Ya sea en la interna peronista o macrista, dando por descontado al bussismo, la demagogia punitiva ocupa un lugar central en tiempos donde se profundiza el ajuste.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Miércoles 9 de enero de 2019 21:15
La demagogia electoral de los planteos punitivistas no es sólo de la ministra Patricia Bullrich, quien días atrás anunció la intención por parte del gobierno de bajar la edad de inimputabilidad. En Tucumán el peronismo es quien toma como propia la agenda de la “mano dura” para llevarla adelante y para derechizar el discurso y las medidas.
Blindaje (con Taser incluidas)
En la última sesión del año, la Legislatura sancionó una serie de leyes para blindar al gobierno de Juan Manzur. Con la mayoría oficialista se aprobó el DNU firmado por el gobernador para la compra directa de armas y equipamiento a Israel por cerca de U$D 10 millones. La compra de 4000 pistolas Jericho 9 milímetros, entre otros ítems, despertó las fundadas sospechas de sobreprecios (U$D 950 por arma, el doble de lo que afirmó una empresa afirmó).
El cuerpo legislativo también se creó un régimen para implementar las policías municipales. La creación de estos nuevos cuerpos policiales servirá como reemplazo de los vigías municipales, grupos parapoliciales utilizados por varios intendentes, que en su breve existencia cosecharon denuncias por maltrato y abuso. Desde el PE afirmaron que podrán crear policías municipales aquellas intendencias que adhieran al convenio aprobado en la Legislatura. Hasta ahora serían diez municipios. Complementariamente, continuó la política de incorporar mes a mes 100 agentes de la policía provincial (actualmente hay unos 1000 suboficiales entre las escuelas de Capital y Tafí del Valle).
En aquella sesión también se aprobó un “marco regulatorio del uso racional de la fuerza” para la policía provincial. Desde el gobierno de Manzur ya se había adelantado que no adherirían al “protocolo Bullrich” y elaborarían una normativa propia. De todas maneras, el “protocolo Maley” (por el ministro de Seguridad de la provincia, Claudio Maley) no se aleja tanto de los planteos macristas ya que incorpora el uso de armas eléctricas, como las pistolas Taser que Bullrich quiere implementar. Esta decisión estatal ignora que hasta la propia ONU afirmó hace años que pistolas como las Taser constituyen una forma de tortura y puede resultar letales. Seguramente, la policía tucumana -heredera de las picanas de los genocidas, hacedora de hechos de torturas contemporáneos- se escudará en los “casos necesarios” mencionados en el protocolo de Maley para justificar nuevamente la brutalidad.
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“Desde la Jefatura”
En el marco de la interna con su sucesor, José Alperovich comenzó a hacer énfasis con sus críticas a la política en seguridad del gobierno provincial y para ello recurrió al manodurismo. “Si fuera hoy el gobernador me instalaría en la Jefatura de Policía y comandaría el gobierno desde ahí”, afirmó en una entrevista, en lo que definió como un “consejo de corazón” a Manzur.
El senador se recuesta sobre la figura de Cristina Kirchner y aspira, con un borrón y cuenta nueva, ser el candidato del kirchnerismo en Tucumán. Quizás por eso repite un concepto propio de Sergio Berni. “Hay que ser implacables dos o tres años. Motos sin papeles, secuestro, preso. Vamos a volver con una ley para la requisa. Hay que volver a pedir documentos durante un tiempo”, afirma el ex gobernador.
Alperovich también repite ideas propias de Bullrich cuando afirma, por ejemplo, que la policía “no actúa” porque no se siente “protegida por el Estado”. Para la ministra de Seguridad esto significa avalar la “doctrina Chocobar”, para Alperovich no debe ser tan distinto.
Con este panorama, en la interna peronista tanto quienes se referencian en Alternativa Federal o en el kirchnerismo comparte el horizonte de la profundización de las medidas represivas, que siempre recaen en la juventud y los sectores obreros y populares.
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Ajuste y represión
Desde el lado de la oposición nucleada en Cambiemos hay una reivindicación total de las políticas que se impulsan desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, con acento en el fantasmagórico “combate al narcotráfico”. Por eso, a tono con las necesidades cambiemitas, la demagogia punitiva sirve para tapar las consecuencias y redirigir el malestar social por el ajuste. Algo que de rebote sirve para Manzur y Alperovich, que no deben dar cuenta de su rol de garantes del ajuste ni tampoco cómo terminarían con el saqueo encabezado por el FMI.
Las figuras de Cambiemos -José Cano, Silvia Elías de Pérez- ponen en el centro a la inseguridad pero en un escenario donde el régimen político no se diferencia en su derechización. Mucho de la agenda securitaria de Cambiemos ya lo aplica el peronismo local. Sucede con el aumento de efectivos, con la compra de armamento y hasta con las Taser. El ministro Maley defendió a los policías asesinos de Facundo Ferreira con anticipación a la propia Bullrich.
Cómo será el juego de espejos derechistas, que una corriente interna de la UCR que lleva el nombre del abogado radical desaparecido Gerardo Pisarello comparte el mismo programa con el bussismo. La diputada nacional Teresita Villavicencio y el legislador Fernando Valdez (alineados a Eco de Martín Losteau) adoptaron la consigna con la que Ricardo Bussi hace campaña: que las fuerzas federales se vuelquen a las calles.
Frente a esta “bolsonarización” de los partidos del régimen, el PTS y el Frente de Izquierda se planta como alternativa política. No sólo rechazando las propuestas punitivistas y demagogas, sino señalando la estrecha relación que hay entre las mafias del crimen organizado y sectores del Estado; denunciando la estigmatización de la juventud y los inmigrantes, exigiendo plenos derechos y luchando contra el ajuste y el saqueo al pueblo trabajador.