La conducción de Patria Grande parece querer hacer del “error”, una estrategia. Pasó de llamar a votar a Scioli como táctica frente al escenario de “polarización forzada” del balotaje, a convencerse de que el kirchnerismo es la política ineludible. Del voto a hacerse la revisación médica para arrojarse, en su verano final, a la pileta peronista.
Octavio Crivaro @OctavioCrivaro
Jueves 10 de diciembre de 2015
Luego de haberse ofrecido como un Tío Tom de izquierda que se paseó por los medios de comunicación del patroncito kirchnerista y realizó actos con las “fuerzas vivas” del Frente para la Victoria para apoyar la candidatura de Daniel Scioli, la dirección de Patria Grande parece haberle tomado el gustito a las palmadas condescendientes que le dio un kirchnerismo necesitado de una cobertura “por izquierda”. Y va más allá: en una declaración firmada por Itai Hagman, los compañeros consideran una “novedad” y un “salto cualitativo importante” la política de apoyar al “mal menor” frente a Mauricio Macri, y disfrutan los previsibles, coyunturales y vergonzosos mimos del oficialismo saliente.
Un “salto cualitativo” al vacío
En honor a la verdad, no podemos conceder a Hagman que se trate de una “novedad”, ya que el Partido Comunista, Luis D’ Elía, Hebe de Bonafini y otras organizaciones, hicieron hace 12 años lo que conducción de este sector de la izquierda independiente hace ahora. En aquel entonces, Patria Grande (con sus respectivos nombres previos) se presentaba como una organización independiente y de izquierda. Hoy, ante la confusión de muchos de sus valiosos militantes, no se deciden si imprimir el afiche del Che o el de Evita.
Pero sí hay que reconocer que efectivamente la política que imprimió la conducción de Patria Grande fue un “salto cualitativo”, aunque no en el sentido de lo que plantea Hagman. A juzgar por el artículo, Patria Grande ya no quiere más “apoyar lo bueno y criticar lo malo” del kirchnerismo. Hagman llama a convertir, en los hechos, a Patria Grande en una organización K, directamente.
¿Ser K para ser?
Mientras Cristina va guardando sus lapiceras y sus portarretratos en una caja, para irse de la Casa Rosada luego de 12 años, llegan corriendo por calle Balcarce Itai Hagman y la conducción de Patria Grande cantando “acá tenés a los pibes para la liberación”. En la declaración mencionada plantean, con entusiasmo, que un sector de la población los conocía poco o “directamente ignoraban nuestra existencia”, y que con el llamado a militar la campaña del ex campeón mundial de Off Shore, Daniel Scioli, empezaron a registrarlos. Lo que es lo mismo: para “ser”, hubo que hacerse K.
Más allá de la tensión de la disputa y de las condiciones extraordinarias de la asunción de Mauricio Macri, la disputa por el Cetro y la Banda, ácidamente analizada por Fernando Rosso, no deja de ser una puesta en escena. Mientras kirchneristas y macristas disputan las características del “software”, la simbología del “traspaso”, con “la gilada” tomando partido por uno o por otro en este culebrón de “pequeña política”, los poderosos, los grandes empresarios y referentes de ambos espacios acuerdan bajo la mesa el “hardware”, la realpolitik del ajuste que se viene, del endeudamiento inevitable, del ataque a la clase trabajadora.
La simbiosis entre la agenda macrista y la del kirchnerismo llega al punto de que Cristina y Scioli ofrecieron a Lino Barañao y a Jorge Telerman, ex funcionarios nacionales y populares, como espadas de la “revolución de la alegría”. Un curioso juego de la silla: el ministro K se hace PRO, en acuerdo con Cristina, y Hagman y los suyos se hacen K, en acuerdo con su inercia. A ellos “no les da lo mismo, según dicen”. A Cristina y Barañao un poco sí.
El sueño de la Resistencia Peronista y la áspera realidad de la rosca
Patria Grande, luego de 12 años de un kirchnerismo que se apoyó en lo peor del pejotismo, como lo grafica la candidatura de Aníbal Fernández que este agrupamiento ni osa cuestionar, se ubica como “consiglieri” y advierte con ternura, casi: “El propio Scioli, personajes como Urtubey, Gioja y los “renovadores” liderados por Sergio Massa aparecen como posibles protagonistas. Humildemente decimos que esta salida (apoyarse en ellos, NdeR) sería persistir en el camino equivocado”.
Hagman y la conducción de Patria Grande citan: “Siguiendo la máxima de Cooke, no se puede sin peronismo pero tampoco alcanza”. Mientras tanto, Pignanelli, Berni y Hannibal piden un vaso de agua por la risa, y la historia militante de compañeros de carne y hueso que saben concretamente quién es Aníbal y esa runfla que viene en combo con Scioli y los K, se desvanece en el aire.
La expectativa de Hagman, en este artículo, es la de formar parte de una “resistencia peronista” contra la reacción de la derecha. Buscan algún John William Cooke en el peronismo, pero encuentran demasiados Vandor. Piensan en sabotajes, y escuchan a demasiados funcionarios ofreciendo “colaboración” en la “transición”. La mentada Resistencia, por más acto de pataleo que se realice, promete más buscar consensos que organizar la lucha, más que preparar, justamente, la resistencia. Más rosca que puja. Ya lo vimos y vemos en la colaboración incondicional del kirchnerismo porteño con la derecha de los globos amarillos.
Un balance de la izquierda acorde a la decisión de camporizarse
Como rico nuevo que exagera sus costumbres para ser aceptado en el club paquete, Hagman y los que sostienen esta declaración de Patria Grande, se mimetizan con La Cámpora en su reivindicación de la corriente de Néstor, Cristina, Pedraza y Samid. Hablan de que el kirchnerismo fue “la vía de reconciliación de amplios sectores de la población con la militancia”. A la altura de 678.
De manera simétrica a la exaltación de los atributos de la “fuerza popular kirchnerista”, Patria Grande hace un lacónico balance de la izquierda, tan ridículo como abstracto, para decir que no “estuvimos” a la altura de las circunstancias y que por eso creció la derecha. Patria Grande, que a diferencia del Frente de Izquierda, y por la orientación de su conducción, no consolidó una alternativa político electoral que fue apoyada por más de un millón de personas, no defendió jamás una posición de independencia política, no estructuró una fuerza militante en ningún sector de trabajadores y sí osciló entre diferentes alianzas políticas olvidables, se para frente al espejo, se mira y dice: “somos todos tan débiles y feos”. La consecuencia de este balance es pegarse o directamente entrar al kirchnerismo. En realidad, la decisión, hacerse K, antecede al balance para justificarla.
Un balance del 2001 a la altura de Carta Abierta
Para esta decisión la conducción de Patria Grande revisa toda la elaboración y la concepción de cualquier organización que se precie de izquierda sobre el 2001 y reduce todo ese rico proceso de procesos de lucha y de organización, a la mano bendita del kirchnerismo. En la nota firmada por Itai Hagman definen “la búsqueda de una confluencia con lo mejor del proceso político argentino desde el 2001 hasta aquí. La mayor parte se expresa en la militancia y la base social del kirchnerismo”.
Con esta decisión, parece que se compra una escoba en Precios Cuidados y se barre las enormes experiencias de autoorganización, las asambleas populares, los movimientos de desocupados que tuvieron mártires como Maxi Kosteki y Darío Santillán, los obreros que recuperaron fábricas como Zanon, los cientos de delegados y comisiones internas combativas y clasistas, las luchas contra la impunidad, con Julio López y Luciano Arruga como banderas, la pelea de los pueblos originarios, las luchas estudiantiles para democratizar las universidades, las luchas que dio la izquierda, como contra la tercerización en los FFCC, que se cobraron la vida de Mariano Ferreyra, las pujas contra las multinacionales y la burocracia sindical, como en Lear, las campañas de años y años por el derecho al aborto, y las calles ganadas con el grito de Ni Una Menos. A todo ese cúmulo de experiencias obreras y populares desde abajo, en las que participaron no pocos compañeros de Patria Grande, esta declaración le pasa liquid paper y dice: Gracias Néstor, fuerza Cristina.
Fortalecer la izquierda, la izquierda en serio
La declaración que firma Itai Hagman termina con un ruego melancólico. Se pregunta qué habrá frente al macrismo: “¿Será una versión más moderada del FpV liderada por el sector más conservador del PJ? ¿O será una nueva plataforma política nacida de la confluencia de lo mejor del kirchnerismo con la izquierda a la que no le da lo mismo?”. El lector no es tonto y sabe cuál de estas dos opciones prefieren Hagman y sus amigos. Así ofrecen a Patria Grande como una izquierda “razonable”, sin bases estructurales y sin posiciones políticas coherentes, que ante la ilusión de un kirchnerismo de combate, cruce el Rubicón. Pero por cada rezo de esta índole, hay 1 Barañao, 10 reuniones de burócratas sindicales K con Macri y 100 promesas de “colaboración”.
Al gobierno de la derecha y sus ataques lo enfrentaremos en la calle, en común con miles de compañeros que, apremiados por una polarización forzada, optaron por votar un “mal menor” en el balotaje, sin por ello dejar de ver con simpatía y dejar considerarse de “izquierda”. También pelearemos codo a codo con militantes de Patria Grande que siguen creyendo que las disputas para el pueblo trabajador se libran en las rutas y en las calles, y no participando de disputas palaciegas. Llegado el caso, incluso, quizá nos veamos en las luchas y en asambleas con sectores que hoy responden al oficialismo saliente. Pero siempre apostaremos a construir sólida fuerza militante entre los trabajadores y los sectores populares, preservando una consecuente independencia política, dando luchas políticas con el gobierno y con la (ahora) oposición kirchnerista. Lo contrario a la disolución política y organizativa que, parece, proponen algunos.
Octavio Crivaro
Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.