Este año el Salón del Cómic acogía la exposición ‘Novelas gráficas comprometidas’ donde se mostraba el trabajo de autores y autoras que apuestan por un cómic que refleje la sociedad actual.

Verónica Landa Barcelona | @lierolaliero
Lunes 9 de mayo de 2016
Foto: Verónica Landa
Un año más se ha celebrado en Barcelona el Salón del Cómic. En esta edición podían verse diversas exposiciones: la principal ‘Viñetas sobre ruedas’, un homenaje a Francisco Ibañez o un recorrido por las diferentes superheroínas del cómic.
Otra de estas exposiciones era ‘Novelas gráficas comprometidas’ que recogía una muestra de viñetas que tratan temas como la crisis, la corrupción, el racismo o los desahucios.
En la muestra se incluían fragmentos de ‘Viñetas de Vida’ obra sobre la “cooperación internacional” y la “lucha contra la desigualdad social” en el mundo. El proyecto de ‘Viñetas de Vida’ se creó dentro de la campaña ‘Si me importa’ de Oxfam Intermón con el pretexto de mostrar la cooperación española.
También podían verse fragmentos de ‘Iaioflautas’ (Andrea Lucio). Sobre la vida en la calle las obras ‘Invisible’ (Jaime Martín) y ‘Miguel. 15 años en la calle’ (Miguel Fuster). ‘La pobreza no es rentable’ (Alfonso López). Inmigración, discriminación y racismo con ‘Black is Beltza’ (Fermín Muguruza, Harkaitz Cano y Jorge Alderete), ‘Abdel’ (Chechu Ramirez), ‘Blanca Rosita Barcelona’ (Miguel Gallardo), ‘Khalid’ (Jordi Pastor), ‘Freda’ (Kike Benlloch) y ‘Encierro en la iglesia’ (Azagra). Sobre los desahucios estaban los fragmentos de las obras ‘Aquí vivió. Historia de un desahucio’ (Isaac Rosa y Cristina Bueno), ‘Superlópez: El gran desahuciador’ (Jan) y ‘Los bárbaros han llegado’ (Antonio Plou).
Ejemplo de cómic “político” es ‘Gran Hotel Abismo’ de David Rubín publicado este año que habla sobre la Ley Mordaza y la censura y represión que supone. También este año se publica ‘Presas fáciles’ de Miguelanxo Prado que trata sobre preferentes y desahucios. Miguelanxo describe así el porqué de su obra «Hace tres años empecé a escuchar noticias sobre las preferentes, de cómo gente perdía sus ahorros. Supe que tenía que escribir sobre eso. Los datos eran apabullantes y no había lugar para eufemismos: era un timo en toda regla, permitido por el Estado». También ‘El mundo a tus pies’ de Nadar que cuenta la situación de la juventud en el Estado español y la precariedad a la que se ve abocada.
Mención aparte a ‘Los vagabundos de la chatarra’ de Jorge Carrión y Sagar que relata la historia de la precariedad y supervivencia que ningún mass media refleja: la realidad de cientos de personas que sobreviven por medio de la chatarra, rebuscando en contenedores días tras día. La realidad de la ‘marca Barcelona’. Este cómic pretende ir más allá del entretenimiento y la denuncia. Cuenta con material didáctico para trabajar en las aulas porque para Jorge Carrión el cómic puede ser una herramienta pedagógica. El cómic fue nominado al premio de periodismo de innovación Gabriel García Márquez y al Mejor Cómic Español del Salón del Cómic 2016.
En El mundo del cómic no solo está lleno de historias fantásticas de acción y ficción. También hay denuncias, sátiras y política. Muchas obras pueden ser consideradas como cómic de denuncia o crítica según por quien sean leídos. La realidad obliga a que los autores y autoras la muestren en sus creaciones. Como dice Max, uno de los fundadores de la revista ‘Nosotros somos los Muertos’ «Hay una especie de conciencia común que hace que los autores den el salto hacia el colectivo: ya no se trata de hablar de ti, ni de un personaje que hayas creado, sino de lo social».
Después de la dictadura de Franco, el cómic español era una herramienta para hablar de temas tabúes como la homosexualidad o la prostitución. Muchas de ellas se hacían con un tono no tan crítico pero hablando de temas hasta entonces censurados.
El cómic social o crítico trata distintas temáticas y muchas veces se enfrenta a la censura de los países. Lena Merhej, autora libanesa, fue llevada a los tribunales por “ofensa a la religión” al publicar una historieta satírica sobre insultos cristianos en la revista Samardal. Ella y otros miembros de la revista fueron condenados a una multa de 6.000 euros o dos años y nueve meses de cárcel.
En 2007 tras el lanzamiento de la primera novela gráfica en árabe, ‘Metro’, tanto su autor, Magdy el Shafee, como el editor fueron multados por haber publicado un desnudo femenino. Pero el desnudo fue solo una excusa para prohibir una novela que denunciaba la corrupción de Mubarak.
Y hablando del denominado ‘cómic árabe’ hay que resaltar los trabajos relacionados con iniciativas para acabar con el acoso sexual, como el especial de ‘Shakmaguía’, revista de cómics sobre temas de mujeres, o los cómics de Ahmed Nady contra el expuestos en el metro de El Cairo.
Sin embargo la censura acecha, y no solo al cómic, a toda representación cultural que critique o incomode, como pasó con ‘La bestia y el soberano’ censurada en el MACBA de Barcelona. Un ejemplo reciente de esta censura ha sido la retirada de dos obras de Miquel Montlló de esta edición del Salón del Cómic de Barcelona por mostrar vello púbico.