Para que salga en contra la votación por el derecho al aborto fueron claves senadores que habían ingresado a la Cámara Alta por el Frente para la Victoria, cuando era presidenta Cristina Kirchner. El 2019 y el oportunismo de querer quedar bien con la Iglesia y con el movimiento de mujeres. El rol de Pichetto.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Viernes 10 de agosto de 2018
El debate llegó al Senado con una “pesada herencia”
Si en la madrugada de este jueves todos los senadores que ingresaron a la Cámara Alta en las listas del Frente para la Victoria hubiesen votado a favor, hoy el aborto legal sería un derecho conquistado para millones de mujeres en Argentina.
Sin embargo, eso estuvo lejos de suceder. El voto a favor de Cristina Kirchner (dictado por un pragmatismo que analizaremos más abajo) no debe hacer perder de vista algunos datos esenciales, que no son más que la continuidad (o consecuencia) de doce años de gobiernos kirchneristas durante los cuales el aborto siguió siendo clandestino, y cuyo resultado trágico es que haya miles de mujeres muertas por esta causa.
No se trata solamente de que la ex presidenta no pudo cumplir la promesa de que todo su bloque votaría a favor del derecho al aborto. Como se sabe, “se dio vuelta” Silvina García Larraburu, quien no solo votó en contra sino que tampoco se privó en su discurso en el Senado de acusar de violentas a las militantes del movimiento de mujeres.
Sin embargo, hay más que eso. Cabe señalar también que muchos de los senadores y senadoras que votaron en contra del derecho al aborto habían ingresado a la Cámara Alta en años anteriores como candidatos del Frente para la Victoria, cuando era la propia Cristina Kirchner, todavía como presidenta, la que tenía una influencia importante en la elección de los candidatos para las listas.
Es el caso por ejemplo de Inés Blas, Carlos “Camau” Espínola, José Mayans, Teresa González, la mencionada Larraburu, Rodolfo Urtubey, María Cristina del Valle Fiore Viñuales, o José Alperovich.
Actualmente, esos senadores que ingresaron por el FpV están divididos entre los distintos bloques del peronismo en la Cámara Alta. Algunos de ellos se destacaron por hacer los discursos más retrógrados de la jornada.
Evidentemente, para ser candidato o candidata, en el Frente para la Victoria no era (ni es) un requisito muy importante ser defensor de los derechos de las mujeres.
Si todos ellos y ellas hubieran votado a favor (ejercicio que solo tiene sentido teóricamente), hoy el aborto sería ley. Pero está claro que eso no era posible porque se llegó a 2018 con una pesada “herencia recibida” en este terreno.
El rechazo al derecho al aborto no cayó del cielo
Como se ve, no hay “traición” que valga a modo de explicación de lo que sucedió en el Senado. El voto negativo al proyecto se explica en gran medida por el carácter antidemocrático del régimen político, pero también por las consecuencias de doce años de gobiernos kirchneristas en los cuales se privilegió la relación con el oscurantismo de la Iglesia antes que la vida de miles de mujeres que murieron durante todo ese tiempo por abortos clandestinos.
El pragmatismo le indicó esta vez a Cristina Kirchner la conveniencia de no enfrentarse a un masivo movimiento de mujeres. Según dijo demagógicamente la ex presidenta, fueron ellas quienes la convencieron con su lucha. Pero los límites de su repentino giro a favor del derecho al aborto –al cual rechazó en la reciente campaña electoral de 2017- quedaron claros en su propia argumentación en el Senado.
En especial, se destacó su defensa de la Iglesia, esa institución reaccionaria que en las últimas semanas desarrolló una furiosa campaña en todo el país contra los derechos de las mujeres, saliendo a las calles, declarando municipios y provincias “provida”, intensificando el lobby parlamentario. Se trató de una verdadera cruzada solventada con los recursos millonarios que el mismo Estado le paga. Para la Iglesia no hay ajuste.
A pesar de eso, en su discurso Cristina Kirchner pidió que “no se enojen ni con la Iglesia ni con los sacerdotes. Sigan construyendo esa fuerza que pude percibir claramente el 8 de Marzo", afirmó, y llamó a depositar expectativas en que quizás en un par de años salga la ley.
“Olvidó” la ex presidenta mencionar que en dos años más podrían morir cientas o miles de mujeres más por abortos clandestinos. O que es imposible conquistar los derechos sin enfrentar a la Iglesia, garante del oscurantismo.
En su pragmatismo, Cristina Kirchner quiere quedar bien “con Dios y con el Diablo”. Con las cientas de miles de mujeres que reclaman por sus derechos, pero también con la Iglesia y con sus aliados retrógrados del peronismo y la burocracia sindical con quienes apuesta a 2019. Por eso su voto positivo fue hecho con una extrema moderación y cautela.
Acorde a esta moderación fue también la mención que hizo en su discurso a buscar “alternativas” a la ley por el derecho al aborto que fue rechazada. Se trató de una sugerencia para tender un puente para que los derechos de las mujeres queden sometidos al poroteo de una negociación parlamentaria con los sectores más reaccionarios.
Su discurso, acorde con su renovada relación con el Papa Francisco, es también coherente con su llamado a hacer un amplio frente antimacrista para ganar las elecciones de 2019. En tiempos de crisis, vale recordar que peronismo e Iglesia son dos actores fundamentales que intentan contener el descontento social sin que el mismo ponga en cuestión la “gobernabilidad” capitalista.
Un amplio frente antimacrista puede incluir no solo a quienes posando de opositores votan y aplican el ajuste, sino también a declarados enemigos de las mujeres. Veamos.
En las semanas previas a la votación en el Senado, el ex Jefe de Gabinete de Cristina Jorge Capitanich (miembro del Opus Dei) ofreció una misa a favor del aborto clandestino; su ex ministro de Salud Juan Manzur (quien como funcionario dio de baja un protocolo de aborto no punible) impulsó actividades similares en Tucumán; Hugo Moyano, con quien ahora tiene un renovado vínculo, se pronunció explícitamente contra el derecho al aborto, al igual que buena parte de los dirigentes de la CGT. También se ha visto en las últimas semanas desfilar por el Vaticano a dirigentes de la CTA-Yasky, alineada con el kirchnerismo.
En este camino, parece seguro que Cristina Kirchner no solo propone esperar un par de años más por el derecho al aborto, sino que en sus próximos armados electorales volverá a incluir a candidatos retrógrados dispuestos a votar en el Congreso contra este derecho democrático elemental.
Por último, mención aparte merece también Miguel Ángel Pichetto, quien a pesar de su encendida retórica a favor del derecho al aborto en el Congreso esta semana, tiene, como ex jefe de bancada del kirchnerismo en el Senado cuando eran oficialismo, una alta responsabilidad en que el tema no se haya tratado durante los gobiernos del Frente para la Victoria. Su “autocrítica”, acompañada de críticas duras a la Iglesia, solo se puede entender ahora en el marco de las discusiones del peronismo hacia 2019, y los acuerdos de Cristina Kirchner con el Papa Francisco, aunque con la fuerte contradicción de que se propone agrupar al "peronismo racional", espacio en el que están muchos de los más clericals y reaccionarios. El supuesto progresismo de Pichetto queda en el pantano con tan solo recordar las declaraciones xenófobas que una y otra vez ofreció el rionegrino, aunque ahora las deje en un segundo plano para su precandidatura.
Lejos de los que especulan con los derechos de las mujeres, el PTS en el Frente de Izquierda, junto con la agrupación Pan y Rosas, propone seguir la lucha con una fuerte campaña por la separación de la Iglesia del Estado. Los derechos no se mendigan, se conquistan.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.