Un poeta de voz inconfundible, una música elevada, señales características del cantautor uruguayo que durante décadas nos ha traído emotivas y bellas canciones populares desde una posición contestataria, impregnados sus versos de poesía.
Lunes 27 de marzo de 2017 18:18
Pasados ya más de 40 años de los procesos dictatoriales en el Cono Sur, Viglietti con sus 77 años a cuestas, cuando se le pregunta acerca del rumbo de Latinoamérica afirma en una entrevista brindada a Página/ 12 horas antes de sus últimas presentaciones en febrero pasado en Caras y Caretas: “Yo tengo solamente una voz, y es complicado contestar una pregunta tan polifónica como ésa. ¿Canto los agudos de Cuba o los graves de Haití? ¿Nombro la prisión de Milagro Sala en Jujuy o el crimen impune de Ayotzinapa, en México?”.
Así, comprometido con su arte, como hace décadas, el pasado viernes 24 de marzo estuvo presente en un cálido saludo que llevó a la cabecera de la Marcha convocada por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, en el aniversario por los 41 años del genocidio perpetrado por los militares en nuestro país. Mientras se veía en pie una bandera roja que proclamaba "Basta de impunidad en Uruguay", en manos de la Comisión de Uruguayos en Argentina, detrás de aquella que sostenían sin descanso denunciando "Son 30.000. Fue genocidio" las Madres, los ex detenidos, los familiares, nietos recuperados como María Victoria Moyano Artigas y tantos otros, allí también estaba Viglietti, en una jornada de lucha junto a los mismos que hace un tiempo supieron encontrarse del otro lado del charco para inaugurar el Espacio de la Memoria, en la ciudad de Mercedes, donde guitarra en mano, entonó frente a los presentes aquella creación, la tan sentida canción que lleva el título: “Gurisito”.
“Niño, mi niño,
vendrás en primavera,
te traeré.
Gurisito mío,
lugar de madreselvas
te daré.
Y aunque nazcas pobre,
te traigo también:
se precisan niños
para amanecer”.
Aquella canción que tiene una historia y un significado especial en la vida de María Asunción Artigas, canción que cantaba mientras permanecía detenida en el Centro Clandestino de Detención de Pozo de Banfield poco tiempo antes de dar a luz a Victoria y que hoy ella recuerda y es parte de su historia, la de sus padres, Alfredo y Mary, desaparecidos en el marco del Plan Cóndor, y de quienes aún no se sabe su destino. Así lo dan a conocer los testimonios de los compañeros que compartían el lugar de detención. Tanta fue la importancia de esta canción de Viglietti que es parte del documental “El Robo”, estrenado recientemente, el que relata vivencias de tres generaciones recientes de mujeres a través de la historia de vida de María Victoria.
Ver El Robo aquí
El trovador Daniel Viglietti, nacido en una familia de músicos, a sus veintitantos se abocó luego de una gran formación musical, a la música popular. La obra del músico siempre envuelta en las luchas populares del país vecino y latinoamericana, nos dejó canciones canciones emblemáticas como "A desalambrar", "Canción del hombre nuevo", "Declaracion de amor a Nicaragua", "A una paloma", "Esdrújulo", "Che por si Ernesto" y "Esta canción nombra", por citar apenas algunas.
En el marco de la represión desatada en Uruguay previo a la dictadura militar del año 1973, por el gobierno de Juan María Bordaberry, Viglietti es preso un año antes, al igual que miles de uruguayos. Liberado gracias a la solidaridad del pueblo y a una gran campaña internacional apoyada por figuras de la talla de Miguel Ángel Asturias, Julio Cortázar y Jean Paul Sartre, entre otros, más tarde, como otros cantores populares, tomó el camino del exilio. Se radicó en París, Francia, durante once años, antes de su fugaz paso por nuestro país.
Así fue como continuó su carrera de compositor e intérprete, realizando paralelamente una amplia actividad internacional, llevando a través de su canto la denuncia a la impunidad reinante por aquel entonces en Uruguay y el resto de los países latinoamericanos, donde también continuaba realizando un arduo trabajo como periodista.
Su exilio termina con su regreso a Montevideo en septiembre de 1984, donde fue recibido por miles de personas en un recital que recuerda como "el más emocionante en 40 años de carrera". Desde entonces editó y reeditó numerosos trabajos entre los que se destaca, en particular, el titulado A dos voces con Mario Benedetti en 1985, reflejo de numerosos recitales realizados junto al gran poeta uruguayo durante el exilio compartido por ambos.
Porque como bien sabemos y en una de las estrofas más conocidas de sus canciones, hay que seguir desalambrando, con la urgencia de hacer un mundo más justo y de no olvidar todo lo que vivimos en el pasado.