Los salvajes eran muchos y porfiados, parecía que nunca se cansaban cuando peleaban, no tenían miedo a morir, parecía que una vez muertos seguían peleando desde otra dimensión. Un gran problema para la tan anhelada Paz en la Araucanía.
Martes 12 de marzo de 2019
Por Rogelio Gaete Fernández
Es marzo en Curacautín del 2019. Nos resistimos a despedir el verano y sus tardes soleadas. Entre sol y lluvias suaves, que nos recuerdan cuan fría, lluviosa, oscura y apacible es nuestra existencia, en estas tierras; retomamos la vida comunal.
Estudiantes con buzos y pelos coloridos se preparan para un prometedor y abrumador año escolar. Volvemos a reconocer caras de antaño, dando por terminada la temporada turística, con una gran Fiesta de la Cerveza y el Matique, donde el Himno Comunal nos recuerda “que mundo más tranquilo de vivir, para sonreir”.
En otro contexto, profesores y autoridades, huasos, varias instituciones y entusiastas curacautinenses esperamos y preparamos nuestro mejor despliegue para que el día 12 del mismo mes, el desfile de aniversario de la comuna resulte como todos los años, magnífico.
Todo es hermoso durante el 12 de marzo, es una gran celebración, no es para menos, este 2019 se cumplen 137 años desde que el General de Brigada del Ejército de Chile, Gregorio Urrutia Venegas en 1882, realizara el acto heroico de fundar el Fuerte de Curacautín, y que según cuenta la leyenda, significaría “Piedra de Reunión”, en idioma mapuche.
En aquel entonces, Nuestro Curacautín, era también conocido con otro nombre, “KONTUÉ” (Entrada) y posiblemente, KURÁ KONTUÉ (piedra de entrada).
La leyenda también cuenta, que en aquellos años, se llevó a cabo un gran e importante “KAWÍN” (reunión), entre los representantes de la comitiva encabezada por Urrutia y los dueños de casa, representada por jefes mapuche como Quilape López, Mateo Colipi, Huentecol Cheuquepán y Benancio Huenchupán, quienes aceptaron, como cuenta la leyenda “sin problemas”, la instalación de un fuerte, algo así como una RUKA con guardias para detener a los mapuche enemigos, y soldados argentinos que pretendían usar kontué (Entrada) como vía y lugar para realizar actos
terroristas en contra del “interés nacional”.
Por esos días, todo era paz por estas tierras, pero de esa paz a la fuerza de carabinas, sin embargo, ya quedaban muy pocas amenazas. Una espléndida y eficaz campaña de Pacificación, que se había estado desarrollando desde hacía ya dos décadas en la Araucanía, había logrado anular la violencia de los “salvajes” que se resistían a vivir como los chilenos les “ofrecían”, y es que los salvajes eran muchos y no aprovechaban y trabajaban la tierra, como los países modernos debían hacerlo, era necesario que se les enseñara, ya que tenían un gran potencial y de seguro serían unos muy buenos trabajadores del campo, quizá mucho mejores que los rotos de la zona central.
Los salvajes eran muchos y porfiados, parecía que nunca se cansaban cuando peleaban, no tenían miedo a morir, parecía que una vez muertos seguían peleando desde otra dimensión. Un gran problema para la tan anhelada Paz en la Araucanía.La solución comenzó a llegar cerca de 1881 con eficaces campañas a lo largo del Cautín, gracias a que todos los salvajes más salvajes decidieran unirse y pelear por millares. Millares y millares atacaron, millares y millares y no ganaron, millares y millares flotaron y bajaron por el cautín hasta el mar; se llevarían con ellos también las ganas de resistir.
La desolación que se respiraba era agobiante, no quedaban ganas de resistirse al destino que la fuerza mortal imponía, Curacautín se instala en Kontué y kurakontué se transformó en Curacautín, Wallmapu en Araucanía y con ello desapareció, un modo de vida, un sistema político ancestral y un orden social basado el respeto hacia la tierra y todo lo que en ella habitaba.La tierra, la MAPU,aquella de la cual todos los CHE (Seres Vivos) son parte de un ITROFILMONGEN (Biodiversidad), y donde el ser humano, también MAPU CHE, habita dentro de ella.
Muchas cosas desaparecieron, pero otras muchas también llegaron, como la propiedad de la tierra, algo nuevo para el MAPUCHE. Anteriormente, Castilla, luego el Imperio Español y posteriormente, sus hijos, los criollos patriotas chilenos, alardearon, ante otros estados, de poseer, sin embargo, nunca antes lo habían conseguido verdaderamente. De pronto la MAPU tuvo dueño, y el 12 de marzo de 1882, KONTUÉ MAPU y WALLMAPU con todos los CHE que le habitaban, también tuvieron dueño, el ESTADO DE CHILE.
Se crearon las provincias, de MALLECO y CAUTIN, y el Dueño y Señor de la Tierra, el Estado de Chile, tenía el poder absoluto de la distribución y comercialización de la Mapu, pero había un problema, más bien un detalle, que el Ejército de Chile, rápidamente solucionó, los salvajes vivían desordenadamente en muchas partes de la Mapu, lo que dificultaría la colonización, había que juntarlos para que todo fuese más fácil. Ahora todos los habitantes de Kontué estaban mucho más cerca uno de otro, al otro lado del Rio Blanco, a pocas cuadras de distancia de la Ruka de Urrutia
que, dicho sea de paso, se convirtió estrepitosamente en ciudad. Los mapuche de kontué estaban tan juntos que tendrían que aprender a vivir en menos espacio, con menos recursos y menos libertad.
Los Chilenos en Santiago estaban muy entusiasmados con el SUR, muchas familias emprendieron viaje, también muchos rotos, veteranos de la guerra del pacífico, todos querían vivir en el SUR, otros fueron traídos desde Europa y así, la propiedad de la tierra se convirtió en un motín reclamado a sangre y fuego entre colonos europeos, rotos y mapuche, por lo que fue necesario crear un Cuerpo de Carabineros y una Comisión Radicadora de Indígenas, y recién, después de repartir la tierra entre europeos, políticos, generales y hacendados chilenos, en 1907 los mapuche de kontué, que en ese entonces eran varios cientos, se les concede la propiedad de su reducto un “Titulo de Merced” de 190 hectáreas en el lugar que todos hoy conocemos como Corretué.
La historia de Curacautín ha sido repetidamente contada, desde un solo ángulo de visión, desde una misma orilla del río, la de los pacificadores y colonizadores, guardando bajo la alfombra todos aquellos sucesos injustos, provocados por un Estado y una sociedad comunal, a un pueblo mucho más antiguo, con un sistema político propio, un pueblo distinto al chileno, que fue usurpado, violentado, allanado.
La historia de Curacautín no puede ni debe ser contada sin la historia de
Kontué, Folilko o Collico y Hueñivales, ya que ellos, los verdaderos MAPU CHE (no los superhéroesde Rayen y Nahuelcura en la leyenda de los saltos de la Princesa y del Indio), continúan aquí, los verdaderos dueños de casa, ellos, quienes se han debido adaptar socialmente, un pueblo que jugó un papel importante en el desarrollo de la comuna, como mano de obra. Buenos obreros, empleados públicos y privados, surgieron de ellos, hoy buenos obreros turísticos.
También a ellos hoy 12 de marzo, deberíamos homenajear por su aporte al crecimiento de la comuna.
A 137 años de Curacautín en Kontué.
Kontué Mapu, Marzo de 2019.