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Red Internacional
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ANIMACION JAPONESA. Derechos de Studios Ghibli a Netflix: Cultura, capitalismo y streaming

Se mantiene la ofensividad, por parte de la principal plataforma de streaming en la actualidad, posando esta vez sus garras en Ghibli, uno de los estudios más respetados y reconocidos de la industria audiovisual japonesa.

Lunes 20 de enero de 2020

Una importante noticia se dio a conocer este lunes 20 de Enero. La gran empresa de entretenimiento audiovisual “Netflix”, adquirió los derechos de distribución, del reconocido estudio de animación japonesa “Ghibli”, extendiendo así su parrilla programática de 21 producciones, y abarcando nuevos nichos relacionados a la animación, una apuesta que se viene desarrollando con fuerza, y alcanzando a nuevos e importantes sectores de masas.

“Este es un sueño hecho realidad para Netflix y nuestros millones de miembros” señaló Aram Yacoubian, director de animación de la empresa, agregando “Las películas animadas del estudio Ghibli son legendarios, y tiene fans entrañables alrededor del mundo por más de 35 años. Estamos emocionados de hacerlos disponibles en más lenguas cruzando Latinoamérica, Europa, África y Asia, por lo que más personas pueden disfrutar este fantástico y maravilloso mundo de la animación”.

Por su parte el productor del estudio Ghiblio Toshio Suzuki, se refirió a la iniciativa, manifestando "Hoy en día se puede llegar al público de muchas formas grandiosas. Escuchamos a nuestros fans y tomamos la decisión definitiva de que el catálogo de películas llegue al streaming".

Sobre el desarrollo de nueva plataformas audiovisuales y el capitalismo frente a las tecnologías

No es un secreto para nadie, la ofensiva desplegada por Netflix de instalarse a nivel mundial, no sólo como una distribuidora de entretenimiento, a través de la distribución digital de información multimedia, conocida como “streaming”, sino como una colosal empresa en la industria del entretenimiento.

Desde la distribución del documental “The Square” nominado a los Oscars el año 2014, pasando por la consagración de “Roma” de Alfonso Cuarón con el León de Oro en Venecia el pasado 2019, y la nominación este año de “The Irishman” de Martin Scorsese, la plataforma que hoy tiene a millones de suscriptores en todo el mundo, intenta cada año ir por más, donde claro está eso significa el amasamiento de millones de dólares, volviéndose una de las empresas más lucrativas del último tiempo, la cual a su vez significa una competencia abierta entre los capitalistas del entretenimiento y las artes audiovisuales.

Esto claro, sin mencionar las decenas de series que se encuentran disponible a través de sus servicios, y que sumado al permanente desarrollo de las tecnologías relacionadas a televisores, computadores y celulares, significan un mayor acceso a la cultura y la información, para millones a nivel global, quienes están a un par de clicks de poder revisar y disfrutar del episodio que deseen

Las proyecciones de Ghibli en la situación actual

En el caso de Studios Ghibli, cuyo principal accionista es la compañía Tokuma Shoten, aún no es bastante clara la dirección que tomará el estudio formado por Isao Takahata y Hayao Miyazaki, donde incluso hace unos años se rumoreaba la posibilidad de construir un parque de diversiones, al más puro estilo de Disneylandia. Sin embargo debido al envejecimiento de Miyazaki, cabeza artífice de las producciones galardonadas a nivel internacional, incluso llevándose Oso de Oro del Festival de Berlín el año 2002, o el Oscar a mejor película de animación por “El Viaje de Chijiro” el mismo año, aún parece incierta la línea a seguir por parte de sus autoridades, aunque ya se espera una próxima entrega dirigida por Miyazaki para este 2020.

En este sentido, la alianza con Netflix, tampoco es algo descabellado, pensando que la tónica general de los grandes estudios de cine y animación, ha sido el tener un vínculo comercial, con grandes empresas del entretenimiento, ya se ha visto con Lucas Film, quien vendió el 100% de sus derechos a Walt Disney, la más monstruosa compañía de animación, ha extendido sus garras a distintas áreas como música, cine y televisión, llevándose año tras año suculentas ganancias.

Globalización y capitalismo en el cine

Sin duda la incorporación de Studios Ghibli a la parrilla programática de Netflix, significa la posibilidad de acceder fácilmente a una serie de películas dotadas de una calidad técnica y narrativa tremenda, aparejadas a su vez a contenidos bastante críticos sobre la sociedad capitalista, la crisis medioambiental, o el rol de las mujeres en los arcos narrativos preponderantes. Sin embargo este nivel de ampliar el radio de difusión del material japonés no es ingenuo, es parte de una industria que durante las últimas décadas, ha debido acoplarse a los nuevos desafíos que presenta el cine y el audiovisual, ante una sociedad permeada por el constante flujo de información, y la posibilidad de acceder a contenidos que hace unas décadas parecía impensado.

Y es en este contexto en que el arte a nivel de masas también es parte de un mercado capitalista, en que la obra misma cobra un valor particular, donde por medio de la generación de ganancias ancladas en la división del trabajo cultural -como también señaló Marx en el siglo XIX- se perpetúa una clara separación entre la ideología y la economía en el cine, perpetuando la precariedad de la vida de la clase trabajadora apoyada en otros grandes nichos de la burguesía que ensancha sus bolsillos a costa de la explotación y miseria de cientos de miles en todo el mundo. No por nada la reactivación del comic (DC/Marvel), ha significado gigantescos réditos para todo el aparataje hollywoodense, donde juguetes, ropas, cuadernos -entre otros- con la cara de Spider Man o Iron Man, son totalmente identificables. Juguetes, ropas y cuadernos, los que gran parte de ellos son producidos en países como China, India, Malasya o Taiwán.

La interrelación entre cultura y capitalismo se hace cada vez más evidente en una sociedad, en la que una trabajadora que obtiene un sueldo aún más bajo que el de sus compañeros varones, en 1 hora y media de trayecto a su hogar, es capaz de ver la Princesa Mononoke, una película con un fuerte crítica al capitalismo, la devastación ambiental, y al patriarcado ¿No resulta extraño vivir en una sociedad así?