Este 1 de septiembre se llevó a cabo el quinto informe de gobierno, establecido por la Constitución, del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, se trata del décimo noveno de su gestión ─no hay que olvidar que AMLO ha ofrecido cuatro cada año; en marzo, julio, septiembre y diciembre-.
Sábado 2 de septiembre de 2023
En esta ocasión, el informe se llevó a cabo en Campeche. Se trata del primer informe de gobierno dictado constitucionalmente que se da fuera de la Ciudad de México. En julio de 2022, AMLO ofreció uno desde Tabasco, no obstante, ese no tuvo el mismo carácter que el presente.
El evento estuvo cargado de simbolismo; hubo alrededor de 500 invitados: miembros del gabinete, gobernadores, empresarios y el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, reunidos en el Centro Internacional de Convenciones y Exposiciones “Campeche XXI”. Lo primero que se cuestiona uno es si se está rindiendo cuentas a la nación o al imperialismo estadounidense representado por Salazar. El simbolismo de “invitar” a este personaje retrata la relación de profunda dependencia, en lo económico y en lo político, de nuestro país frente al poder del capital extranjero.
Así, aunque el presidente inició su discurso reconociendo “la contribución de Campeche a la historia nacional”, expresando que esa fue la supuesta razón de que decidiera rendir el informe en dicha entidad, lo cierto es que Campeche le pareció un buen escenario para rendir cuentas a la cúpula empresarial mexicana y recibir el beneplácito del diplomático del imperialismo estadounidense. Es la manifestación simbólica de aceptar la imposición imperialista de que México sea la pared ante la que se estrellen los flujos de migrantes; por “la buena”, generando insuficientes puestos de trabajo para ellos o por la mala, persiguiéndolos y reprimiéndolos mediante la Guardia Nacional.
Así Campeche ─lugar donde comenzó la construcción de uno de los proyectos insignia de la actual administración, en oposición a la voluntad de pueblos indígenas y en detrimento de los bienes naturales no solo de México, sino de la humanidad─, es utilizada para promover los intentos de recomponer la crisis del régimen político mexicano a través de la creación de infraestructura para la empresa turística burguesa que en realidad es el Tren Maya.
De ahí, AMLO informó que en diciembre se inaugurará el Tren Maya ─verdadera razón detrás del hecho de que dé su informe desde Campeche─, con más de 20 estaciones y 14 paraderos a través de los cuales se desplazarán turistas nacionales y extranjeros. Como agarrándose a una tablita de salvación, pues, sumido en el ajetreo electoral rumbo al 2024, no tiene iniciativas nuevas de qué presumir. Sobre ello llegó a decir que es la obra de mayor importancia a nivel mundial actualmente: “Su importancia no solo tiene que ver con la ingeniería civil, ferroviaria, también con su dimensión económica, ecológica, turística y cultural”.
Ulteriormente afirmó que su modelo de gobierno se sustenta en un humanismo que busca atender primero a la base de la pirámide social y que supuestamente se sintetiza en la frase “por el bien de todos primero los pobres”.
Así, resaltó los logros de la creación de empleos y el aumento al salario mínimo. También refirió que después de la pandemia México ha tenido un crecimiento económico de 3 %. En este tenor, dijo “Les agradecemos de corazón paisanos migrantes lo que envían a sus familiares. Este año superará los 60,000 millones de dólares, cifra récord”.
Pero, más allá de que la creación de empleos y el crecimiento del salario mínimo, están muy por debajo de la canasta de precios y otras necesidades fundamentales de los trabajadores como el pago de vivienda y servicios, el hecho de que 25 millones de mexicanos que han tenido que irse del país para trabajar y enviar dinero a sus seres queridos, un sistema que se echó a andar hace siete décadas, por acuerdo de los gobernantes de ambos países, es la prueba viva de que el capitalismo mexicano no es viable como tal y se sobrevive sólo con la dependencia de la infraestructura productiva estadounidense. No es para que el Estado festeje que 60 mil millones de dólares apuntalen una economía que no les retribuye nada a la mano de obra migrante mexicana, en educación, puestos de trabajo, derechos laborales, de salud y vivienda, cuestiones que tienen que comprar en EEUU para sobrevivir y poder enviar dinero, una postura de lo más cínica del Estado y régimen mexicanos.
Luego, AMLO prosiguió asegurando que la austeridad republicana ─una de las políticas insignia de su gobierno─ no es un slogan, sino una realidad. Afirmó que “La austeridad no solo es un asunto administrativo, es un asunto de principios, no se derrocha el presupuesto que es dinero del pueblo”. Esta realidad la viven día a día los miles de trabajadores estatales que están siendo despedidos con el pretexto de la “austeridad”, mientras los funcionarios de las mismas instituciones prevalecen con sus altos sueldos y prestaciones que dejan muy atrás lo que gana el mismo presidente, echando por la borda su discurso de que su salario debe ser la tabla rasa a la que se debieran sujetar sus funcionarios, quienes no tienen ningún interés en hacerle caso. Mientras, continúan las oleadas de despidos de trabajadores de los niveles más bajos de los sistemas escalafonarios, los cuales son sustituidos con trabajadores contratados bajo nuevos modelos sumamente precarios o de plano de contratación simulada; casos emblemáticos, los servidores de la nación y trabajadores de Pilares en la Ciudad de México.
En seguida habló de uno de los programas sociales más notorios en su gobierno: Sembrando Vida. AMLO se refirió a él como “…el mejor programa de reforestación del mundo”. Después el presidente destacó la inversión de 100,000 millones de pesos en la juventud, a través del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Un programa diseñado para poner a trabajar a los jóvenes en lugar de impulsarlos a terminar sus estudios, prefiere insertarlos en el mundo laboral, en malas condiciones salariales y sin derechos sindicales, subvencionando con esta medida a miles de empresas que reciben mano de obra fresca y gratuita.
Posteriormente el primer mandatario aseguró que se garantizará el derecho a la salud de todas y todos los mexicanos. Supuestamente, para ello es que el IMSS-Bienestar ya está operando en 18 entidades del país. Asimismo, prosiguió celebrando que en pandemia “nadie se quedó sin atención”.
En cuanto al sector salud, obviamente el presidente no habría de reconocer la situación de precarización laboral que les es impuesta a médicos y personal administrativo del IMSS e ISSSTE. Derivado de esto último es que ha habido protestas durante los últimos meses, las cuales han llegado a ser fuertemente reprimidas; el gobierno de la 4T llamó “héroes” a los médicos durante la pandemia, sin embargo, hoy los trata como caprichosos neoliberales por exigir basificación, la cual, no hay que dejar de mencionar, les fue prometida y hasta la fecha no se les ha otorgado.
Finalmente, el tema de la violencia fue aludido, destacando, en tono triunfal, que ésta supuestamente se ha reducido. En esta parte agradeció al secretario de Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, y al titular de la Marina José Rafael Ojeda Durán, el “apoyo” que han brindado a la nación. Refleja así el cumplimiento de su tarea fundamental como restaurador de la dominación del régimen político mexicano en el que las fuerzas armadas nunca dejan de pasar desapercibidas. Y para eso hay que lavarles la cara todos los días, dándoles tareas administrativas que son de carácter meramente civil, soslayando su impunidad, como ante la investigación del GIEI en relación a Ayotzinapa.
Pero, más allá del tono triunfalista con que AMLO emitió el penúltimo informe de la totalidad de su sexenio, las situaciones que afectan fuertemente a la clase trabajadora y sectores populares, como lo son la falta de estabilidad en el empleo y derechos laborales plenos, así como la violencia y la desaparición forzada, han sido obviamente, las referencias ausentes en el discurso presidencial.
No solo eso. En cuanto al tema de la desaparición forzada, en medio el militarismo cada vez más exacerbado en lo que va del sexenio de la 4T se expresó en este quinto informe, con el reconocimiento de AMLO a las fuerzas armadas, las cuales gozan de impunidad en casos como Ayotzinapa y de ejecuciones extrajudiciales como la de Nuevo Laredo, Tamaulipas hace algunos meses ─por mencionar solo un caso-; ni qué decir del reciente envío de fuerzas militares a patrullar las calles de Ciudad Juárez.
Muchas son las contradicciones que tiene el gobierno de la 4T, que lejos de romper con el neoliberalismo mediante algunas medidas que benefician parcialmente a la población pobre, éstas no sólo son insuficientes para sacar al grueso de la población de la pobreza y la carestía. El pueblo no es lo primero, como gusta decir AMLO, quien lo que da con la mano izquierda nos lo quita con la derecha, pues como amigo de los empresarios, también los rodeas de beneficios dejando, además, en la impunidad a los ladrones de los gobiernos anteriores y apoyándose, ante los cuestionamientos de la derecha, en sostener la obra pública cada vez más con la intervención "administrativa" de las fuerzas armadas, una iniciativa bendecida por el gobierno de las trasnacionales allende el Bravo. Con todo eso, la confianza en su discurso "beligerante" a "favor del pueblo", del que hace usufructo, lo mantiene con grandes posibilidades de reproducirse en el siguiente sexenio e imponer no solo su continuidad política sino su injerencia necesaria ante un relevo débil o con poco arrastre de masas, con Morena que tendrá que vérselas a la sombra de la figura carismática.