Un recorrido por la compleja historia de un par de canciones emblemáticas de la música bailable argentina.
Martes 25 de octubre de 2016
¿Crítica de la crítica?
Uno de los principales problemas de la crítica de la música es la rapidez con la que la misma se convierte en una crítica de la crítica. Para muchos autores clásicos (el arquetipo es Adorno), es difícil distinguir entre el canon, pensado éste como una selección histórica realizada por un grupo de personas, y la “música en sí”. Este error de base deriva muchas veces en concepciones extrañas del arte, elitistas y poco explicativas.
Quizás lo peor que han dejado este tipo de análisis es el énfasis en la originalidad. Es tan grande la confusión que ha generado un concepto tan ajeno a la idea de arte, que hay muchos autores que hablan de una “nueva” cultura del remix, del sample y de la apropiación de sonidos, como si esto no fuese un fenómeno viejo como la música misma.
Para una correcta crítica de la cultura, entonces, es necesario muchas veces reconstruir la historia de la misma, con una lectura que evite los prejuicios románticos que permean mucho de lo que se ha escrito sobre el tema. Si la originalidad del autor solitario era el concepto central de los Románticos, la imitación va a ser la óptica mediante la cual una imagen más correcta de la música pueda ver la luz.
Esto no va a impedir que la cuestión de la originalidad se descarte como concepto, sino que se va a tomar esta noción como derivada. Lo original no es lo que se crea ex-nihilo, sino que es algo genético, una historia en la que diversos elementos se transmiten a través del espacio y el tiempo para crear una expresión concreta.
Los caminos de la vida
Raggamuffin es un subgénero del reggae y el dancehall, iniciado en los años 80, en el que la típica instrumentación analógica de la música jamaiquina era reemplazada con sonidos electrónicos. Pero esta diferencia no alteró una tradición histórica de la música del país: que los productores generen riddims (pistas instrumentales) sobre las cuales canten diversos artistas. Un ejemplo lo podemos encontrar en Lala Bella riddim, de Donovan Germain y Tony Rebel:
Lo interesante de este riddim en particular, es que un par de años después sería utilizado por El Bandido, músico panameño y pionero del reggaetón, para el tema Yo soy tu Maestro. Pero esta canción fue conocida por el público argentino en una versión de Román Sivori (El Original), que a pesar de lo que su nombre artístico indica, es un músico que empezó su carrera realizando adaptaciones de viejos temas de reggaetón panameño al estilo de la cumbia local.
Es decir que la misma pista instrumental, del año 1996, fue sucesivamente adaptada a dos géneros distintos en el espacio de 10 años, “viajando” de Jamaica, a Panamá, a Argentina. La imitación va a ser central en este caso, dado que la pista instrumental en sus contenidos fundamentales se mantiene en todas las versiones. Sin embargo, existe en todas las versiones un componente original, dado por los distintos estilos y letras.
Otro caso relevante es el de Jerry Rivera, boricua, cantante de salsa, autor de Amores como el nuestro:
Esta canción se popularizó en Argentina en una versión de Los Charros, banda chaqueña, que en 1995 realizó un cover, con un estilo más cercano a la cumbia. Pero hay un detalle que la versión argentina no tiene: la introducción del tema original, que para muchos es reconocible porque fue usada en Hips Don’t Lie, de Shakira y Wyclef Jean. Efectivamente, el músico Haitiano había usado ese sample del tema de Rivera en una canción anterior, y después el mismo fragmento fue utilizado en la colaboración con la artista colombiana.
De donde viene la música popular
Estos casos, lejos de ser excepciones o ejemplos marginales, son una muestra del tortuoso camino que puede recorrer una canción, desde su concepción original a las distintas transformaciones sucesivas. Entender como es el funcionamiento del sistema, entonces, va a requerir la reconstrucción cuidadosa de esta historia, que nos va a permitir tener una imagen más clara de cómo se forma la música popular en la Argentina.
Lejos de los esquemas simples de música nacional / música extranjera, en los que la dominación imperialista se presenta como una imposición de un tipo de sonido, de un tipo de música, hay que empezar a pensar en una relación compleja, en la que los modos de transmisión son muchas veces opacos. Esto se nota sobre todo en la música que escapa al negocio más lucrativo de las multinacionales, que en la Argentina concentran sus miras en la comercialización del llamado “Rock Nacional” y la música Pop.
Una vez tomados estos recaudos, podemos apreciar varias cosas: Por un lado, que la música popular bailable argentina se nutre principalmente de música de Perú y del Caribe, muchas veces mediante la apropiación directa de temas y estilos de esos países. Esta influencia es generalmente despreciada en lecturas que dan demasiada importancia a Estados Unidos y el Reino Unido como formadores de gustos a nivel mundial. En particular, el rol de Jamaica es central para entender no solo la música popular argentina, sino también muchos desarrollos de la música mundial (de forma análoga a como la historia de la música de Ghana resulta fundamental para comprender la totalidad de la música popular Occidental del siglo XX).
Adicionalmente, para poder entender estas relaciones es necesario quitar el foco de la idea de originalidad: Guiándose por ese criterio, se genera una imagen incompleta, que no explica nada. Para poder entender todo el espectro del consumo y la producción de música, hay que dejar de lado estos conceptos, y reemplazarlos por una verdadera historia de esta forma de arte.

Nicolás Torino
Nació en Chubut en 1988. Estudiante de Ciencias Políticas, investiga y escribe sobre la historia del marxismo en China.