A cinco días del terremoto que dejó 570 muertos y miles de heridos los ecuatorianos de las zonas afectadas viven en estado de emergencia y sin acceso a condiciones sanitarias básicas.

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Viernes 22 de abril de 2016
Miles de ecuatorianos pedían el jueves agua, medicinas y comida, cinco días después del peor terremoto en casi 70 años que dejó un saldo de 570 muertos, casi 200 desaparecidos y miles de heridos y evacuados.
El gobierno de Rafael Correa que fue expeditivo para firmar el estado de excepción, con el objetivo de evitar saqueos y “controlar” a los pobladores de las zonas afectadas, ha reconocido que no tiene la misma rapidez para solucionar los problemas vitales de los damnificados, muchos de ellos de las zonas más empobrecidas.
Acabo de firmar decreto de excepción y movilización nacional. País en emergencia. Hoy más unidos que nunca.
Hemos activado líneas de...— Rafael Correa (@MashiRafael) 17 de abril de 2016
Ante la desesperación de los pobladores de las regiones devastadas Correa argumentó que no se trata de falta de ayuda, sino de fallas en la distribución de las abundantes provisiones. Y con un verdadero cinismo prometió solucionar el problema pronto, sin reparar en que hay poblaciones enteras que no pueden esperar.
Como si fuera poco en una de sus visitas a las zonas afectadas enfrentó a un grupo de personas y llegó a amenazar con mandar preso a uno de ellos que reclamaba por agua y comida.
Es en serio? Correa amenaza a sobrevivientes del terremoto con mandarlos presos x q están desesperados? pic.twitter.com/MsxnM4HxnM
— Cynthia Viteri (@CynthiaViteri6) 22 de abril de 2016
En la ciudad de Pedernales, casi totalmente destruida por el sismo de magnitud 7,8, la mayoría se quejaba por la falta de atención. La situación es similar en Calceta, también perteneciente a la provincia de Manabí. Según la agencia Reuters, allí el clamor de los pobladores se replicaba a lo largo de los 200 kilómetros de litoral afectado donde, sobre calles en las que solían levantarse casas, edificios y hoteles, ahora se apilaban toneladas de escombros y fierros retorcidos. En esa zona más de 25.000 se encuentran evacuadas y viviendo en estadios de futbol y aeropuertos, mientras que aquellos que se quedaron en sus viviendas destruidas no tienen acceso a comida ni agua potable. Una situación similar se vivía en la provincia de Esmeraldas, donde las condiciones de precariedad son extremas y ya antes del terremoto la pobreza superaba el 70 % en varios cantones.
Aumento de impuestos y riesgos de epidemias
Correa, decretó el miércoles alzas temporales de impuestos al salario y del IVA (que pagan todos los ecuatorianos) para enfrentar los gastos multimillonarios de reconstrucción. Las reacciones a los anuncios de Correa fueron de rechazo mayoritario en los pueblos más golpeados, que se niegan a pagar ellos mismos la reconstrucción por medio de nuevos impuestos.
Los desastres naturales, como el terremoto del sábado pasado en Ecuador se agravan por las condiciones de precariedad extrema en el que se encontraban gran parte de los habitantes de esas zonas. A la condición mayoritaria de pobreza se suma la escasa o mala infraestructura y las denuncias de fallas estructurales en la construcción de viviendas. Como decía un informe de fines del año pasado, los indicadores para Manabí hablan de viviendas con características físicas inapropiadas para el alojamiento humano, servicios inadecuados y hacinamiento.
Frente a este escenario parece una burla la afirmación de Correa que, según la agencia Reuters “al pasar revista por las zonas afectadas manifestó que muchas vidas se hubieran podido salvar si los precarios edificios hubiesen respetado las normas de construcción”.
Mientras tanto los pobladores de las zonas afectadas deben lidiar también con los riesgos del posible brote de enfermedades. De hecho, los cientos de rescatistas que se acercan a la zona usan mascarillas para combatir el intenso olor a descomposición y los miles de militares desplegados como parte del estado de excepción, para “mantener el orden”, eran vacunados antes de llegar a los estados afectados.
La organización internacional CARE dijo el jueves que las enfermedades transmitidas por mosquitos como, el Zika y el dengue, eran una "amenaza inmediata".
Aquellos que no murieron en el terremoto no solo deben soportar el hambre, la falta de agua potable, la represión de las fuerzas de seguridad y el cinismo del presidente Correa, sino que también deberán enfrentar el posible brote de enfermedades en los próximos días, para poder sobrevivir.

Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario