Frente a una situación política crítica en Francia, la LIT/PSTU ha decidido respaldar la política conciliadora del reformismo institucional, incapaz de enfrentarse no sólo a la extrema derecha racista y xenófoba, sino a todo el régimen imperialista que la ha reforzado.
André Barbieri @AcierAndy
Domingo 30 de junio de 2024
La Liga Internacional de los Trabajadores, promovida por el PSTU brasileño, el MIT chileno y Corriente Roja en el Estado español, ha publicado un artículo titulado "Francia y las elecciones europeas: ¡peligro inminente!", que aborda su política ante las elecciones legislativas anticipadas en Francia. En su declaración, la LIT aboga por votar nada menos que al Nuevo Frente Popular (NFP), un conglomerado que une a partidos institucionales de centroizquierda de la burguesía con organizaciones reformistas, con el fin de derrotar electoralmente al Rassemblement National, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen y Jordan Bardella. [1]
El Frente Popular incluye organizaciones que son pilares de la Quinta República imperialista, como el Partido Socialista Francés del ex presidente François Hollande y Europe Écologie Les Verts (Partido Verde), que está llevando a cabo una política militarista en toda Europa. A ellos se unen el reformista Partido Comunista Francés (PCF) y el neorreformista La France Insoumise de Jean-Luc Mélénchon. La coalición resucita la NUPES (Nueva Unión Popular Ecologista y Social), con un programa aún más limitado, porque lleva a cabo la rehabilitación del muy desacreditado Partido Socialista. Está cargada de figuras de la derecha del régimen político, como Carole Delga, François Hollande o Yannick Jadot, e incluye a personalidades como el antiguo ministro de Emmanuel Macron, Aurélien Rousseau, que articuló la odiada reforma de las pensiones 2023 que sacó a millones de trabajadores a las calles de toda Francia.
En su declaración, la LIT afirma que "la llegada de la RN al gobierno sería desastrosa y nauseabunda: hay que evitarla". ¿Pero cómo? Sólo queremos hacer todo lo posible para contribuir a la movilización, porque no podemos fiarnos de los dirigentes del Nuevo Frente Popular". Sin embargo, a la hora de definir la política, anuncia: "Votemos al Nuevo Frente Popular el 30 de junio y el 7 de julio, evitando a los candidatos que han contribuido al actual proceso de fascistización. Abogamos por un apoyo electoral crítico e independiente. Sólo así evitaremos lo peor a corto plazo".
Frente a una situación política crítica en Francia, la LIT ha decidido avalar la política conciliadora del reformismo institucional, incapaz de enfrentar no sólo a la extrema derecha racista y xenófoba, sino a todo el régimen imperialista que la ha fortalecido. Esta falta de política independiente es tanto más grave cuanto que significa el apoyo político a un Frente Popular con partidos responsables de asegurar la gobernabilidad del imperialismo francés en las últimas décadas, con un largo historial de traiciones históricas a la clase obrera.
¿Frente Popular para "frenar" a la extrema derecha?
¿Frente Popular para "frenar" a la extrema derecha?
La derrota electoral de Macron en las elecciones europeas fue categórica. Su fuerza política solo obtuvo el 14,6% de los votos, prácticamente la misma cantidad que la coalición del Partido Socialista, diezmada en la escena política francesa. El presidente obtuvo menos de la mitad de los votos de la Agrupación Nacional (31,3%), que ganó a nivel nacional. Macron disolvió entonces la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas anticipadas, confiando en que el rechazo a Le Pen/Bardella reconstruiría el centro de poder que él manda en el Ejecutivo. Una apuesta fallida: Macron precipitó el hundimiento del bloque de centro, abriendo una vía al bloque de extrema derecha -que cuenta con el apoyo de figuras de la derecha tradicional, como el presidente de Los Republicanos, Eric Ciotti- y asistiendo a la formación del Nuevo Frente Popular.
La política macronista ha absorbido decisivamente muchos de los puntos del programa de la extrema derecha lepenista. La aplicación de la reforma de las pensiones contra las manifestaciones de millones de trabajadores, la represión y persecución de los manifestantes que defienden a los palestinos contra el genocidio sionista, la política de asesinatos de jóvenes negros e inmigrantes en las banlieues: todos estos factores, que tocan la lepenización de Macron, han contribuido a reforzar la extrema derecha.
Jordan Bardella, el ganador de las elecciones europeas en Francia por la Agrupación Nacional, ya ha garantizado que mantendrá la reforma de las pensiones de Macron y apoyará aún más la campaña de persecución sionista y represión policial. Le Pen, Bardella y la RN son los peores enemigos de la clase obrera y deben ser combatidos duramente.
Pero eso no significa que el Frente Popular sea un instrumento para combatirla -como cree la LIT-, cuyos partidos de centro han colaborado con todo el decadente régimen imperialista francés para aumentar el poder de la extrema derecha. Los que piensan que un triunfo electoral del Frente Popular significaría un estímulo para las luchas no prestan atención a la historia. Esta coalición pretende asimilar la inquietud y el malestar de las masas a las vías parlamentarias en crisis bajo el imperialismo, impidiendo que los sectores oprimidos se unifiquen en sus luchas.
Un gran ejemplo es el Partido Socialista. Desde los años 70, el Partido Socialista ha servido para canalizar institucionalmente el radicalismo surgido en el "68" y para consolidar el régimen imperialista de la V República desde su llegada al poder en 1981 con François Mitterrand y posteriormente con Lionel Jospin (1997-2002). En las últimas décadas, el PS ha desempeñado un papel central en la construcción de la Unión Europea, instrumento de las principales potencias imperialistas del continente, encabezadas por Francia y Alemania. Todos estos son elementos sobre los que la RN y su demagogia racista han prosperado, profundizando las divisiones políticas dentro de la clase obrera, que son un obstáculo central para el derrocamiento del capitalismo. Entre las innumerables traiciones de la primera mitad del siglo XX -una época de enfrentamientos entre revolución y contrarrevolución- cabe recordar, como sabe la LIT, que el PS formó el Frente Popular de 1936, junto con el PCF y el Partido Radical burgués, que impidió el triunfo de la oleada de ocupaciones de fábricas, allanando el camino a la Segunda Guerra y al régimen pronazi del mariscal Pétain.
Pero las cosas se concretan aún más cuando participa nada menos que Hollande como candidato estrella del Nuevo Frente Popular avalado electoralmente por la LIT. Hollande es una figura odiada por la clase obrera, cuyos ataques también han allanado el camino para el fortalecimiento del lepenismo. En 2013, el líder del Partido Socialista, que durante su campaña defendió la jubilación a los 60 años, amplió el periodo de cotización laboral a 43 años y adelantó la reforma de Macron. Nueve años antes de las actuales prohibiciones de manifestaciones en defensa de los palestinos contra el genocidio sionista, François Hollande fue el presidente de la represión de la solidaridad con Gaza en 2014, cuando el Estado de Israel lanzó la Operación Margen Protector. Durante su mandato, la policía cometió los asesinatos de Rémi Fraisse y Adama Traoré, que se han convertido en emblemáticos para el movimiento democrático que lucha contra la represión racista de las fuerzas del Estado. En 2015, Hollande se convirtió en el "presidente del estado de emergencia". El salto autoritario que inició y la ofensiva contra musulmanes y activistas que marcó ese oscuro año sentaron las bases de las políticas de Macron en este ámbito, quien en 2017 convirtió en ley muchas de las disposiciones del estado de emergencia de Hollande.
En 2016, François Hollande aplicó una brutal reforma laboral, considerada por expertos y activistas sociales como una ofensiva histórica contra los derechos de los trabajadores y los sindicatos, impuesta por imposición presidencial -utilizando el bonapartista artículo 49.3, que permite al Ejecutivo aprobar una ley sin pasar por la Asamblea Nacional-. Una vez más, la reforma laboral se aprobó mediante una brutal represión de los manifestantes, que más tarde volvió a inspirar a Macron.
La cosa no acaba ahí. En 2017, la "ley Cazeneuve", promulgada bajo el gobierno de Hollande, dio a los agentes de policía licencia para matar, una ley denunciada por muchos activistas antirracistas como responsable de las muertes de jóvenes como Nahel. No es de extrañar que el sindicato de la policial francesa enrolado en la CGT (una aberración) publicara recientemente un tuit defendiendo el programa del Nuevo Frente Popular frente a las acusaciones de "laxitud" en el tema de la "inseguridad policial". En particular, este sindicato que representa los intereses de la fuerza represiva del Estado elogió el programa del Nuevo Frente Popular por no hacer ninguna referencia al "desarme o desmantelamiento de los batallones de policía". Esto, por otra parte, no es un problema para la LIT, defensores históricos de la utopía reaccionaria de la "reforma" policial y de mejores condiciones "laborales" para los represores armados del Estado...
Esto forma parte del programa reformista institucional, perfectamente adaptado a los límites de la V República, que la LIT intenta embellecer haciendo una larga lista de promesas económicas del NFP que no se corresponden con los acuerdos ya elaborados por la coalición con las grandes empresas. ¡Invitados por la patronal concentrada más rica de Francia, organizada por el Médef (Mouvement des Entreprises de France), dos representantes del Frente Popular, Boris Vallaud (PS) y Eric Coquerel (LFI), intentaron tranquilizar a los monopolios capitalistas franceses apelando al "patriotismo económico" (!), bajo la forma de un llamamiento a la unidad nacional que alcanzó su clímax en boca del diputado socialista: "Salgamos del dilema "¿Debemos amar u odiar a los empresarios?" y, juntos, fundemos un nuevo pacto productivo, uniendo a los trabajadores, a los directivos de la industria y a los consumidores". ¿Qué clase de lucha contra la extrema derecha se puede hacer apoyando a candidatos que se arrodillan ante los mismos patrones que están enamorados de los lepenistas de extrema derecha? La LIT debería saberlo, ya que en sus propias palabras admite que el programa que apoya actualmente se inscribe en el "marco del capitalismo imperialista francés y de la Unión Europea".
Hay un factor adicional detrás del apoyo de la LIT al Frente Popular, que es su apoyo a la política militarista francesa en la reaccionaria guerra de Ucrania. La LIT dice, en tono elogioso, que el NPF "apoya a Ucrania contra la agresión rusa, en particular ‘suministrando las armas necesarias’". De hecho, el Partido Socialista y los Verdes son algunos de los principales partidarios de la participación de Francia en los esfuerzos de la OTAN, que ahora dirige logística y militarmente el campo ucraniano, bajo el liderazgo de Estados Unidos, contra la invasión reaccionaria del gobierno bonapartista de Vladimir Putin. Si realmente existiera en Francia -que no es el caso- la LIT estaría defendiendo, bajo la bandera del Frente Popular, la política imperialista de Europa del Este, que utiliza el justo rechazo de la agresión rusa para militarizar Ucrania e incorporarla a la OTAN.
Los acuerdos electorales del NFP, pactados por La France Insoumise de Mélénchon, ofrecen un amplio margen de crecimiento para la influencia del Partido Socialista, tras recibir 100 circunscripciones más que en el acuerdo NUPES de 2022. Aunque el neorreformismo de Mélénchon (ex diputado del PS) podría mantener nominalmente el liderazgo de la coalición, la suma de sus tres competidores (PS, Verdes, PCF) podría dejarle en minoría, y ya se especula con la posibilidad de un primer ministro del PS si ganan. La operación de rescate del social-liberalismo sería completa en medio de una de las mayores crisis políticas de la historia reciente de Francia. Por ello, personalidades vinculadas al partido de Macron han confirmado que apoyarían a los candidatos del Frente Popular si pasara a la segunda vuelta contra la Agrupación Nacional.
De esta forma, la LIT busca "evitar lo peor a corto plazo". Apoyar políticas institucionales-reformistas en la lucha contra la extrema derecha es una cantinela de muchas organizaciones en Brasil que ya se han unido al gobierno del Frente Amplio, como el PSOL. La Resistencia de Valerio Arcary ya ha expresado su apoyo a la coalición institucional de centro-izquierda, afirmando que una victoria del Frente Popular "significaría no sólo un momento histórico para Francia, sino también para Europa y el mundo", o el MES, que, replicando la nota del Secretariado Unificado Mandelista, afirma que "la creación del Nuevo Frente Popular en Francia es un mensaje de esperanza y responsabilidad". Aunque los fundamentos son diferentes, en su política concreta, el PSTU brasileño también ha decidido diluirse en esta variante de conciliación de clases.
Combatir a la extrema derecha significa desafiar al régimen con independencia política
Combatir a la extrema derecha significa desafiar al régimen con independencia política
El fenómeno Rassemblement National, como hemos dicho, representa un peligro real para los trabajadores, los inmigrantes y el conjunto de la población oprimida. Su llegada al poder supondría un endurecimiento de las políticas racistas, xenófobas, antiobreras, persecutorias de las manifestaciones populares, mayores que las llevadas a cabo por Hollande y Macron. Sin embargo, no se trata de un fenómeno "fascista", sino de una variante del bonapartismo que, como escribió Trotsky, es una forma de gobierno que busca elevarse por encima de los campos de clase en lucha, apoyándose más directamente en las fuerzas armadas en detrimento del parlamento, con el objetivo de preservar el orden capitalista evitando enfrentamientos físicos más decisivos.
Bardella y Le Pen están mucho más cerca de otras figuras contemporáneas de extrema derecha como Trump, Bolsonaro, Orban o Meloni -absorbidas como figuras posibles en democracias burguesas degradadas- que de Hitler o Mussolini. Giorgia Meloni en Italia es un ejemplo de esta completa asimilación de la extrema derecha con la institucionalización defendida por Estados Unidos y la Unión Europea. No cabe duda de que un gobierno de extrema derecha en Francia tendría dispositivos mucho más autoritarios que Meloni en el caso italiano. Por otro lado, la situación de la lucha de clases en Francia pone muchos más límites a un giro bonapartista que en el caso italiano, tras el ciclo de luchas que fue desde la lucha contra la reforma laboral de Hollande en 2016, pasando por los Gilets Jaunes, hasta la lucha contra la reforma de las pensiones de Macron. Además, a diferencia de Italia, donde la izquierda fue diezmada, en Francia existe una fuerte tradición de izquierdas, incluso trotskista.
Todo este análisis de la totalidad del escenario no significa disminuir el peligro lepenista, sino entender científicamente a quien debemos combatir, sin los nervios sentimentales de organizaciones como Resistência que se han convertido en partidarios seriales de frentes amplios o populares "para evitar el fascismo". La LIT reconoce que no existe una "amenaza fascista inminente", pero participa con su política de la misma tendencia que ha transformado la urgencia de combatir a la extrema derecha en un acuerdo de aparatos, limitado a una estrecha perspectiva electoral. Esta perspectiva es la que desarma la lucha contra las posibilidades futuras de aparición de fenómenos fascistas, que se inscribe en las posibilidades de la lucha de clases, como si votar a favor del ataque fuera lo que pudiera contenerlas...
Una política de independencia de clase implica enfrentar a la extrema derecha, pero también a todas las fuerzas reformistas institucionales que bloquean la lucha de masas. Implica impulsar la autoorganización y el frente único obrero, unificando a todos los sectores oprimidos en la acción con una política que se enfrente a todo el régimen y a los capitalistas, que tenga un carácter combativo y sea realmente capaz de hacer retroceder a Macron y a la extrema derecha. La batalla de las pensiones, que sacó a millones de personas a la calle y silenció a la extrema derecha durante meses, las enormes movilizaciones en defensa del pueblo palestino y contra la colonización francesa en Nueva Caledonia demuestran que hay una gran reserva de fuerzas. Lo que falta es una dirección que quiera llevar la lucha hasta el final, con un programa de acción claro, basado en las reivindicaciones del conjunto de nuestra clase, intransigente en la lucha contra el racismo y la xenofobia, y que busque así unirla en la lucha contra los grandes capitalistas.
Al servicio de esta política, Révolution Permanente (organización hermana en Francia del MRT brasileño y la CRT del Estado español) lanzó la candidatura de Anasse Kazib, trabajador ferroviario en Le Bourget e hijo de inmigrantes marroquíes, y de Elsa Marcel, abogada laboralista, para las elecciones legislativas en la segunda circunscripción del departamento de Seine-Saint-Denis. A diferencia de las organizaciones de izquierda que decidieron diluirse en el Nuevo Frente Popular, como el NPA-L’Anticapitaliste de Philippe Poutou, buscamos construir una alternativa obrera independiente, basada en nuestra intervención en todas las luchas del último ciclo francés -que, como hemos discutido, ha ido acumulando una serie de elementos prerrevolucionarios desde 2016- para sentar las bases de la construcción de un partido obrero revolucionario. Esta acción de la Fracción Trotskista en Francia se inspira en la propia intervención del PTS en Argentina, que desarrolla el parlamentarismo revolucionario para impulsar la lucha extraparlamentaria contra la extrema derecha de Javier Milei, enfrentando a todas las variantes burguesas, incluido el peronismo/kirchnerismo.
Mientras a nivel nacional, en Brasil, el PSTU se pronuncia contra el mal menor del Frente Amplio, y contra el reformismo y la conciliación de clases, esta política en Francia muestra cómo estas palabras no se sostienen cuando trascienden las fronteras nacionales, demostrando la falta de principios marxistas de la LIT. Así, sin poder intervenir en los acontecimientos franceses, la LIT colabora "críticamente" con el programa del ala institucional-reformista de la V República imperialista.
* Este artículo fue publicado originalmente en Esquerda Diario de Brasil, periódico digital del MRT.
[1] La posición de la LIT en Francia contrasta con la que ha mantenido en las recientes elecciones europeas Corriente Roja del Estado español, que ha llamado a votar a la candidatura de la CRT, enfrentando correctamente “la presión del llamado ‘voto útil’, el voto resignado al ‘mal menor’”.
André Barbieri
Nacido en 1988. Licenciado en Ciencia Política (Unicamp), actualmente cursa una maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Río Grande el Norte. Integrante del Movimiento de Trabajadores Revolucionario de Brasil, escribe sobre problemas de política internacional y teoría marxista.