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Red Internacional
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FRANCIA // EDITORIAL DE EDITORIALES. Del oscurantismo a la reacción

Sábado 10 de enero de 2015

Desde el miércoles a la mañana la hipocresía tiene un nombre: los valores de la república. Sobre estos “valores” (y sí, las comillas están más que justificadas) se está construyendo la unión nacional, la unión sagrada. Sí, ¡sagrada!, como en la Primera Guerra Mundial. Frente al ataque asesino, oscurantista, en nombre del “Islam” (y las comillas también valen), se monta la unión sagrada. Pero los valores, valores son. De universales no tienen nada. Pero sirven para cubrir una nueva guerra o, mejor dicho, una nueva cruzada.

Desde dos lados opuestos, es decir, desde los que cometieron un brutal atentado y desde la burguesía, sus medios de comunicación y su Estado presionan hacia una salida reaccionaria.

Es cierto que la situación es compleja, conmocionante. Nadie puede escapar al estupor que genera el asesinato a sangre fría de diez periodistas y trabajadores de prensa. Periodistas de un diario independiente, con un pasado de izquierda y un presente cuestionable. Nadie puede escapar a la condena de estos ataques, a los que se les sumó ayer dos tomas de rehenes y más muertos. En las páginas de La Izquierda Diario hemos intentado reflejar lo mejor posible nuestro posicionamiento.

La unidad nacional

Todos, absolutamente todos los diarios saludan la unidad nacional. Esto va desde la derecha, encarnada por Le Figaro, hasta la “izquierda” de L’humanité, diario del Partido Comunista. El punto central es el llamado a la movilización del domingo, de la que participará el gobierno, el UMP de Sarkozy, la ultraderecha del Front National e incluso el PC y el Parti de Gauche de Jean-Luc Melénchon. Es la única marcha autorizada. En nombre de la libertad de expresión, solo el Gobierno puede llamar a marchas, porque estamos bajo amenaza, en “alerta atentado”

Le monde, en su editorial “Libres, de pie, juntos” que acompaña su edición, “el 11 de septiembre francés” es muy claro. Le Monde saluda la declaración “Han atacado a la república” de François Hollande y aclara que han atacado “su lema ’libertad, fraternidad, igualdad’”, y sobre todo el “principio de laicidad y su compromiso de "respetar todas las creencias’”. El problema es que no todas las creencias son respetadas en Francia, al menos no igualmente toleradas. Y, en los próximos meses, esto puede ser peor aún, si no logramos impedirlo. Las numerosas declaraciones de Marine Le Pen así lo demuestran.

Pero, peor aún, para este diario supuestamente progresista (o al menos un poco progresista), la defensa de la república es también la defensa del imperialismo. Así, “es el país el que es atacado, porque está en la primera línea, solo o con sus aliados, en la guerra contra la yihad internacional. En Mali o en el Sahel desde hace dos años, en Irak y en los confines de Siria contra la barbarie del Estado Islámico desde hace algunos meses”. Ciertamente la política “extranjera” del gobierno tiene algo que ver. Pero no porque ataquen un valor que hay que defender, sino porque la política imperialista es la primera responsable del crecimiento de los grupos islamistas reaccionarios. Sería difícil comprender la expansión del Estado Islámico sin la guerra imperialista en Irak.

Libération, en su editorial del viernes titulada “La libertad, nuestra brújula”, plantea por su parte que la república “vivirá en la manifestación del domingo, que deberá ser impresionante por su importancia y por su dignidad. Vive por la reacción de las autoridades políticas, inmediata y sobria”. Aunque se oponen, al igual que el gobierno, a las amalgamas entre terroristas islamistas, musulmanes y árabes (o al menos así es su discurso), se transforman en la pata izquierda de la unidad nacional. Legitimándola, al igual que el PC y lamentablemente la mayoría de las organizaciones sindicales.

La editorial de L’humanité, titulada “¡Una ola popular contra el odio!” plantea, haciendo referencia a la marcha del domingo, que “la Francia republicana debe estar ahí”, aunque por suerte plantea que debe hacerlo “rechazando las amalgamas y las guerras de civilización”. Rechaza a su vez la participación del Front National, pero acepta al gobierno y a Sarkozy. De izquierda no tienen nada.

Le Figaro plantea el jueves que “nuestro primer deber es unirnos” y que “no importa cuáles sean nuestros orígenes, nuestras opiniones, nuestras religiones o nuestras opiniones políticas debemos proclamar inmediatamente y sin vacilar, la unión sagrada”. Y lo de unión sagrada no es pura coincidencia porque esta editorial se titula “La guerra” y empieza así; “Es una guerra, una verdadera guerra”. ¿Es el llamamiento a una nueva cruzada?

En el mismo sentido parece pronunciarse Le Parisien en su editorial “Nuestras armas”: “Este atentado […] es un acto de guerra, contra la democracia, contra la libertad, contra la República, contra todos sus ideales”.

Y Les echos no se queda atrás. Su editorial se titula “Contra la nulidad”, porque para esta diario “el islamismo es la nulidad intelectual”. Les echos plantea que “unos cabrones enmascarados le declararon la guerra a Francia, a nuestra democracia, a nuestros valores”.

El Gobierno finalmente ha logrado unificar a la casta política y a sus medios de comunicación. Pero detrás de esta unión sagrada, detrás de la relegitimación de gobierno, vendrán más golpes a los trabajadores.

Un paréntesis: el humor, la sátira, la libertad de expresión y la discriminación

Las voces mediáticas son unánimes, o casi, respecto a lo que significa Charlie Hebdo. Libération plantea que “Charlie era el humor inteligente, el humor despiadado […] la ironía plena de esperanza”. “Eran un símbolo de la generación del 68”. Y esto es cierto, al menos hasta el 2003 cuando el diario pegó un giro a derecha, centrándose cada vez más en la crítica del islamismo que en el resto de “las religiones”. Poco a poco (en realidad bastante de repente), el diario fue perdiendo su lado incisivo, que atacaba a los poderosos.

La herencia del 68, el pasado anarquista, e incluso trotskista de algunos de sus dibujantes, fue quedando, precisamente, en el pasado. El islamismo se fue transformando en el peor enemigo. Y, más de una vez, cayeron en amalgamas.

Les echos, cuando plantea que el islamismo “es la nada intelectual”, plantea que “ellos no soportan las palabras […] la libertad de expresión, el placer jubiloso de burlarse”. El problema es que la burla muchas veces no es graciosa, es discriminatoria. Y en los últimos tiempos Charlie Hebdo ha publicado muchas caricaturas discriminatorias, racistas. Esto desde luego no significa que el Estado debía censurarlo, y obviamente partimos del repudio al brutal atentado sufrido por los editores de Charlie Hebdo como venimos haciendo desde La Izquierda Diario. Tampoco significa que Charlie Hebdo se haya transformado en un órgano de la ultraderecha. Pero sí que sus caricaturas merecen una crítica. E incluso rechazo. El hecho de “hacer una sátira”, de permitir la libertad de expresión, no nos debe impedir decir que la discriminación no es graciosa. Y de esto muchos periodistas se olvidan. En este sentido, me siento incómodo para decir “yo soy Charlie”, aunque el ataque me haya conmocionado.

Menos libertades democráticas

Le Figaro, en su editorial del viernes titulada “En nombre de nuestra libertad”, plantea que el país está frente a “una amenaza asimétrica”, porque el Estado actuaría a cara descubierta, lo contrario de lo que hacen “terroristas enmascarados”.

Para el diario de derecha es necesaria una legislación antiterrorista más fuerte, porque “para dejar de escuchar la famosa fórmula de que ’nada nos permitía imaginar que estas personas llegarían a semejantes acciones’. La vigilancia permanente, sin descanso de ’los enemigos interiores’, para retomar la expresión de Manuel Valls, es el único medio para protegernos”. Nada se puede agregar a estas frases, más allá de expresar nuestro estupor, nuestra condena, ante semejantes dichos. Para esto quieren usar la unión sagrada.

Sus valores y los nuestros

Lo que recorre el conjunto de las editoriales es la defensa de la república francesa y sus valores, que no son necesariamente los nuestros. No porque la libertad, o la igualdad, no sean nuestros valores, sino al contrario, porque estamos a favor de la libertad de expresión, porque estamos en contra de cualquier intromisión del Estado en estas cuestiones. Pero estamos hablando de una república, de un estado, que no duda en prohibir manifestaciones, como las de este verano en solidaridad con el pueblo palestino o hace unos meses denunciando el asesinato de un manifestante por parte de la policía. Es este Estado, esta república, la que prohibió, en 1970, el diario Hara-Kiri, el precursor de Charlie Hebdo, por osar hacer una sátira de la muerte del general De Gaulle.

Es en nombre de estos valores que los estados imperialistas han lanzado la guerra en Medio Oriente, que defienden al estado terrorista de Israel.

Los trabajadores, los partidos de izquierda, no podemos dejarle a estas instituciones la defensa de nuestros intereses, porque defienden sus intereses, no los nuestros. Le Monde dice que Francia es “atacada en su voluntad de dar vida al pluralismo de convicción y de conciencia, a condición de respetar la república”. Pero es el Estado el que decide quién respeta a la República y quién no.

No dejemos que el oscurantismo le libere el camino a la reacción burguesa. No dejemos que los medios de comunicación marquen la agenda ideológica y política. Hagamos oír nuestra voz.