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Red Internacional
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SALUD // CIENCIA. Desmitificando los usos de la marihuana

La ilegalidad de la marihuana generó enormes dificultades para el conocimiento científico sobre sus usos recreativos y medicinales. Pero la investigación científica empieza a derribar mitos.

Sábado 27 de agosto de 2016

La marihuana ha acompañado a la humanidad desde hace miles de años, usada como parte de alimentos, como medicina, en ritos religiosos o como droga recreativa. Su ilegalización en gran parte del mundo desde mediados del siglo XX, así como la estigmatización y persecución a sus consumidores, significó una fuerte traba para el estudio de sus aplicaciones. Pero, poco a poco, la evidencia científica se acumula, poniendo en cuestión mitos y falsedades, y abriendo las puertas a una mejor comprensión sobre la planta “maldita” y sus posibles aplicaciones.

Entendiendo a la marihuana

Entender el por qué de los efectos que tiene la marihuana, sus posibles usos y dosis no es cosa fácil. Su composición química es muy compleja, ya que contiene más de 400 sustratos químicos.
Entre ellos se cuentan un total de 66 canabinoides (compuestos con capacidad de interactuar con las neuronas), siendo delta-9-tetrahidrocannabinol (mejor conocido como THC) el psicoestimulante más abundante entre ellos. La concentración de THC varía en función del origen de la planta, tipo de cultivo y su combinación genética, y también lo hace la de los demás cannabinoides, que tienen distintos efectos.

La vía más común de administración de marihuana es la inhalación por vía oral. Una vez inhalado, el humo se absorbe de forma rápida, alcanzando la circulación pulmonar, la sistémica, y finalmente al sistema nervioso central, donde ejerce sus principales efectos. Su liposolubilidad (su capacidad para disolverse en las grasas), permite que se distribuya ampliamente por el organismo acumulándose en el tejido adiposo y en el bazo, sitios de los que se desprende paulatinamente.

Pero la inhalatoria no es la única vía por la que puede utilizarse la marihuana. Aparte de vaporizadores, se ha investigado su administración terapéutica por vía ocular, sublingual, dérmica, digestiva y rectal.

Su uso medicinal

El uso del cannabis como analgésico probablemente sea la más conocida de sus aplicaciones terapéuticas. Pero son amplios los usos y formas que se le ha dado al cannabis como medicamento para muchas patologías, tanto crónicas como terminales, y cada vez se acumula más evidencia sobre su utilidad.

Numerosos estudios publicados en importantes revistas científicas (Clinical Pharmacology & Therapeutics, British Journal of Pharmagology, British Journal of Cancer), además de investigaciones de laboratorio (Universidad Complutense de Madrid, Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos), afirman su eficacia frente a los efectos secundarios en tratamientos de quimioterapia contra el cáncer.

Los tratamientos utilizados para combatir el cáncer pueden ocasionar efectos secundarios severos, muchas veces de difícil control. Los medicamentos quimioterapéuticos pueden causar náuseas y vómitos mediante la excesiva producción de serotonina de las células ubicadas en el tracto intestinal, lo cual irrita la capa superficial del intestino y estimula al “centro del vómito”, provocando la nausea. La acción de los cannabinoides bloquea en parte de la acción de la serotonina, suprimiendo el estímulo del vómito y las náuseas.

El exceso de serotonina, además, impide que se produzca ghrelina (la “hormona del hambre”), que se produce cuando el estómago está vacío. Por esto, el estómago no emite señales de apetito al cerebro, por lo que el paciente pierde el apetito. Los cannabinoides pueden sustituir la acción de la ghrelina, estimulando en el cerebro la sensación de hambre.

La acción analgésica de los cannabinoides es útil no sólo en cánceres, sino también en otras enfermedades. Los estudios han demostrado que los cannabinoides pueden reducir la hiperalgesia (sensibilidad excesiva del dolor) en los tejidos profundos afectados por el crecimiento de un tumor, al inhibir los nociceptores o “neuronas del dolor”.

Por último, en experimentos en ratas se han comprobado mecanismos de destrucción de células tumorales por los cannabinoides, que podrían generar un medio hostil para el desarrollo del cáncer. Sin embargo, estas últimas investigaciones deben corroborar su eficacia en humanos.

Además, numerosos estudios han evaluado su uso en el tratamiento de muchas enfermedades, como el glaucoma (aumento patológico de la presión intraocular), la esclerosis múltiple (enfermedad autoinmunitaria que afecta al cerebro y la médula espinal), alzheimer, las crisis convulsivas y la epilepsia, con resultados alentadores. Además, podría ser útil para el tratamiento de las adicciones a estimulantes como la cocaína, la metanfetamina y el tabaco.

El cannabis medicinal puede traer un enorme abanico de posibilidades terapéuticas. En última instancia, podría servir para mejorar la calidad de vida del paciente y ayudarlo a hacer frente a la enfermedad y al propio tratamiento. Pero, mientras sigan vigente el prohibicionismo y la persecución contra la marihuana y sus consumidores, la posibilidad de que estos tratamientos estén al alcance de todos los que los necesitan es aún muy lejana.