciones para los centenares de pibes y pibas que van en busca de subsistencia, formación laboral, etc. y se encuentran en estas condiciones.
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Este problema que ya tiene larga data y que siempre es noticia la pelea entre algún vendedor y algún trabajador municipal en esta época del año, que es donde más se endurecen los controles, no se trata de mirarlo en torno de quien tiene razón, no se trata de contraponer trabajador contra trabajador, demonizando a uno u a otro.
Se trata más que nada de analizar el carácter del Estado, en este caso el municipio, en la cual las leyes son favorables a un sector parasitario de la ciudad que son los empresarios que lucran a costa de nuestro sudor y mucho mas en temporada turística donde no solo se quedan con el trabajo producido por las y los jóvenes trabajadores de la villa, sino también con las ofertas alternativas y populares que tienen para ofrecer los vendedores ambulantes si nos ponemos a comparar también los altísimos precios que cobran los locales, sobretodo en la gastronomía, a los turistas.
Resulta evidente que el problema de fondo es estructural, donde el sistema está muy degradado y corrompido, y los que deberían legislar sólo se preocupan por hacer negocios y recaudar y, por supuesto, los pobres y sus malabares para subsistir no están en su agenda.