Este 19 de junio tendrán lugar las elecciones autonómicas en Andalucía. Unas elecciones que marcarán algunas de las tendencias políticas que ya se están desarrollando a escala estatal. En este artículo polemizamos con algunas de las tesis políticas de Adelante Andalucía, coalición andalucista liderada por Anticapitalistas, a la que desde la CRT llamamos a votar críticamente el 19-J, como parte de los debates necesarios que debe abordar la izquierda que se revindica anticapitalista y revolucionaria hacia el próximo período.
Diego Lotito @diegolotito
Roberto Bordón @RobertoBordon13
Sábado 18 de junio de 2022
La coalición andalucista de izquierdas Adelante Andalucía (AA), compuesta por Anticapitalistas, Izquierda Andalucista, Primavera Andaluza y Defender Andalucía, ha aparecido en el escenario político como una opción crítica con el gobierno PSOE-UP. Inicialmente en su manifiesto fundacional se expresaban objetivos rupturistas con el régimen del 78 y el sistema capitalista, apostando por el ecosocialismo y la planificación democrática de la economía como respuesta las diferentes crisis económicas y climáticas que sufrimos. De hecho, se definen como: Una herramienta política soberanista andaluza, andalucista, de clase, antineoliberal, feminista, ecosocialista y radicalmente democrática.” (Documento Político AA, p. 14).
Dentro del escenario político andaluz, representan una opción crítica por izquierda respecto a la integración neorreformista en las instituciones del Estado Español. En su programa defienden reivindicaciones progresivas, como la necesidad de superar el capitalismo, la reducción de la jornada laboral y el “reparto del trabajo”, o la crítica al rol que ha jugado la burocracia sindical en las últimas décadas. Por estos motivos, desde la CRT hemos llamado al voto crítico a la formación andalucista el 19-J. Sin embargo, no compartimos una gran parte del programa de Adelante Andalucía, como tampoco su estrategia política, que en nuestra opinión se articula alrededor de una perspectiva policlasista y no de independencia de clase.
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En este artículo queremos desgranar algunos elementos de esta crítica entorno a tres ejes que identificamos como esenciales para comprender las limitaciones del llamado andalucismo de izquierdas: el soberanismo y la cuestión del sujeto político, el rol en las instituciones de la democracia capitalista y la actitud hacia el PSOE.
El “sujeto político andaluz” como eje clave de Adelante Andalucía
Adelante Andalucía (AA) nace como respuesta a la ruptura de Anticapitalistas con Podemos tras su en el Gobierno de coalición con el PSOE, como última expresión de su adaptación al social liberalismo y la institucionalidad del régimen del 78. La formación, liderada por Teresa Rodríguez, construyó su estrategia a partir de dicha crítica y la apuesta por el llamado “sujeto político andaluz”. Esto es, la reivindicación del “Pueblo soberano andaluz”, cuya identidad y condiciones materiales se encuentran relegados y precarizados dentro del régimen capitalista español, como sujeto de transformación social en Andalucía.
El “Pueblo andaluz” ha sido identificado y caracterizado tanto en el manifiesto fundacional de Adelante Andalucía como en diversas intervenciones públicas de sus representantes públicos como todo individuo que vive y trabaja en Andalucía respetando su identidad y cultura e integrándose en dicha tierra. Es decir, es una identidad política “multicultural”, que no excluye por motivos de etnia, cultura o religión a quienes emigran o vivan allí siempre y cuando respeten la convivencia y compartan el sentimiento de comunidad: “Sus valores culturales e identitarios como nacionalidad se identifican más con las preocupaciones sociales que deben ser resueltas desde su autogobierno, que con la constitución de un Estado propio o por la oposición o negación a otras sociedades o culturas.”(Manifiesto Fundacional de AA, p.16). Las únicas exclusiones que parecen hacerse son respecto a la derecha y a “los señoritos”, es decir, los grandes propietarios, los cuales no serían parte del “pueblo andaluz”, porque no comparten los valores ideológicos básicos para la comunidad andalucista.
El sujeto del andalucismo de izquierdas es, por tanto, y aunque en su documento político fundacional se haga referencia a la clase trabajadora de vez en cuando, objetivamente policlasista. Se pretende integrar a todo aquel que comparta una identidad política-cultural y la pertenencia a la comunidad política independientemente de su clase social y su posición en el sistema de producción -a excepción, como hemos dicho, de los grandes propietarios-, en la búsqueda de defender la nación andaluza y el respeto a su existencia y necesidades. Por tanto, es lógico usar una categoría policlasista como es la de “pueblo”.
En este terreno, Adelante Andalucía se desliza hacia una concepción populista de la política, cuyo eje vertebrador es el desplazamiento de la oposición principal de las relaciones de clase entre el capital y el trabajo hacia las relaciones políticas entre el “pueblo” y una fuerza predominante o bloque de poder organizado en torno al Estado, los grandes propietarios, o en este caso, “los señoritos”. Una operación ideológica que, apoyándose en los postulados de teóricos del posmarxismo como Laclau y Mouffe, en el último período hemos visto operar en múltiples movimientos políticos, desde Podemos hasta las corrientes soberanistas de las naciones históricas en el Estado español, con distintas variantes, por no mencionar a los populismos latinoamericanos lo que ya excede este artículo.
La adopción de este sujeto plural indeterminado (el “pueblo andaluz”), pone límites y genera fricciones con algunos de los postulados del propio manifiesto fundacional de Adelante Andalucía. Una tensión que se refleja especialmente en la diversidad de opiniones políticas de quienes integran la formación y han consensuado el programa. Siguiendo una perspectiva soberanista, Adelante Andalucía ha priorizado el reagrupamiento de sectores andalucistas afines por encima de mantener una línea de la independencia de clase. Es por ello por lo que si bien en el documento político fundacional se reconoce formalmente la centralidad de la clase obrera en la lucha por las transformaciones políticas y económicas (su rol para controlar y democratizar la producción), en el programa electoral esta desaparece completamente para dejar lugar a la ciudadanía andaluza.
El paso del manifiesto fundacional al programa electoral del 19 de junio expresa una serie de transformaciones que exponen como es este sujeto policlasista el que define de forma clara la dirección política de la formación. Por un lado, la centralidad de la clase obrera desaparece para dar paso al “ciudadano” como sujeto de derechos, como una forma lógica de incluir a todo aquel que pueda sentirse apelado por la idea del pueblo andaluz.
Pero, por otro lado, esta operación permite que el programa (un documento larguísimo de 200 páginas) se transforme en una sumatoria de reivindicaciones que buscan satisfacer las aspiraciones “populares” sin ninguna articulación de clase. O lo que es lo mismo, dar respuesta a las demandas de diversos sectores de clase con intereses antagónicos, mediante una buena gestión de las instituciones de la democracia capitalista andaluza.
La desaparición de la clase obrera como sujeto no es una cuestión anecdótica o de forma, sino una precondición `para articular un programa policalsista. Esto es inmediatamente visible si se examinan una parte importante de las medidas económicas que se proponen. Por ejemplo, las que instan a que el Estado burgués redistribuya sus recursos para favorecer la expansión y renovación del tejido empresarial andaluz, en defensa en parte del “pequeño empresario” frente a la gran empresa exenta de impuestos. Una lógica que poco se diferencia de Podemos y su defensa de los “pequeños y medianos empresarios” . O el fomento de aquellos sectores públicos o privados que se entienda como necesarios para diversificar la economía andaluza y hacerla más competitiva. Eso sí, siempre desde una vaga idea de “economía social”, que en concreto significa que desde que el Estado se subvencione a aquellos sectores que otorguen empleos más estables. O el paso de la reivindicación del “control obrero” y la “democratización de la producción” a la ampliación de la participación de la ciudadanía en como se gestionan las empresas públicas y a la idea de volver más horizontal la Administración Pública. De la ruptura con el capitalismo a la apuesta por un neokeynesianismo que renueve el modelo productivo andaluz con una perspectiva ecológica. Esta ha sido, como vemos, la deriva de Adelante Andalucía entre su manifiesto fundacional de 2021 y su programa para las elecciones del 19-J.
Por supuesto todo programa anticapitalista y socialista tiene que dar una salida a la crisis de la pequeña burguesía, a riesgo de que si no sea la extrema derecha quien le ofrezca una perspectiva. Por ello es justo plantear, por ejemplo, una Banca Pública Andaluza que asuma también la tarea de la gestión de créditos públicos, como hace Adelante Andalucía en su “Plan Industrial Sostenible”. Pero si esto no está controlado por la clase obrera, este tipo de medidas solo terminarán favoreciendo a un sector no-monopolista de pequeños y medianos explotadores, que luego serán los primeros en pedir reducción de salarios y salvatajes para sus negocios.
Como sostiene Trotsky en el Programa de Transición, “la elaboración de un plan económico, así sea el más elemental, desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y no de los explotadores, es inconcebible sin control obrero, sin que la mirada de los obreros penetre a través de los resortes aparentes y ocultos de la economía capitalista.”
Esta lógica se expresa también en el terreno de la negociación con el Estado por los recursos. De la ruptura con las instituciones del régimen del 78 que se planteaba tímidamente en el manifiesto inicial, se pasa a la utilización de las instituciones de la Junta de Andalucía para negociar mayores cuotas de autogobierno con el gobierno central para resolver la crisis de infrafinanciación que sufre Andalucía (un hecho cierto, no obstante, que solo niega Vox), en representación del “pueblo andaluz” (incluidos sus empresarios), y no de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Como vemos, la idea del “Pueblo andaluz” como sujeto político solo puede dar lugar a un programa que trata de consensuar intereses enfrentados objetivamente, pero en el cual quienes salen perdiendo son las y los trabajadores. Para decirlo de otro modo, en el marco del programa de Adelante Andalucía, la clase obrera no tendría tan fácil exigir sus reivindicaciones, puesto que medidas elementales de lucha por sus propios intereses como parar la producción para exigir aumentos de salarios irían contra la “unidad del pueblo”. Teniendo en cuenta el tejido productivo andaluz, plagado de pequeños y medianos empresarios hiperexplotadores, esto es obvio para cualquiera.
Hay que reconocer que Adelante Andalucía ha estado del lado de las luchas obreras que ha habido en el territorio andaluz, esto no está en duda. Pero su capacidad para dirigir y apoyar estos conflictos obreros tiene un limite insalvable al abdicar de una perspectiva en la que la clase trabajadora tenga centralidad y luche por la hegemonía sobre el resto de los sectores populares.
Nuestra defensa de la centralidad obrera y el principio de la lucha de clases como hilo conductor de la política socialista revolucionaria no surge de ningún fanatismo esencialista sobre la clase obrera. Surge en primer lugar de considerar científicamente que si la clase obrera puede hegemonizar un proyecto político que supere el capitalismo, es porque sus propios intereses no pueden ser atendidos por completo sin terminar con este sistema de explotación y opresión, y de que su ubicación estratégica en la producción y distribución de capital le confiere una capacidad única para hacerlo. Pero también surge de la propia experiencia práctica: los movimientos políticos “de izquierda” que carecen de un anclaje de clase sólido y que no se guían por estos intereses, han seguido un camino inevitable: transformarse en instrumentos del interés dominante, del mismo modo que los partidos socialdemócratas se volvieron agentes del capital. En oposición a esta lógica, desde la CRT defendemos una estrategia que se fundamenta en la concepción marxista del sujeto revolucionario y la lucha de clases como eje articulador de la política.
Cuando asistimos a la bancarrota del proyecto podemista, resulta insólito que Adelante Andalucía, que ha hecho de la crítica de Unidas Podemos una de sus banderas, estructure su discurso alrededor de una política que recrea la estrategia policlasista del neorreformismo negando, o al menos relativizando, el carácter de clase de lo político.
Adelante Andalucía y las instituciones
A pesar de su declarado carácter anticapitalista, la práctica política de Adelante Andalucía consiste en la participación “normal” en las instituciones de la democracia capitalista. Esta no es una afirmación gratuita. Es la única conclusión posible de la principal experiencia de gestión institucional de la que ha participado su principal impulsor, Anticapitalistas. Nos referimos al Ayuntamiento de Cádiz y la actuación de José María González ’Kichi’. En su largo recorrido de nada menos que 8 años como alcalde de Cádiz, que se prolongará en la próxima legislatura (a pesar de haber prometido lo contrario y ello le ha supuesto críticas entre sus afines), es notable que ‘Kichi’ no ha cumplido las expectativas rupturistas que promovía su programa político.
Desde episodios más anecdóticos como la medalla a un símbolo religioso, a cuestiones de mucho mayor calado como el apoyo a la construcción de buques de guerra para vendérselos a Arabia Saudí y que esta los use para masacrar al pueblo yemení, a su posición vergonzosa ante la lucha nacional catalana, o su actuación durante la huelga del metal ofreciéndose a la Junta como "mediador" en las negociaciones, dando un aval a una mesa de negociación tramposa, su actuación como alcalde no ha supuesto la más mínima afrenta a la normalidad democrática burguesa. Al contrario, ha utilizado la excusa de los límites de la política parlamentaria para mantenerse dentro de los márgenes de lo aceptable en las instituciones.
Como decimos en una reciente declaración de la CRT sobre las elecciones andaluzas, la alcaldía de Cádiz es una “una posición institucional conquistada en 2015 que se destacó por su adaptación pasiva y reformista al régimen burgués, sin que haya logrado en todo este período ninguna mejora sustancial para la vida de las masas. Y peor aún, ni siquiera haya intentado seriamente desarrollar la lucha por conquistarlas, subordinándose a los límites impuestos por la institucionalidad capitalista.”
Pero no sólo en Cádiz se ha mostrado la actitud. De la misma forma, la actuación de los parlamentarios de AA en la última legislatura ha tenido episodios polémicos que reflejan donde el soberanismo choca con la independencia de clase, como el silencio ante la propuesta de una base militar en Andalucía o el intento de solucionar de forma institucional el conflicto de Airbus en Cádiz. En este último caso, si bien los parlamentarios acudieron al lugar del conflicto y han dado voz a los trabajadores, en ningún momento se plantearon por ejemplo y a pesar de su influencia política, tratar de extender el conflicto más allá de la ciudad y enfrentarse de esta forma a la burocracia sindical que ahogaba el conflicto.
Previsiblemente la posibilidad de acuerdos con el PSOE en caso de que den los números para una investidura puede llevar a una parálisis de Adelante Andalucía como fuerza crítica, ya que si es el miedo a la derecha lo que condiciona su apoyo al PSOE ¿cuánto margen tiene este último para estirar el cable? ¿Quién se juega más en caso de que se rompa la cuerda? En la adaptación a las instituciones está el suicidio de cualquier proyecto emancipador como pretende ser Adelante Andalucía.
PSOE, de entrada no
Una de las principales líneas rojas de Adelante Andalucía es su rechazo al cogobierno con el PSOE, algo que llevó a la ruptura con Unidas Podemos en la comunidad y a la guerra interna dentro del grupo parlamentario en la pasada legislatura. Esta postura se ha reivindicado en múltiples ocasiones como la negativa a dar cobertura política al social liberalismo y a las políticas de neoliberalismo progresista que se han desplegado durante décadas en Andalucía. Una postura correcta que los sitúa a la izquierda de Unidas Podemos y como una opción crítica con la actuación del gobierno PSOE-UP.
Sin embargo, una mirada más atenta tanto al manifiesto como al programa de Adelante Andalucía, así como a las declaraciones de sus representantes, arroja sombras sobre este posicionamiento político. Ya que si bien, se rechaza el cogobierno no se rechaza en sí investir un gobierno del PSOE y pasar a la oposición inmediatamente. Tal y como se expresa en el manifiesto: “No participaremos en gobiernos liderados por fuerzas neoliberales, incluido el PSOE, pero nunca permitiremos que gobierne la derecha. Hasta que el pueblo andaluz tenga fuerza suficiente como para gobernarse por sí mismo, combinaremos la independencia política con la vocación de llegar a acuerdos concretos que mejoren la vida de nuestra gente.” (Documento Político de AA, p.23)
Si Adelante Andalucía es consecuente con esta posición de su Documento Político, su posición beligerante con el PSOE puede quedar en una impostura más temprano que tarde. Tanto porque este último utilice, como ya hace, el miedo a la ultraderecha, o porque puedan llegar a un acuerdo concreto. De este modo, Adelante Andalucía reproduce la misma idea que el agrupamiento hermano de Anticapitalistas en Portugal, donde terminaron sosteniendo al gobierno de Costa y avalando medidas antiobreras. Una postura que podría llevar a Adelante Andalucía a un callejón sin salida si se trata de combatir a quienes han destruido los servicios públicos andaluces y han condenado a las clases populares al modelo hiper explotador del turismo.
Esta línea guarda relación directa con la adaptación a las instituciones y el rol que ya ha jugado Adelante Andalucía en ellas, como decíamos antes. En la misma lógica que presentar un programa completo de gestión de las instituciones de la democracia capitalista, a pesar de que en teoría se pretende superarlas, se mueve esta idea de lograr acuerdos concretos con el PSOE. La idea que intenta justificar esta política es “ser útiles” a los votantes, de conseguir mejoras parciales gracias a la participación en las instituciones, subordinando cualquier iniciativa emancipadora a esta línea con tal de seguir acumulando fuerzas.
Nuestra visión es la opuesta: no hacer ningún compromiso con los partidos de la burguesía e impulsar la lucha de clases en defensa de los interesas de la clase trabajadora, señalando a cada paso a la clase trabajadora que, sin la conquista del poder del estado, los contubernios políticos parlamentarios son estratégicamente impotentes y solo ayudan a que los capitalistas y sus agentes, las burocracias políticas y sindicales, sigan imponiendo su hegemonía.
La lucha por una perspectiva revolucionaria de independencia de clase
En este artículo hemos intentado dar cuenta de algunos ejes fundamentales de debate político y programático con Adelante Andalucía. Muchos otros no los hemos abordado, como la crisis del eje territorial. Aunque el elemento central de diferencia con Adelante Andalucía está en el nivel de la estrategia y qué tipo de organización política es necesario construir para superar la crisis del neorreformismo, una última cuestión en la que queremos detenernos.
En su Documento Político, Adelante Andalucía sostiene que son “un espacio amplio en el que nos encontramos posiciones políticas diversas, pero que estamos de acuerdo en la necesidad de unas reformas radicales del sistema económico, productivo y social y/o procesos revolucionarios que permitan la superación del capitalismo depredador que oprime pueblos y géneros además de poner en riesgo la vida misma.” (Documento Político AA, p. 14). Es decir, reconoce explícitamente que es un partido en el que conviven reformistas y revolucionarios.
Esto es evidente cuando se aprecian declaraciones de otros de los integrantes de Adelante Andalucía, como Pilar González dirigente de Primavera Andaluza, que en el programa Café en Andalú hace dos años consideraba que la idea de romper con el capitalismo está “obsoleta en Europa”, y que las revoluciones ya no podían darse en nuestro contexto. Lo único que quedaba por hacer, por tanto, era cambiar el régimen desde dentro, desde sus propias instituciones, de acuerdo a los objetivos del proyecto político de cada formación.
Así, Anticapitalistas, que comanda Adelante Andalucía, sigue los pasos -aunque en clave soberanista andaluza- de su organización hermana en Francia, la antigua Liga Comunista (LCR), al fundar el NPA en 2009, quienes creyeron que para crecer era necesario diluir el programa, la estrategia y las referencias ideológicas, para adaptarse mejor al medio al que se quería llegar, fundando una organización sin delimitación entre reformistas y revolucionarios.
Hoy la crisis del NPA es terminal, habiendo perdido miles de militantes, transformándose en poco más que un apéndice externo de la política de la Unión Popular de Mélenchon (el “Pablo Iglesias” francés), como han criticado nuestras compañeras y compañeros de Rèvolution Permanente, expulsados del NPA por haber luchado contra la liquidación del NPA y defendido una política de independencia de clase.
Nuestra critica a este posicionamiento estratégico es pública, así como a la orientación de Anticapitalistas que llevó a la fundación de Podemos. Para nosotros, la clave para enfrentar la crisis social y económica que se descarga sobre la mayoría de la clase trabajadora, con especial impacto sobre la clase trabajadora y el pueblo andaluz, es poner sobre la mesa un programa de lucha que “patee el tablero” del posibilismo, como planteamos en nuestra declaración ante el 19-J, que represente una salida obrera y popular frente al proyecto político de la derecha y la extrema derecha, como ante la izquierda social liberal y proyecto neorreformista.
La luchar por un programa así presupone la construcción de un instrumento político que sirva a tal fin. Cuando el fracaso del neorreformismo y la estrategia del cogobierno del estado imperialista español ha demostrado ser la mejor vía para que crezcan las derechas populistas y la extrema derecha, hace falta ensayar con urgencia una nueva hipótesis política que ponga en el centro la lucha de clases y la independencia política de todos los actores del régimen, incluida su pata izquierda: Podemos, Izquierda Unida y el PCE. Para la CRT, esta hipótesis se sintetiza en la necesidad de construir un partido revolucionario de trabajadores y trabajadoras con una clara delimitación programática y estratégica de clase, que se prepare para intervenir en los acontecimientos de la lucha de clases que se vienen dando y los que están por venir.
La construcción de este partido no es una tarea sencilla. No creemos que será el resultado de la propia evolución de la CRT, sino el de un proceso de debate abierto y, sobre todo, de experiencia común en la lucha de clases, con otros grupos y sectores de la vanguardia obrera y juvenil que nos unifique una estrategia y un programa revolucionario común. Las y los activistas juveniles, obreros y de los movimientos de lucha que han hecho una experiencia con el neorreformismo y no tienen ninguna confianza en la izquierda del régimen -muchas y muchos de los cuales seguramente tengan simpatía por Adelante Andalucía-, son la base para avanzar en este camino, que es la tarea estratégica que tiene la izquierda que se revindica revolucionaria, anticapitalista y socialista.
Diego Lotito
Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.