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Red Internacional
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FÚTBOL FEMENINO. Desigualdad de género: el caso de las jugadoras del fútbol argentino

Si bien los tiempos que corren muestran la lucha de la mujer por conquistar los espacios que le fueron denegados históricamente, el ambiente futbolero se muestra todavía exento, como un lugar imposible de llegar.

Alfredo Blanco Twitter: @ruidosucioar

Jueves 8 de marzo de 2018

El fútbol es una de las atracciones deportivas por excelencia en Argentina. Se trata de un fenómeno social y cultural que atravesó a todas las generaciones desde fines del siglo XIX a la actualidad. En las últimas décadas, al igual que en el resto del planeta, se vio absorbido por el poder mediático, el cual aumentó la espectacularidad de la práctica y la convirtió en uno de los negocios más rentables del momento.

El poderío económico que manejan las asociaciones más importantes del mundo y sus respectivos clubes, no sólo los lleva a pagar fortunas por un jugador, sino también a incrementar el nivel de profesionalidad, potenciar la marca deportiva y en la mayoría de los casos a fomentar, además del fútbol jugado por varones, también el practicado por mujeres.

El fútbol femenino no es un fenómeno de la historia reciente, sino que se remonta a la Gran Bretaña de finales del 1800. Si bien no tuvo la visibilidad del practicado por hombres, a través de los años fue ganando un lugar dentro de la sociedad británica, sobre todo durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial, cuando la mujer comenzó a ganar espacios dentro de las fabricas y por consiguiente, en los torneos de balompié que allí se organizaban y gozaban de gran popularidad.

Esto apenas fue el comienzo de una historia que llevó varios años hasta el reconocimiento de la FIFA como ente regulador. Desde entonces la mayoría de las potencias de este deporte reforzaron la idea de la profesionalizar esta disciplina. Países como Estados Unidos, Alemania, Brasil, Suecia y Noruega, cuentan con estadios, centros de entrenamiento y un presupuesto que fomenta exclusivamente la práctica, permitiendo que las futbolistas solo se dediquen a jugar.

En la Argentina de Messi y Maradona, un país que se supone potencia deportiva y dos veces ganador de la Copa del Mundo, el fútbol femenino es ninguneado por la dirigencia, los medios especializados y gran parte del público. Las jugadoras no cuentan con un apoyo económico por parte de los clubes y la AFA, más allá de que la FIFA otorga un presupuesto anual que debe ser destinado a la financiación de los entrenamientos y las diferentes competiciones.

Claudio “Chiqui” Tapia, el titular de la Asociación del Fútbol Argentino, ha manifestado en la presentación de la temporada 2017/18 del Campeonato de Fútbol Femenino, tener la intención y el deseo de ser “el presidente de la igualdad de género”. Esto a la práctica aun no fue llevado: las jugadoras no cobran sueldos ni viáticos y además son relegadas a entrenarse de manera nocturna, algunas lo hacen en la medianoche, ya que no cuentan con un lugar adecuado en horarios centrales, acordes a la realidad nacional, en la cual han aumentado los casos de desapariciones y femicidios.

Lejos está el fútbol argentino de lograr una paridad de género. Lejos está del ideal que en estos días han alcanzado federaciones como la noruega, donde las jugadoras de la selección nacional y sus colegas varones comenzaron a percibir el mismo sueldo. En nuestro país hay un machismo que sobrevuela las tribunas, el campo de juego, las oficinas y algunos de los medios de comunicación, donde el deporte practicado por mujeres sigue siendo una mera nota de color y los titulares centrales tienen que ver con el mostrarse arriesgado, atrevido y audaz, como sinónimo de “tener huevos”, de ser un juego “exclusivamente de hombres”.