PP y Vox no gobernarán, pero PSOE y Sumar están dispuestos a ir a nuevas elecciones por su negativa respecto a la amnistía y el derecho de autodeterminación para Catalunya. No se puede frenar a la derecha de verdad con una izquierda de mentira.
Miércoles 26 de julio de 2023
Aunque no le dé para gobernar, la derecha avanza. Lo hace no solo en votos, sino en políticas. La expulsión de inmigrantes, las ayudas a las grandes empresas y la revalidación de la reforma laboral fueron asumidas por el gobierno "progresista". Además, una nueva coalición PSOE-SUMAR será todavía más de derecha. Más ajustes y más ataques a la clase trabajadora a pedido del IBEX y Bruselas. Por supuesto, todo con un blindaje de la unidad nacional que empieza desde el minuto cero.
Que estén dispuestos a forzar repetición electoral –con más riesgo de gobierno de derechas – antes que dar la amnistía y el derecho autodeterminación a Catalunya muestra hasta qué punto la llamada izquierda española asume la agenda de la derecha. "Antes facha que rota" – les falta decir. Sin embargo, la política de ser "muleta" ha demostrado reforzar siempre a la "pata coja". Recientemente, la política de SUMAR – con Podemos incluido – y ERC de ser la muleta del PSC-PSOE ha beneficiado a estos últimos. El mejor ejemplo de la recuperación (inestable) de esa pata coja es el represtigio de Zapatero.
Por su parte, Junts, el partido heredero de CiU, se juega a sobrevivir (y crecer) desde un independentismo hiperventilado para tapar dos cosas: su estrategia traidora para la autodeterminación y su política siempre a favor de la burguesía catalana. Si Junts sigue siendo decisivo y la abstención ha crecido en Catalunya es porque la demanda de la autodeterminación ha sido apagada, no resuelta.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Sacar lecciones del último ciclo político es fundamental si no se quieren repetir los mismos errores. Veamos la perspectiva. Podemos nació impulsándose sobre grandes protestas que gritaban “PSOE-PP la misma mierda es” y denunciaban a los bancos. Entonces, ZP era profundamente rechazado y la monarquía deslegitimada. Mientras, las movilizaciones en favor del derecho de autodeterminación crecían en Catalunya con sentimientos ligados a la conquista de demandas sociales en medio de la crisis con CiU en el punto de mira tras su gobierno en la Generalitat.
¿Qué ha pasado para que Podemos haya terminado lavándole la cara PSOE y la Corona hasta el punto de ser parte del gobierno que ha consolidado el rescate a la banca y garantizado los desahucios? Algunos apuntarán a una deformación del proyecto y la necesidad de volver a sus orígenes. Sin embargo, el problema está en su ADN. Un proyecto basado en hacer todo lo posible para entrar a reformar lo irreformable tan solo puede acabar haciendo todo lo posible para ser parte de ese mismo régimen.
Respecto a la cuestión catalana, eso significó ponerse de perfil ante el referéndum y hacerle el juego a la derecha hasta el punto de culpar al independentismo de “contribuir a despertar el fantasma del fascismo” como dijo Iglesias. Así, la “nueva izquierda” separó y enfrentó la lucha del pueblo catalán y las demandas sociales latentes en el resto del Estado. Quién iba a decir que culpando a los independentistas acabaría surgiendo Vox culpando a los independentistas. Hoy, el compromiso de SUMAR aliado con el PSOE en la defensa del Estado Español supone darle otra bala al PP y Vox, echándole nuevamente la culpa a los independentistas de abrir camino a la derecha. Qué sorpresa que otra vez esa línea allane terreno a la reacción españolista.
No nos olvidamos de los partidos de la burguesía catalana. ERC y CiU se pusieron a la cabeza de las aspiraciones democráticas del pueblo catalán para evitar ser salpicada por la crisis de representación.
Primero condujeron el movimiento a un callejón sin salida, después trataron de contenerlo con el paro nacional frente a la huelga del 3-O y finalmente pasaron directamente a reprimirlo en las movilizaciones contra la sentencia del procés. Una hoja de ruta basada en impedir la autoorganización y cerrar cualquier discusión sobre el contenido de la hipotética República Catalana para asegurar los intereses de la burguesía independentista. La CUP se plegó a esa estrategia y levantó la Unitat Popular.
Eso suponía poner a la clase trabajadora movilizada detrás de la dirección burguesa y, al mismo tiempo, impedir que sectores obreros se sumaran al movimiento, cosa que terminó empujándolos hacia posiciones españolistas.
Ahora, ERC paga lo platos rotos de su política claudicante, de la cual los pactos con PSC y Comunes han sido la guinda del pastel. Junts busca salvarse del balance del ciclo con la exigencia de la amnistía y la autodeterminación después de haber sido responsables de la derrota.
En este marco, quienes apostaron por la hipótesis Podemos o la Unitat Popular sufren las consecuencias. Anticapitalistas decidió poner sus fuerzas en impulsar la formación morada, se desploma en Andalucía y se lamenta de la integración de los pasos de Podemos (como si el camino reformista no estuviera fijado de antemano). La CUP se derrumba en las elecciones y se le abre una crisis de militancia interna con grandes rupturas en la juventud. Al final, se podría decir que para reformistas ya estaba ERC y para independentismo hiperventilado ya estaba Junts.
Lo que faltó y hace falta construir: una izquierda de clase, socialista y revolucionaria
Así llegamos hasta aquí. Por un lado, el bloque “progresista” – supuesto de defensor de los trabajadores – dispuesto a forzar nuevas elecciones antes que darle la autodeterminación y la amnistía a Catalunya mientras Junts. Por otro, Junts –herederos de CiU – como supuestos defensores del pueblo catalán. Si la pregunta es ¿quién gana? La respuesta es la Corona, el IBEX, Foment del Treball y todo el Régimen del 78.
Por eso, frenar el avance de la derecha es pelear contra el bloque "progresista" que le abre camino aplicando su agenda. Romper con la Unitat Popular de la CUP es clave evitar que las aspiraciones de autodeterminación sean capitalizadas (otra vez) por la burguesía independentista. Es momento de volver a impulsar la movilización y la lucha de clases para enfrentar los ataques del próximo gobierno, sea con marca conservadora o "progresista".
Para ello hace falta plantear un programa anticapitalista que dé respuesta a los problemas de la clase trabajadora y los sectores populares, uniendo demandas democráticas básicas como la autodeterminación de los pueblos y el derrocamiento de la monarquía. Contrariamente, plegarse al ala reformista españolista o la capitalista independentista nos condena repetir el fracaso del ciclo anterior en el cual no hubo ni autodeterminación ni transformación social, pero sí crecimiento de la derecha.
Defender estas consignas no va solo de solidaridad con Catalunya, sino de atacar uno de los pilares de esta democracia capitalista y monárquica que explota y oprime a la clase trabajadora en todo el Estado. Hoy es urgente discutir cómo construir una izquierda de clase, socialista y revolucionaria, que luche por esta perspectiva, fundamental para evitar recluirnos en espacios propios o ser utilizados como base de maniobra por los reformistas en las movilizaciones.
Desde ahí se empieza la disputa por los sentidos comunes de la clase trabajadora y los oprimidos. Se empieza por recuperar la confianza en la fuerza de las y los trabajadores en unidad con los sectores populares. La fuerza de los explotados y oprimidos para tomar el destino en nuestras propias manos y romper los candados del 78 luchando por un socialismo revolucionario desde abajo.