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Red Internacional
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Panorama Económico. De haber recuperación de la economía, será para unos pocos

Un freno al retroceso no significa una eliminación de los desequilibrios. El resultado depende en gran medida de la capacidad de la clase trabajadora de enfrentar los planes del gobierno.

Lucía Ortega

Lucía Ortega @OrtegaLu_

Domingo 24 de julio de 2016 00:04

Si estamos hablando de cuándo y cómo se daría una recuperación de la economía, significa que el primer semestre se habría verificado una disminución de la actividad. Y efectivamente, más allá de lo que cada uno de nosotrxs vio reflejado en su bolsillo, esto se verifica tanto en los datos oficiales de caída del producto y de distintos sectores de la economía como por los negados (por ejemplo en materia de empleo).

La pregunta que se abre entonces es si esa caída fue “producto de” las políticas económicas del gobierno de Macri, o “a pesar de” esas políticas. Pues bien, las dos cosas. Producto de las políticas como la devaluación, la quita de retenciones y las políticas monetarias, un sector de la economía ganó (incluso en un contexto de caída general). El agro, las finanzas, el sector inmobiliario. Incluso la construcción, en donde más despidos hubo, fue un sector que salió positivo en su ecuación de ganancias. En el resto de los sectores se mostró más crítico el retroceso, complicado también por el panorama desfavorable del aliado comercial brasilero.

En segundo lugar, a pesar de las políticas favorables a los capitalistas hay sectores que retrocedieron con muchas disparidades. Sin embargo, para evitar el impacto en las ganancias se intentó minimizar el perjuicio trasladando las pérdidas hacia la clase trabajadora, gracias al fuerte deterioro del salario real, un “logro” del gobierno macrista con la devaluación y los tarifazos, sumados a los despidos y las suspensiones. No obstante para muchas pequeñas y medianas empresas, más vinculadas con el mercado interno, el panorama fue sombrío ante la suba de costos. Por ellos el gobierno de Macri ensaya algunos amortiguadores que contengan el descontento, aunque claramente no es el sector privilegiado.

En ese sentido, lo que pasamos a preguntarnos es ¿de qué tipo de recuperación hablamos? Si hay algún freno al retroceso económico eso no significa una eliminación de los desequilibrios. Por el contrario, la economía va a seguir shockeada en el sentido de la profundización de las contradicciones estructurales que deterioran las cuentas externas y las cuentas públicas y que repercuten en las limitaciones hacia distintos sectores para reactivar la confianza en el consumo y la inversión.

Es decir, ¿va a haber una recuperación y un crecimiento del producto como el ciclo iniciado en 2003? No. Justamente, lo que estamos viviendo es el resultado de un ciclo que se agotó. Si la caída del producto no es tan pronunciada es gracias a que algunos precios de los productos primarios que exporta Argentina retrocedieron pero poco respecto de sus valores más altos. Sin embargo, otros elementos que permitieron el crecimiento ininterrumpido durante tantos años, sobre todo el salto en los años inmediatos a la crisis, llegaron a su fin o sobreviven raquíticamente.

Esto es, la “caja negra” del crecimiento de la economía fue un ciclo de ganancias extraordinarias basados en la caída del salario relativo por una devaluación estrepitosa junto a una recesión, los altos precios de los commodities (sobre todo la soja) y capacidad ociosa de la economía luego de la crisis de 2001. No fue el consumo lo que apuntaló el crecimiento, este factor jugó un rol importante en los últimos años para atenuar la desaceleración.

La devaluación del macrismo se da en otro contexto y tuvo un efecto limitado. Significó una gran transferencia de recursos al capital, y desde esta óptica fue una transferencia con cierto “éxito” desde el punto de vista burgués (pudo reducir los incrementos nominales de salario por debajo de la inflación), pero tuvo el inconveniente de que no pudo contener la inflación y la espiral de precios sobre el resto de los sectores de la economía, porque además las propias políticas como la quita de retenciones y el tarifazo presionaron la suba de precios. Entonces en ese sentido el éxito fue efímero y la inflación carcomió los efectos iniciales sobre el tipo de cambio real. Por eso un sector de la burguesía está pidiendo más devaluación y otro sector está reclamando cierta ancla relativa del tipo de cambio para evitar sus efectos inflacionarios.

El gobierno quiso hacer “como si” se trasladara de un modelo sustentado en el consumo a uno sustentado en la inversión. Pero no lo logró, por dos motivos. Primero, porque no pudo reducir el gasto público y el déficit fiscal como hubiese pretendido. Y en segundo lugar, y vinculado a lo anterior ante la imposibilidad de bajar los impuestos, porque tampoco pudo lograr un esquema que sea totalmente atractivo a la inversión. Para ello sería necesario avanzar más ofensivamente sobre el “costo salarial”, lo que actualmente significaría torcer la relación de fuerzas entre las clases conquistada desde el 2001. El avance del macrismo en este terreno fue suficiente para generar descontento en franjas de trabajadores, pero demasiado poco desde el punto de vista de la burguesía. El otro factor para ganar competitividad, la productividad, permanece muy por detrás de los países más avanzados, algo que el modelo kirchnerista no modificó.

La carta que le queda al gobierno es utilizar aquel elemento que dijo combatir, el gasto público, esencialmente en obras de infraestructura que sean un nicho de ganancias para algunos capitalistas amigos, en un contexto en que los recursos son cada vez más limitados. Lo que a su vez pone el grito en el cielo de los liberales preocupados por el giro “populista” que implica este factor. Por ello, el gobierno necesita favorecer al sector que le provee divisas, el sector primario exportador, y un nuevo ciclo de endeudamiento que hipoteque a futuro al pueblo trabajador, como se ve actualmente con el crecimiento de la deuda. Sumado a algo de reactivación del consumo que contenga la crisis mercadointernista y cierto reemplazo parcial de dólares de endeudamiento a través de la recaudación que se recoja con el blanqueo.

Lo único certero es que cualquier recuperación parcial de algunos sectores capitalistas en ningún caso contempla una mejora para la clase obrera en los planes del gobierno. El resultado final está abierto y depende en gran medida de la capacidad de enfrentar estos planes por el pueblo trabajador.


Lucía Ortega

Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.

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