Un relato sobre canciones y momentos. Recuerdos que aparecen, siempre acompañados de letras. Malvinas, el Mundial 86, Charly García y un freno apretado justo a tiempo.
Viernes 10 de mayo de 2019 11:37
Imágenes Renata Sister
De vez en cuando la mente hace conexiones impresionantes. Últimamente, muy seguido, despierto cantando una canción. La tarareo y tarareo hasta que la descubro. Después la googleo, pongo solo ese pedacito de letra que logro identificar y enseguida saltan título y autor.
Vuelvo a mí y pienso en mi máquina, que nunca deja de trabajar buscando y buscando entre los archivos las formas de expresar mi estado emocional. Esas conexiones no son caprichosas.
Este verano estábamos con Laurita, Maca y Claudio mirando el viento y la arena, solos en esa playa, hablando de la vida y “fumando un faso para despistar”. No sé qué habré dicho, pero posiblemente tuve un arranque filosófico, no muy profundo (o sí, depende de quién lo escuche) pero, seguramente, descriptivo de la situación que me estaba motivando mientras miraba las “nuevas olas que ya eran parte del mar”.
Laurita me dijo entonces uno de los piropos más lindos que me han dicho: “sos una canción con patas”. No recuerdo si estaba citando una canción o inventando una letra.
Hace un año volvía a casa, después de una noche larga. Manejaba, por las calles solitarias, los kilómetros que me alejan de la ciudad. Monotonía. Parpadeo. Abrí los ojos y me encontré de frente con una casa que quedaba cruzando el carril. Frené. Fue el instante de un parpadeo largo, no recuerdo. Tal vez debo admitir que me dormí. Pero frené justo.
Por días estuve deseando escuchar a El Mató. Bajé el último disco y lo puse en el pendrive. Lo escuché un montón de veces en el auto.
Estaba en un semáforo, en ese instante que es tuyo porque no estás pensando en el tránsito en sí, sino en esperar que se ponga en verde. De repente susurra la canción “no te duermas, todo el universo depende de eso”. Ja, justamente mi universo dependía de eso, de que no me durmiera.
Quiero escuchar muchas canciones y saberme todas las letras. A veces repito melodías de canciones en inglés. De chica me enseñaron a odiar esas canciones. Esa idea viene de la guerra de Malvinas y del mundial del 86. Es el discurso nacionalista, chauvinista, de los militares y del propio peronismo, funcional a un adoctrinamiento político de sectores burgueses, para disciplinar a la población.
Construyen un odio sin sentido hacia otro por su nacionalidad. Sin sentido para nosotros, pero lo tiene para ellos. ¿Cómo nos van a privar de conocer ese universo musical inmenso?
A pesar de negarme a aprender inglés en la infancia y de no haberlo internalizado como para poder comunicarme a través de ese idioma, creo que aprendí a comprenderlo, porque las canciones que tarareo las googleo, busco traducción y para mi sorpresa, sus letras expresan justo lo que estaba necesitando. ¿Cómo puede ser eso posible? Mi inconsciente sabe inglés.
Esta semana volví a Charly García, mi amor de la adolescencia. Desperté cantando “¿por qué te quedas en vía muerta? No sé por qué vas hacia ese lugar donde todos han descarrilado, ¿por qué no te animás a despegar?”
Miro a mi alrededor. La cama está deshecha, enredada de días de no dormir. Pero hace meses que tengo insomnio. Para bañarme doy mil vueltas. Y hace una semana tuve un ataque de ansiedad que ignoré.
Stop. Gracias, Charly