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Red Internacional
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Persecución policial a los jóvenes: “Llegué a contar que me rodeaban alrededor 12 agentes”

Dos testimonios que muestran cómo mientras se extiende la práctica del gatillo fácil con la doctrina Chocobar, la ilegalidad de la marihuana se afirma como argumento para el acoso policial en los barrios.

Lunes 30 de abril de 2018

Siguen las noticias de chicos asesinados por la policía, impunemente, por la espalda. La vida de los jóvenes que cada día vale menos. Macri y Patricia Bullrich dieron un mensaje claro: la “doctrina Chocobar”, los asesinos serán “héroes” y tendrían su apoyo. En los barrios, se siguen apoyando en la ilegalidad de la marihuana para acosar y violentar a los pibes constantemente. En Lugano, Ciudad de Buenos Aires, cuentan para La Izquierda Diario algunas experiencias de primera mano por sus protagonistas:

“Domingo de marzo en Lugano tipo 7 am, dejo la moto en el garaje y camino hasta mi casa, ya casi llegando veo a dos prefectos al lado. Cuando los vi los supuse que me iban a querer hacer algo, ya que a esa hora no había nadie en la calle. Igualmente seguí caminando directo hacia mi casa, porque iba a quedar sospechoso desviándome de camino.” Nos cuenta L, sobre la situación que viven cotidianamente en el barrio, con sus amigos. Ya ver la sola presencia de los uniformados anticipa que de una forma o de otra lo van a increpar con alguna excusa para considerarlo sospechoso.

“Cuando estoy llegando, un prefecto se me acerca y me pregunta ¿qué haces con 2 cascos?, a lo que le respondí son míos, vengo de la casa de un amigo, se suma la prefecta y pregunta ¿dónde está la moto?, le digo que en el garaje, estoy caminando a mi casa vivo acá al lado.” Volver a su casa, después de laburar, o de ver amigos, tener una moto, cualquier cosa resulta indicador de que los pibes de los barrios tienen que ser acosados a preguntas y cada objeto o pertenencia es relacionado para criminalizarlos. La estigmatización por asociar “motochorro” a quien ande en moto.

“Al no saber que más preguntarme el prefecto me pregunta si no tenía nada ilegal, le respondo que no, insiste nuevamente y le vuelvo a responder lo mismo; ya en la tercera me dice bueno te voy a revisar, le pregunto ¿porque? si no estoy haciendo nada, estoy llegando a mi casa vivo acá al lado. El prefecto me responde que si no tengo nada ilegal no tendría porque molestarme, ya que es un control rutinario, le vuelvo a responder que no estoy haciendo nada y me amenaza con llamar un móvil por resistencia a la autoridad.”

“No me quedo otra opción que ceder porque no sabía lo que me podían llegar a hacer al no haber nadie en la calle. “ Ni siquiera era el temor era a la amenaza anunciada del patrullero, sino a lo que no se decía en voz alta, al menos en este caso, pudiera ser otra represalia, mucho peor. “El prefecto me comienza a revisar todos los bolsillos de la mochila, la prefecta me pide mi identificación. Al no encontrar nada en la mochila, empieza a cachearme y que le muestre los bolsillos, sin encontrar nada. Al fondo de la riñonera tenía restos de tabaco, el prefecto comienza a decirme ¿qué andas fumando vos?, le digo tabaco ¿no ves lo que es? y le mostrar los filtros."

“Finalmente al no encontrarme nada me dejan irme, con el mal trago de no saber que iban a hacer conmigo, ya que los casos de detenciones a la juventud son muy comunes en el barrio, hasta muchas veces queriendo implantar drogas en los jóvenes revisados, para justificar accionares.”

Para terminar su historia, L dice: “El barrio se encuentra totalmente militarizado por prefectura y policía de la ciudad, con garitas, controles, patrullas vehiculares de todo tipo, y patrullaje a pie de prefectos a toda hora del día. Esta escala represiva viene en aumento, y hace muy poco inauguraron una nueva comisaría frente a la Villa Olímpica.”

El prefecto me dice ¿qué te pensas, que somos boludos?

“Un miércoles a las 23hs aproximadamente, estábamos con un amigo en el skatepark de Lugano 1 y 2, sentados tomando un jugo, cuando vemos que se aproximan 3 prefectos y 1 policía de la ciudad. En ese momento el lugar estaba casi vacío. Apenas se acercan, les digo buenas noches, y un prefecto me dice buenas noches, ¿que estaban fumando?, le respondemos que nada, estamos tomando un jugo y recién terminamos de andar en skate.” De nuevo el acoso constante en cada momento que se pasa en la calle, o un parque, marcando que el territorio está militarizado y controlado.

“El prefecto me dice ¿qué te pensas, que somos boludos?, ahí el policía mira mi mochila y me pregunta que tengo ahí, le respondo ¿por qué nos quiere revisar, si no estamos haciendo nada? Ya me estaba abriendo la mochila. Me pregunta si tengo algo ilegal, le respondo que tengo marihuana, si quiere le muestro lo que tengo; me responde quedate tranquilo que te voy a dar vuelta todo. Antes de encontrar la marihuana, el policía de la ciudad, me pregunta cuanta cantidad tengo, le respondo que “un 25”, cuando lo encuentra me dice - ¿a vos te parece que son 25 gramos? Acá hay mucho más, y le dice al resto: listo adentro a este nos lo llevamos“.

“Al rato de un auto se bajan 2 civiles de prefectura; mi amigo y yo, reconocimos que eran los mismos que nos habían revisado a nosotros y a otros amigos la semana anterior en este mismo lugar, también de civil. Luego de esto los prefectos comienzan a revisar a mi amigo, al no encontrarle nada, el policía me dice ¿qué querés que hagamos con tu amigo? ¿Querés que lo metamos en la misma bolsa?, le digo que no, que la marihuana es mía, ahí lo echan a mi amigo diciéndole tenés 3 segundos para irte, comenzó a contar, y ahí quede solo.” Toda la situación de amedrentar, agentes de civil, ya reconocidos por sistemáticamente ir a buscar a los chicos del barrio, enviando el mensaje de que se llevan detenidos a quienes ellos deciden.

“Ya en ese momento me quede con 5 prefectos y el policía de la ciudad, me siguieron revisando y recién en ese momento me piden mi DNI. A los minutos vienen 2 camionetas de prefectura entrando al medio del skatepark. Llegué a contar que me rodeaban alrededor 12 agentes. Más tarde llega un auto, donde bajan 2 agentes más de civil, uno de los tantos prefectos bajan de una camioneta, un cartel y una mesa, armando ya un circo, realizan el análisis de la marihuana, además la pesan y donde confirmaron que eran 23 gramos.” La foto que Pato Bullrich busca para mostrar su cruzada contra el “narcotráfico”, es armada en el skatepark de Lugano con dos chicos que tenían menos de un 25. Aunque después del fallo Bazterrica de la Corte, se pueda interpretar que el consumo personal no es considerado delito ya que en este caso fue absuelto de la acusación de tenencia de estupefacientes, bajo las leyes de Argentina aún está penalizado y abundan las situaciones como cuentan de Lugano.

“Después de estar 4 horas en el skatepark, proceden a llevarme a una comisaría de Lugano, donde me sacaron una foto de espalda, en la vereda de la comisaría y un prefecto fingió que me tenía esposado. Luego me llevan en la patrulla hasta el edificio de Prefectura en Retiro. Ya eran aproximadamente las 4 am, ahí me realizan todos los trámites, me sacan mis pertenencias y me comentan que se van a llevar mi mochila y un estuche para anteojos, con la excusa que tenían que incautarla porque ahí estaba la marihuana. Luego de esto me llevan a la celda y estuve detenido hasta las 9 am, me fui con una bolsa con mis pertenencias y hasta el día de hoy sigo sin mi mochila y el estuche.”

La lucha contra el narcotráfico, mantener la ilegalidad de la marihuana, el abultado presupuesto para las fuerzas de seguridad y militarización, tienen como objetivo reforzar la represión sobre la población trabajadora y más joven. Está en función de marcar política y socialmente que los chicos de los barrios no pueden pasar un rato en parques, ver a sus amigos, porque son potenciales delincuentes.

Ejercen este control en el sector donde más repercuten las políticas de desempleo, precarización, falta de presupuesto educativo; los jóvenes. La “doctrina Chocobar” y mantener la ilegalidad de la marihuana, apunta a la criminalización de los barrios y chicos populares, ese es el objetivo. Por eso la demanda de legalización de la marihuana y de todos los estupefacientes es darle un golpe a la política de criminalizar a la juventud de los barrios, y discutir que la ilegalidad es lo que permite y sostiene el negocio del narcotráfico como parte de los resortes de grandes capitalistas y fuerzas policiales implicadas.

Cambiemos, y todos los gobiernos previos, mantuvieron una política clara, los jóvenes de los barrios son el enemigo, y sus vidas no valen nada.