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No somos una hermandad. De escultura a estrella porno

Pornografía, arte y censura. ¿Existe el derecho a no ofendernos? Cortes de luz, clases de cine y los momentos de una vida.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Sábado 13 de mayo de 2023 00:00

Varios diarios registraron la visita de Hope Carrasquilla a la Galería de la Academia en la ciudad italiana de Florencia. Hasta marzo, Carrasquilla era directora de una escuela de Tallahassee (Florida) en Estados Unidos. La despidieron después de la queja de algunas familias porque mostraron la escultura del David de Miguel Ángel en una clase. El arte renacentista es parte del programa escolar, incluso de las escuelas religiosas, pero algunos padres dijeron que sus hijos e hijas no debían ver esas piezas porque eran pornografía (porque se trata de la escultura de un hombre desnudo).

El motivo del despido que comunicó la escuela fue no haber notificado con anticipación a las familias. Las autoridades dijeron que su decisión se basó en respetar la supremacía del derecho de los padres sobre la educación de sus hijos y no ofender sus sentimientos. El “derecho supremo” mencionado se inscribe en la ley estatal 1557 de Derechos de los Padres en la Educación del gobernador de Florida, Roy de Santis (conocida como la ley “No digas gay, que prohíbe hablar de contenidos relacionados con orientación sexual e identidad de género).

¿Quién dice qué es pornografía?

“Si hay algo que caracteriza por encima de todo a lo pornográfico es su naturaleza mutable, pues todo intento de abordar su definición está directamente condicionado, no solo por la subjetividad de quien observa, sino por el momento histórico en que se observa”. Esta síntesis es de Ana Valero Heredia y podés leerla en su libro La libertad de la pornografía (Serie Gong, 2022), en el que recorre la historia de la prohibición, la censura y otros debates relacionados.

Si seguimos esta idea, no existe una lista de producciones pornográficas sino que cada época, lugar y grupo de personas tendrá una definición diferente. Lo que probablemente tengan en común esos momentos, lugares y comunidades es que siempre estará en discusión qué se considera arte, cuáles son los límites de la libertad artística (si es que los tiene) y si es parte de la libertad de expresión. Entre sus reflexiones sobre lo que se considera obsceno y que ofende a la moral, Valero Heredia subraya la funcionalidad de esos conceptos a la intervención estatal. “La pornografía es obscena porque es moralmente corruptora y, para prevenirlo, el Estado está legitimado para prohibir el acceso a ella incluso a los adultos que así lo desean”.

VHS, nuevos debates y bienes jurídicos

Al mismo tiempo que la tecnología cambió la naturaleza de varios debates, como el de la censura, introdujo nuevos. Uno de ellos es la idea de “un nuevo bien jurídico a proteger frente a la libertad de expresión: los sentimientos subjetivos”. Volviendo sobre el argumento de la legitimación, la autora sostiene que si el Estado tiene legitimidad para prohibir “pornografía debido a un ‘supuesto’ daño, entonces puede prohibir otras formas de expresión”. Las comillas no son porque no considere válidos los debates sobre los daños potenciales (de hecho hay un capítutlo dedicado al argumento sobre la relación entre pornografía y aumento de la violencia contra las mujeres) sino por los términos de la discusión legal.

“Si bien las personas tienen derecho a no ser gratuitamente insultadas, no estando los meros insultos amparados por la libertad de expresión, no existe un derecho a no sentirse ofendido”. Me parece una distinción que puede sonar incómoda a primera vista, pero es bastante precisa para abordar discusiones actuales, que exceden la pornografía, como la adaptación de textos para no dañar la sensibilidad de lectores y lectoras.

Creo que no hace falta que aclare que cuestionar los argumentos para la censura de producciones artísticas, sean o no pornográficas (como parte de una represión más general de la expresión sexual), no invalida ninguno de los debates en el movimiento feminista sobre las condiciones en las que se produce pornografía y qué imágenes y discursos crea y reproduce esa industria. De hecho el libro dedica varios capítulos a estos debates, desde las sex wars (guerras del sexo) de fines de los años 1970 hasta las discusiones sobre la posibilidad o no de una pornografía feminista o géneros como el posporno.

Lo interesante del recorrido que propone Valero Heredia es que ofrece los argumentos de cada punto de vista, además de arrojar mucha luz sobre las complejidades legales. Encuentro en su propuesta de lectura una especie de “requisito” de no colaborar en legitimar (aún más) al Estado como censor, ya no en nombre de la moral sino de la sensibilidad. Como punto de partida, me parece un requisito aceptable y necesario.

Ficciones

Una escena de The Deuce (HBO) muestra a la feminista Andrea Dworkin y Eileen (un personaje de ficción interpretado por Maggie Gyllenhaal) discutiendo sobre si la mirada de una mujer puede incidir en la forma en que la industria pornográfica muestra a las mujeres. La serie transcurre mientras se masifica la pornografía gracias a la extensión del video y se metamorfosea el negocio de la prostitución en una Nueva York también en plena transformación urbana entre las décadas de 1970 y 1980.

En Minx (HBO), una periodista feminista busca inversores para su publicación The Matriarchy Awakens (El matriarcado despierta) y un editor de revistas eróticas y pornográficas busca nuevos contenidos. Juntos le dan vida a una alianza imposible durante la coexistencia de la segunda ola feminista estadounidense y la industria pornográfica. Minx no está basada en hechos reales ni agota todos los debates, pero retrata varias de las tensiones que atravesaban la sociedad entonces. Que sea una comedia no hace menos profunda ni menos seria la reflexión que propone sobre el alcance de algunos cuestionamientos feministas, como cuando vemos a las empleadas de la revista exigiendo igualdad en las condiciones laborales o el diálogo con las amas de casa de los suburbios sobre trabajo de cuidados y anticoncepción.

Cortes de luz, clases de cine y los momentos de una vida

En Francia, las trabajadoras y los trabajadores preparan un plan de “cien días de bronca” para continuar la lucha contra la reforma jubilatoria del presidente Emmanuel Macron. El sector de energía de la CGT francesa anunció que podría cortar la luz en varios eventos importantes como el festival de cine de Cannes. En 1968 un grupo de participantes tomaron las instalaciones porque consideraban que el festival “invisibilizaba la realidad que se estaba viviendo en Francia”.

Hablando de cine, Marcelo Hernández (docente e investigador de la Universidad Nacional de Luján y el Ceil- Conicet) escribió 5 décadas en 15 películas sobre el trabajo. En su libro destaca cómo el cine, además de mostrar la explotación, participa en la construcción de subjetividad, de cómo se ve a sí misma la clase trabajadora, cómo puede transformar las condiciones en las que vive y trabaja. Su recorrido incluye películas que pueden “ser parte de las resistencias a la naturalización del trabajo alienado como único destino para la clase trabajadora”.

Ida Vitale es un documental de María Arrillaga sobre la poeta uruguaya. La película reúne momentos en los que vemos a Ida ordenando una biblioteca, revisando cajas, recibiendo premios y analizando las actividades de una araña. En una escena Ida pasea por la calle mientras se escucha su voz diciendo “en la realidad son dos momentos. El momento en que uno lo vive y el momento infinito en que uno lo recuerda”. A veces monólogo, a veces diálogo o charla a medias, a veces conversación con un caballo. Siempre hay poesía, en sus disquisiciones sobre la lengua, sus comentarios sobre un concurso o las palabras que podés imaginar solamente con una letra. A los 99 años fue una de las invitadas de la Feria del Libro y el 3 de mayo estuvo en la proyección del documental en el cine Malba.

Bonus track. Hablando de la Feria del Libro, el sábado 29 de abril, estuve conversando con Tamara Tenenbaum y Laura Fernández Cordero sobre Precursoras del feminismo (Clave Intelectual) y Feminismos para la Revolución (Siglo XXI). Hablamos sobre las ideas del pasado que pueden servir como contraseñas para repensar el presente e imaginar el futuro.

Una versión similar de este texto fue publicado en el newsletter No somos una hermandad. Podés suscribirte a este y otros newsletters de La Izquierda Diario y El Círculo Rojo.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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