Al mismo tiempo que la derecha disparaba amenazas y sentencias contra el pueblo mapuche, en el debate presidencial de la ANP, unas cuatrocientas personas se movilizaban en Santiago, en solidaridad con los PPM y contra todas esas balas locas que desde hace ya harto tiempo no cesan en La Araucanía.
Viernes 29 de septiembre de 2017
Es que con todo el aparataje de la Operación Huracán, la derecha está más desvergonzada que nunca:
Kast y Piñera se dedicaron a dar acusaciones de terroristas para allá y para acá, al mismo tiempo que pedían indulto para destacados personajes encargados de infundir el terror por largos años en el país. Esos abuelitos genocidas hoy reclusos en Punta Peuco.
Aquellos mismos pobres palomos enfermos terminales, que entregaron las pensiones a un sistema que hoy tiene a millones de otros abuelos en la miseria.
El debate transcurrió con Kast disruptivo y enajenado, mientras Guillier mantuvo todo el tiempo sus guiños a otros candidatos. ¿Su objetivo? Reagrupar tras de sí los fragmentos caídos de la vieja concertación. A ver si puede sacar algo renovado de aquellos que se acomodaron perfectamente a las leyes, las mismas que generosamente les han ofrecido riquezas de lado de los empresarios.
Lo curioso de esto es que Sánchez no hizo mucho por diferenciarse, y más bien se mostró como una Bachelet 2.0, una “Bachelet consecuente” e incluso con una actitud bastante tímida, frente a una derecha envalentonada. Esto, mientras MEO gustoso devolvió el guiño al ex, senador.
Un debate que no prendió
Rapidamente en redes sociales surgieron las quejas de los espectadores, algo decepcionados porque esperaban un debate entre candidatos y lo que primó más bien parecían entrevistas simultáneas.
La ANP, con su director de ascendencia alemana Ricardo Hepp Kuscel, más allá de pronunciarse en contra de las interpelaciones entre candidatos, promovió organizar un espacio que respondiera mayoritariamente las inquietudes de un sector de élite y empresarial ¿Qué generó esto? Una sensación de lejanía que da cuenta, a mil leguas, que los intereses de estos últimos están muy lejos de los trabajadores.