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Red Internacional
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Provincia de Buenos Aires. Desarrollo Social: a la violencia de género le sigue la violencia del Estado

Martes 25 de noviembre de 2014

Ella vive en un barrio obrero del conurbano. Se enamora joven de un pibe del barrio. A los meses queda embarazada y se van a vivir juntos a una casilla que instalan detrás de la casa de los padres de él. El maltrato de éste va en aumento, a los insultos y gritos le siguen los cachetazos, las trompadas, los tirones de pelo, las violaciones. Ella tendrá un bebe, otro y otra. Hablar con un vecino, el supuesto desorden de la casa, uno de los niños que llore o grite, la comida fría o con poca sal, que se corte la señal de cable, serán motivos para una nueva escena de violencia.

A Ella le cuesta ver la salida. Los que están cerca no quieren enterarse de lo que pasa. No tiene ingresos, no termino sus estudios. Un día logra hablar con la maestra y la asistente social de la escuela a la que van sus hijos. Fueron varios meses de trabajar juntas hasta sentirse segura del paso que tenía que dar.

Él nota este cambio y la violencia va en aumento. Ella lo denuncia, una y otra vez. Se anima. Él tranquilo, porque “ella no tenia donde caerse muerta”, le sigue pegando.
Hasta que junto con la asistente social hablan a un servicio de Atención a la Victima. Desde ahí se comunican con el ministerio de Desarrollo Social de la PBA y se consigue un lugar para ella y sus hijos en la Casa de Transito para mujeres víctimas de violencia.

Ella llega con lo puesto junto a sus cinco hijos e hijas de entre 2 y 10 años. Será recibida por las trabajadoras de la casa que harán lo imposible para que esta joven y sus niños empiecen a tener en su horizonte la perspectiva de una vida mejor.
En la casa hace más de un año que están rotos el calefón y el termotanque. Ella tendrá que estar horas calentando agua en la cocina y acarreando ollas para ir bañando de a uno a sus pequeños hijos. En la casa no andan las estufas, si! justo que empezó la pronosticada ola polar. La niña de 6 años es asmática. En la casa no hay caja chica, lo definieron las autoridades hace dos años, por lo tanto las trabajadoras hacen una “vaquita” para comprarle sus remedios. En la casa no hay ropas ni para ella ni sus niños, ni calzado. No hay juegos, no hay nesquik, ni galletitas, ni dulce de leche….

Hasta aquí una historia de las muchas que conocemos quienes trabajamos en el ministerio.

La Casa de Transito, otra historia de violencia

Un femicidio cada 30 horas. Cientos de llamados de auxilio a los servicios 0800 y otros tantos casos que se trabajan en escuelas y hospitales en la provincia de Buenos Aires. La provincia cuenta con DOS Casas de Transito para mujeres víctimas de violencia “domestica” dependientes del Ministerio de Desarrollo Social. Una en la zona oeste que está cerrada por problemas edilicios. La otra en la zona sur, que tiene capacidad para tres mujeres con sus hijos. Las trabajadoras cobraban un plan social y producto de la lucha lograron el pase a planta transitoria en 2011. Cobran su sueldo de cinco mil pesos, sin ningún tipo de bonificación especial ni horas extras por trabajar de noche, fines de semana y feriados. Están expuestas, como ha pasado, a que uno de los violentos ubique la casa y arremeta contra ellas.

En la casa los alimentos llegan a través de un proveedor del ministerio, no así los elementos de limpieza y de aseo personal. Sin caja chica no hay efectivo para cubrir desde un remedio hasta una lamparita quemada. La ropa de cama no se renueva, tampoco los colchones o las toallas. La casa no tiene mantenimiento por falta de materiales, no se fumiga ni desratiza. No hay computadora ni internet, solo un viejo televisor.

La casa funciona gracias a las trabajadoras, que incluso con sus miserables salarios se hacen cargo de muchos de los gastos de urgencia diarios.

Scioli y un presupuesto que profundiza la violencia

Si se analiza el presupuesto de Scioli aprobado por todos los bloques políticos y solo rechazado por el Frente de Izquierda, el problema de la violencia machista no tendrá ninguna respuesta. No hay aumento de la partida presupuestaria para Desarrollo Social (en términos reales) ni una partida especial que permita trabajar realmente cada una de las situaciones de violencia contra las mujeres que abordamos en los servicios sociales, escuelas, salitas y hospitales.

En una de las tantas acciones de lucha que se llevaron adelante en Desarrollo Social, las compañeras contaron que una de las mujeres les dijo “prefiero volver a casa, total a quien muelen a palos es a mí, y no estar viendo como mis chicos pasan hambre en este lugar”

Frente a un presupuesto de ajuste y mano dura, la lucha contra la violencia de género queda en mano de las mujeres, las organizaciones sociales y de trabajadores.