La derrota 81-73 no es un baño de realidad. Argentina jugó mal, errático, y entró en el juego físico, lento y táctico de la escuela Lituana. Ahora se viene Brasil, clásico aparte; y España. Ambos tienen la obligación de ganarle a “El Alma”. Comenzó la guerra, se vienen dos batallas claves.
Viernes 12 de agosto de 2016
Foto: sitio Diario Libre
Si vamos a un partido donde el primer tiempo termina 30-27 para los lituanos, se entenderá porqué Argentina, un equipo de talentos al que le gusta correr y mover la bola, tuvo que jugar un partido incómodo. A veces a las batallas hay que ir sin elegir el mejor terreno de combate. Y en estos juegos, luego de la tranquila victoria con Nigeria y el gran triunfo ante Croacia, Argentina debe comprender que comenzó la guerra.
Lituania, consumía cada segundo, para terminar con el base Kalnietis o el inspirado Kusminskas, metiendo siempre la bola. EL juego físico desgastó sobre todo a Scola, que no pudo ser opción de ataque del mismo modo que lo fue con Croacia. Y Lituania echaba más leña al fuego cada vez que Sabonis o Valciunas iban a cortinas y peleaban los rebotes ofensivos. Que juego incómodo para Argentina. Pero sin embargo se la bancó, con Ginóbili haciéndose cargo muy tempranamente del juego y luego esperando que pase el vendaval realizando muchos recambios. El primer tiempo fue 30-27.
El tercer encuentro, a pesar de un buen comienzo argentino, fue donde más lastimó la efectividad y capacidad rebotera lituana. Llegaron a sacar 10 de ventaja. Argentina erraba triples mal elegidos, apurados, y se le hizo muy cuesta arriba todo. Pero algo empezó a cambiar en el juego, y el entrenador, “Oveja” Hernández, lo pudo leer bien a pesar de la diferencia. Es que en el tercer partido se empezó a jugar al básquet, hubo contra-ataques y buenos puntos. El parcial teminó 27-22 para los lituanos, es decir que el “terreno” de juego era más favorable para Argentina.
La pelota se movía más rápido, se abría la cancha y se corría. El último cuarto empezó la remontada. Era el tiempo del hiperquinético Campazzo, del dúo Ginobili-Scola jugando en su modo “veteran-NBA” incluso en defensa, y sin darse uno cuenta de lo que estaba pasando, la batalla la lideraba Argentina 61-59, metiendo un parcial de 14 a 4. El estadio, lleno de argentinos comenzó a bailar la tarantela. Pero aquí nuevamente hubo un giro táctico que incomodó a “El Alma”. Lituania metío la bola en el aro, ganó confianza y mucho control de balón nuevamente. Y Argentina sufrió un Nocioni descolocado, subjetivo, y las limitaciones propias de un equipo veterano y muy novato a la vez. El final fue a pedir de Lituania con la insoportable efectividad de Seibutis en los tiros libres y la falta de ideas en Argentina.
Argentina jugó mal, erró demasiados tiros libres, una de las claves del partido; y su efectividad en el tiro exterior fue pésima también. De no darse estas variantes, el partido se terminaba de abrir para el juego argento. Peor Argentina no es la Dorada de Atenas 2004; pero tampoco es la que jugó ese pésimo tercer cuarto y cierre con Lituania. Se vienen dos batallas claves: el clásico sudamericano con Brasil, que tiene su propio microclima, y con España, un equipo al que le cuesta horrores ganarle. Y ambos tienen 2 derrotas y una sola victoria. Necesitan liquidarnos. Lo que se viene es durísimo. Esto estaba dentro de los papeles: ahora hay que jugarlos.