Diana fue víctima de feminicidio el pasado lunes 25 en su propia casa en Tepic, Nayarit. Ayer viernes, los medios se llenaron con la noticia de que en Nayarit fue detenido el presunto responsable del feminicidio de Diana.
Sábado 30 de mayo de 2020
La Fiscalía General de Justicia del Estado de Nayarit dio a conocer la detención de Víctor Emanuel “N”, quien las autoridades dicen es primo de Diana y la acosaba el año pasado. El Fiscal de la entidad declaró que por la información obtenida, Victor “podría haberse convertido en un asesino serial”.
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¿Asesino serial o hijo sano del patriarcado?
Al día en México a 10 mujeres en promedio se les arrebata la vida a causa de la violencia feminicida, la desaparición de mujeres va a la alza pero no sólo eso, las condiciones de vida para las mujeres son cada vez más, precarias, de mayor dependencia económica, y la violencia se ha convertido en la escenografía permanente de la vida mexicana gracias a las políticas de militarización.
Si bien el responsable directo del feminicidio de Diana fue un sujeto, llámese Victor, Juan o Manuel -pues como de costumbre la Fiscalía no es transparente respecto a sus investigaciones por lo que constantemente llevan a la cárcel a gente inocente y chivos expiatorios- detrás hay todo un entramado de elementos que construyen sujetos como él.
El discurso del asesino serial ya es viejo y está pasado de moda, pero el Estado piensa que las mujeres no tenemos memoria histórica. Antes de que saliera a luz el caso del Campo Algodonero, las autoridades de Ciudad Juárez se llenaban la boca diciendo que los constantes asesinatos de mujeres -todavía no estaba tipificado el feminicidio- eran causados por asesinos seriales, sujetos enfermos, discordantes con la normalidad de la “nada violenta” realidad fronteriza.
La realidad que en ese entonces y ahora en voz de Petronilo Ponce, el fiscal de Nayarit, pretende ocultar el gobierno, es que los sujetos violentos que cometen feminicidios, violaciones y abusos sexuales, son el producto acabado y reluciente de un sistema que el que el propio gobierno se mantiene: el patriarcado.
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No hablamos de un sistema abstracto, es algo muy concreto. ¿Qué hace el gobierno para garantizar una vida económicamente independiente a las mujeres? Nada, por el contrario garantiza que los empresarios nos exploten el doble. ¿Qué hace el gobierno para que los cuidados domésticos no pasen por nosotras? No sólo nada, sino que menos aún, el presidente declara que con las pandemias las mujeres tendremos la responsabilidad de cuidar a los enfermos y los adultos mayores.
Y por último, ¿qué hace el gobierno para frenar los feminicidios y la violencia en el hogar? Pues esta pregunta es hasta irónica, AMLO dice que no hay aumento en la violencia en el hogar y para colmo decide poner a la Guardia Nacional en las calles y hospitales, esos que torturaron sexualmente a las mujeres de Atenco y que están coludidos con las redes de trata.
¿Ya hay justicia para Diana?
Hay una profunda contradicción en el discurso de justicia cuando hablamos de feminicidios pues estos son crímenes de Estado, no porque el mismo no legisle en favor de las mujeres o sea un “Estado fallido” como argumentan feministas como Marcela Lagarde y otras feministas y teóricos. Más bien porque él mismo genera las condiciones necesarias para que el feminicidio y la violencia patriarcal se reproduzcan a mayor escala que cualquier virus.
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Las instituciones de justicia del Estado persiguen a los criminales y a los feminicidas, pero es incapaz de perseguirse a sí mismo. Víctor podrá ir a la cárcel el resto de su vida pero el Estado, responsable de que la violencia contra nosotras crezca y se invisibilice seguirá impune.
La justicia para Diana no la ejercerá un sistema judicial que se mantiene sobre la legislatura burguesa, en la que nadie persigue a los empresarios responsables de los asesinatos industriales de la maquila -donde la composición es mayoritariamente femenina. producto de las terribles condiciones en las que obligan a laborar a las trabajadoras y los trabajadores.
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Justicia para Diana significa que no haya ni un feminicidio más y eso será posible sólo si el movimiento de mujeres mexicano, que una y otra vez ha demostrado la enorme potencialidad que tiene, vuelve a salir a las calles y abraza un programa que se proponga no sólo reformar las leyes, sino acabar con el matrimonio criminal del patriarcado y el capital.
Un programa con ese objetivo debe contemplar reivindicaciones como la de refugios transitorios para las mujeres víctimas de violencia, que en medio de la cuarentena se ven en peores condiciones, los hoteles las enormes propiedades de los empresarios vacías, deben ser expropiados por el Estado para cumplir este objetivo.
Se debe acabar con la dependencia económica que ata a las mujeres a aquellos que las violentan cotidianamente, para esto urgen subsidios que alcancen para costear la canasta básica y que varíen según la inflación. Para esto se deben imponer impuestos progresivos a los empresarios que se ahorran millones al año gracias al trabajo doméstico que no es remunerado.
Los militares y marinos deben regresar a sus cuarteles. Las mujeres junto a los trabajadores que hoy viven las peores miserias del capitalismo en agonía, podemos hacer que el decreto mediante el cual la Sedena, la Marina y la guardia Nacional tienen funciones de seguridad pública y tutelen los hospitales, sea abolido, reduciendo a cero el presupuesto a las fuerzas represivas del Estado para que con este dinero se abastezca al sector salud y se garanticen condiciones dignas para los trabajadores de este sector.
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En pocas palabras, la justicia para las miles de mujeres que nos han sido arrebatadas, sólos será posible, si las mujeres junto a la clase trabajadora que hoy queda más claro que nunca que es quien mueve al mundo, arrancamos de raíz este sistema que sólo tiene miseria y muerte para ofrecernos, y sobre sus ruinas construimos un mundo libre de opresión y explotación.