Anna, trabajadora sanitaria y delegada sindical, comparte su visión de la ley y explica por qué debe apoyarse la lucha de los estudiantes para detener esta nueva ofensiva contra los servicios públicos.
Lunes 20 de diciembre de 2021
Parece que a pesar de la situación de emergencia sanitaria y social que estamos viviendo, no se puede esperar nada bueno de aquellos que deberían facilitarnos un entorno más saludable y seguro para hacer frente al panorama que nos ha quedado, fruto de las carencias que ya llevamos años sufriendo, recorte sobre recorte. Es un ataque por tierra, mar y aire contra los servicios públicos. Mientras hemos tenido que aferrarnos con uñas y dientes a un sistema sanitario público que hace aguas por todos lados, ya estamos recibiendo la ofensiva contra las universidades. No sorprende tanto de quien viene, un viejo conocido defensor del plan Bolonia, si no de dónde viene, de los socios más de izquierdas del “gobierno más de izquierdas” que el Estado Español ha tenido en los últimos tiempos. La “Ley Castells”, que lleva el apodo del ministro que curiosamente ha dimitido ayer #16D, el día de la Huelga de estudiantes contra esta ley, no es más que un perfeccionamiento del modelo de universidades que se están regalando desde hace años todos aquellos que mercantilizan nuestras vidas, la gran empresa privada y los políticos que se retirarán a los consejos asesores de estas mismas empresas y quizás también al Consejo Social de alguna universidad… todo sea estar aferrado a la silla o a la mamella del dinero público.
Quieren otorgar todo el poder de decisión a la empresa privada a través de estos órganos de gobierno en los que los representantes de los trabajadores y de los estudiantes quedarían como una simple anécdota. Con una Universidad infrafinanciada, nos dirán que no les queda más remedio que recurrir a la empresa privada para que venga a salvarnos a todos. La misma excusa que en Cataluña ya utilizan con Sanidad y que muchos se tragan, unos por complicidad, otros por ignorancia. No sé a cuál de estos grupos pertenece, pero no hace mucho, en una charla, oí al presidente del colegio de médicos diciendo “que suerte que habíamos tenido de la sanidad privada durante esta pandemia, ¡imagínense que todo lo hubiera tenido que absorber la pública!” Sorpresa, doctor, todo lo pagó la pública, es más, las concertadas que absorbieron esta actividad, hace años que se financian con dinero público, lo que no se entiende es por qué todavía son concertadas después de tanta inversión y no pertenecen ya al CatSalut. En fin, que aquí y allá, el capital ha comprado los gobiernos y las leyes son hechas a medida para favorecer a las élites extractivas, que son los cuatro que se mantienen arriba, chupando de los de abajo.
Bien, una vez todos convencidos de que no hay más remedio que aceptar que necesitamos la ayuda de las empresas privadas, entonces les haremos publicidad, por supuesto, y además para darles las gracias por tan desinteresada ayuda, los estudiantes harán prácticas gratuitamente, al tiempo que les enseñarán cómo debe ser un buen trabajador dentro del sistema capitalista: competitivo, entregado a la empresa...mano de obra barata. Vaya. Barata como los profesores asociados, que cobran menos, y que pueden echarlos cuando no los necesitan. Si quieren hacer investigación hay que pagarla… Y que, como cientos de miles de trabajadores públicos, pueden ir a la calle cualquier día de estos, cuando hagan efectiva la ley de estabilización de plantillas, el Icetazo.
Más cosas de la ley del ex ministro de universidades más de izquierdas de la historia: a través de la “Ley de Convivencia” quiere criminalizar la protesta estudiantil, ¡que no se ofenda a nadie sobre todo! Que no nos tiren el chiringuito hacia arriba con sus protestas contra nuestras brillantes ideas y, de paso, el próximo día que la extrema derecha venga de visita, que no se encuentre una bienvenida de esas que suelen tener en las universidades. En la universidad todo el mundo cabe, ¡Paz y Amor! (Es ironía, por si acaso).
La lengua catalana será irrelevante, nadie velará por preservar esta parte fundamental de nuestra cultura que siempre ha funcionado como elemento de cohesión social y que ahora algunos inventan un conflicto para utilizarla precisamente, por el contrario, para dividir, con la voluntad de acabar con lo que sus antepasados no pudieron hacer con los Decretos de Nueva Planta ni con la “unidad nacional” franquista. Más vale que tengamos claro que debemos defender el catalán sin complejos y asumiendo todas las consecuencias.
Todo esto es un vistazo a esta ley, no en profundidad, ya lo han hecho otros que entienden más de universidades, pero quería dejar constancia de que la privatización de los servicios públicos, nunca funciona, al menos para la gran mayoría, para los que somos clase trabajadora. El propio tribunal de cuentas de la Unión Europea, emitió un informe en 2018, diciendo que la participación privada en los servicios públicos era una mala idea. Como yo lo que conozco es la sanidad, puedo deciros que tener un modelo público-privado, hace que mucho dinero público no acabe revirtiendo al sistema público, sino que se pierdan de por medio, con sueldos de altos cargos, con empresas subcontratadas, con algún regalito entre amigos (que por eso perdemos transparencia en la concertada... Y ya estamos en la sexta ola (no en la primera ni la segunda) y la Atención Primaria sigue saturada y sin haber vuelto a la “normalidad”. Los hospitales vuelven a estar sin camas y sin personal. Tratar mal a los trabajadores tiene consecuencias nefastas para el propio servicio, bien porque falta personal, bien porque lo está quemando. Las listas de espera que antes de la pandemia ya sufrían, llevan casi dos años creciendo a un ritmo aún mucho más acelerado.
Así, a grosso modo, la mitad de los trabajadores públicos del estado son interinos o temporales, la UE les obliga a hacer una ley para estabilizar a todos estos trabajadores y con el Icetazo les sale una ley que lo que hará es despedirla en gran parte. Una vez más veremos eso de que necesitan la privada porque el sistema no puede absorber tanto volumen de trabajo. Y cada vez menos trabajadores públicos y cada vez más precarizados.
Es realmente triste ver cómo se están cargando todo lo que nos queda del sistema público, lo único que puede rescatarnos cuando vamos enfermas.
Y el precio de la luz subiendo, el problema de la vivienda galopante, las pensiones públicas que también quieren privatizar y miles de familias sin tener ingresos que les permitan garantizar su existencia. Entonces se llenan la boca de salud mental y aumentan las plantillas de psicólogos, en lugar de implantar una Renta Básica Universal y velar porque los servicios públicos estén bien dotados presupuestariamente y, sobre todo, bien gestionados. Esto es el capitalismo, lo aplique quien lo aplique.