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Red Internacional
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Desastre Ambiental. Desastres naturales y la mezquindad patronal

Un terremoto de 8.4° en la escala de Richter golpea a Chile a lo largo y ancho con entrada del mar en varios puntos de la costa. Un desastre “natural” con marcados límites de clase.

Simón Bousquet

Simón Bousquet Director Audiovisual La Izquierda Diario Chile @simonbousquet_

Sábado 19 de septiembre de 2015

Fuente: LaTercera

Eran cerca de las 20hrs en Santiago, con un colega caminábamos por las calles del centro cuando comenzó a temblar. Mientras crujían los vidrios de los edificios y los postes de la luz se movían de un lado a otro, reflexionaba en como este pueblo, azotado por tantos desastres, casi ni se inmutaba con el minuto y medio de duración del terremoto. Un pueblo acostumbrado a la catástrofe, parecía mantener la calma de forma excepcional, incluso, negocios comerciales, empresas, servicios, siguieron funcionando de forma normal.

Por ejemplo, en el centro cultural GAM, los trabajadores de planta evacuaron el edificio, pero las trabajadoras subcontratadas del aseo, no recibieron ni orden de desalojo, ni ayuda alguna, tomando en cuenta que la mayoría son mujeres mayores, que rozan la tercera edad.

Así es como actúa y “protege” el empresario. Los trabajadores, incomunicados, preocupados por sus familias, por sus pertenencias, ni siquiera recibieron orden de desalojo, de cierre. Tuvieron que seguir su jornada laboral y así al día siguiente.
Un poblador en los vilos decía “me costó 12 años construir mi casa y el mar se la tragó, solo me queda seguir luchando”. Continuaba diciendo “tenemos que acostumbrarnos a las inclemencias de clima en Chile”, pero lo cierto es que todo es obra de la negligencia y la avaricia de los empresarios y el gobierno. No hay soluciones de vivienda, no existe protección para los ancianos, los niños pobres mueren en horas de espera en consultorios, el 70% de los trabajadores reciben sueldos de hambre.

Una hora más tarde ya se habían sentido réplicas de mucha intensidad, los teléfonos aún no funcionaban bien, pero la gente, en pequeños grupos afuera de cada edificio, discutía lo fuerte y largo del temblor y comenzaba a recabar la información que iban arrojando las noticias. Fue 7.2 dijeron, más tarde 7,9 en Illapel, al rato, 8.4, la cifra final, a tan solo 0,4° del 8,8 en 2010.

Es lógico que una sociedad configurada con la gran mayoría de su pueblo y de sus trabajadores en la miseria, será azotada en forma brutal por la naturaleza, transformando el desastre natural, en un desastre de clase. Mientras el diputado Guillermo Teillier, con sus más de 12.000.000 de sueldo, se “apituta” en la ficha de protección social, el muy corrupto, dejando fuera a los más desprotegidos.

Ningún negocio cerró, a lo más algún negocio particular atendido por su dueño, pero supermercados, como el Lider de estación central, incluso cerraban sus puertas con gente dentro, para “evitar” robos, poniendo en riesgo a todos, mostrando el rostro del empresario, que solo busca mantener intacta su utilidad. En Tongoy, el mar entró al pueblo como una muralla de agua. Inundó lo que separaba la península del cerro y transformó parte del pueblo en una isla. Pescadores artesanales, ya azotados por la negligencia del gobierno en marejadas anteriores, veía desde las alturas como volvían a perder lo que lograron levantar de los rastrojos de sus antiguos botes. En la región de Coquimbo, barcos adornaban la costanera a varios metros del mar.

Para Illapel y sus alrededores, para los pueblos alrededor de la costa, fue una noche que no podrán olvidar.

Incluso luego del desastre que significó el terremoto del 2010, el gobierno de la nueva mayoría se limitó a aprender algunos procedimientos e instalar algunas alarmas de tsunami. Tuvieron que responder rápido, para al menos comprobar que aprendieron a actuar como lo hacía en calma el pueblo en las calles y en sus casas. Bachelet se resta de la fonda en parque O´higgins por que dará una gira por los sectores más afectados. Es la herencia de la dictadura, protegiendo al empresario, al capitalista, dejando a merced de la inclemencia del clima a los sectores más empobrecidos, como en Iloca donde pobladores aún esperan la ayuda del gobierno, quien remata los sitios y terrenos a precio de huevo, para volver a hacerlos rentables.