Se realizó el primer debate entre Guillier y Piñera para la segunda vuelta organizado por la Asociación de Radiodifusoras de Chile. Más que lo que prometen, importa lo que confiesan sin quererlo.
Viernes 8 de diciembre de 2017

Dos fueron las novedades del debate, más allá de promesas y declaraciones.
La primera, la de Piñera, confirmando la discriminación que espera a la diversidad sexual. A propósito de las niñas y los niños trans, los comparó con una camisa al decir que "el género no puede ser como una camisa que uno se cambia todos los días". Para rematarla, la considera una enfermedad, diciendo que “se corrigen con la edad".
Va de la mano con la ratificación de un endurecimiento de la política represiva contra el pueblo mapuche con mayor actividad de Inteligencia.
La segunda, la de Guillier, confirmando su decisión, para nada ambigua, de que las AFP se mantendrán, al decir que terminaría con este sistema “gradualmente”. Se parece a la promesa se gratuidad en educación superior, que, tal como está siendo aprobada, se alcanzaría, si es que alguna vez llega ese día, dentro de 60 años. A esta clara falta de ambigüedad apoyan la mayoría de los referentes del Frente Amplio.
A esto se suma su “libertad de elegir” en la Salud, es decir, mantener el negocio de las Isapres.
Y lo mismo para la defensa de los bancos en el CAE, que tras el debate el jefe programático aclaró que no habrá condonación sino suspensión del pago hasta diez años después de recibirse y de acuerdo a su condición económica se cancelaría o no.
Hubo también algunas frases para la galería, como la insistencia de Guillier en mencionar a “los ricos”. Pero siempre se termina corrigiendo, como cuando en otra entrevista habló de “meterles la mano en los bolsillos”, que Luksic rechazó por “promover la lucha de clases”, y cuadrándose salió más tarde el candidato oficialista a moderar desdiciéndose al afirmar que “fue una frase desafortunada”.
¿Alguno ganó? Ni Piñera sale del nicho de derecha al que está apuntando, diluyéndose su estrategia de primera vuelta de hablarle a “la clase media” o “el centro”; ni Guillier de lograr cuadrar el apoyo que busca en el voto DC y el voto Frente Amplio. En términos electorales, sigue la incertidumbre.
Pero eso no es todo. La defensa de la moral conservadora, el rechazo a toda demanda popular –de parte de Piñera-, de un lado, y del otro lado, esta defensa de las AFP, los bancos y las Isapres –de parte de Guillier, deben recubrirse, ambas, de un lenguaje más a izquierda, como las menciones a “los ricos” o el disimulo de las intenciones de Piñera o su propia promesa de “gratuidad” en la educación superior técnico-profesional. En términos políticos hay un desplazamiento a izquierda con demandas populares que mantienen su vitalidad.