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Red Internacional
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RAPIÑA IMPERIALISTA. Deutsche Bank, Citibank, Bank of England y el atraco del oro venezolano

Por el supuesto incumplimiento venezolano de un contrato de swap de oro valorado en 750 millones de dólares con el Deutsche Bank AG, este banco tomó el control del oro que se usó como garantía y cerró el contrato, de acuerdo a informaciones que trascendieron vía el medio Bloomberg. Un swap es una operación que implica empeñar una porción de oro por dinero fresco.

Miércoles 5 de junio de 2019 14:21

Lo realizado por Deutsche Bank AG se asemeja a lo hecho por el Citibank cuando tomó control de toneladas de oro venezolano, luego de que el Banco Central (BCV) no recomprara el metal que garantizaba un préstamo, procediendo a venderlo y depositar el excedente en una cuenta bancaria en Nueva York que no controla el Banco Central. Por la operación acordada con Citibank en 2015, Venezuela debía pagar antes del 11 de marzo de 2019 1.100 millones de dólares, de un préstamo total de 1.600 millones, para recuperar parte del oro en una recompra.

En el caso de Alemania, esto forma parte de un acuerdo de financiamiento firmado en 2016, donde Venezuela recibió un préstamo en efectivo de Deutsche Bank y depositó 20 toneladas de oro como garantía. El acuerdo, que debía expirar en 2021, el banco alemán lo “resolvió” compulsivamente anticipándose, debido a la supuesta falta de pago de intereses.

Hasta no hace poco el Banco de Inglaterra (Bank of England), lisa y llanamente realizó un atraco mayor, apropiándose del oro guardado en este país como parte de las reservas de Venezuela. Dicho oro no estaba depositado en Inglaterra como parte de alguna garantía de préstamo. Pero con la arrogancia imperialista típica de los piratas ingleses, el Banco de Inglaterra tomaba esa decisión después de que altos funcionarios de EEUU “presionaran a sus contrapartes británicos” para que “ayuden” a cortar el acceso del Estado venezolano a sus activos en el extranjero.

La operación de estos bancos es de total prepotencia imperialista, que sin siquiera alguna negociación previa ni contemplar otras opciones, se permiten arrebatarle al país de manera compulsiva lo empeñado y revenderlo, como si se tratara de cualquier usurero adueñándose de una baratija en su tienda de empeño, y peor aún se quedan con el sobrante en cuentas que continúan bajo su control. ¿Por qué no proceden así con las otras potencias capitalistas o con las grandes corporaciones, a quienes al contrario salen corriendo a salvar de su quiebra con dineros públicos? Es un proceder que se reservan para las naciones pequeñas o para usarlo con fines políticos para los objetivos imperialistas. O como en el caso de Inglaterra, donde peor aún, se trata de un robo descarado a plena luz pública.

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Pero lo insólito en el caso reciente de Alemania vino también del autoproclamado presidente y golpista frustrado Juan Guaidó, que tuvo el descaro de no sólo aceptar el cobro compulsivo sino hasta pedir a los alemanes que depositaran (el vuelto) los $ 120 millones en una cuenta bajo su control, una cantidad que representa la diferencia en precio desde que se adquirió el oro hasta los niveles actuales.

José Ignacio Hernández, un autoproclamado “procurador general” de Guaidó en Estados Unidos declaró que “Estamos en contacto con Deutsche Bank para negociar los términos bajo los cuales la diferencia debida al Banco Central se pagará al gobierno legítimo de Venezuela”. Es decir, a cuentas de personajes oscuros ubicadas en Estados Unidos, a uso y discreción del Departamento del Tesoro estadounidense.

Recordemos que la oposición de derecha, vía la Asamblea Nacional, realizó un pedido a mediados de enero a 46 países, incluidos los 28 de la Unión Europea (UE), para que prohíban al gobierno de Maduro hacer uso de los fondos y activos que pertenezcan al Estado en esos territorios. Es decir, un llamado a la confiscación directa por parte de estos países, con Estados Unidos a la cabeza, de activos de la nación.

Como todos sabemos, el imperialismo yanqui ha confiscado literalmente activos extraterritoriales de Venezuela en Estados Unidos, incluyendo cuentas líquidas que le corresponden por soberanía al país.

Es de recordar que en enero, luego que Guaidó se autoproclamara “presidente”, con la previa planificación y con el reconocimiento automático de EE.UU., Washington impuso sanciones a PDVSA que incluyeron el bloqueo de los fondos de Citgo, un acto de confiscación directa de la empresa, con el supuesto objetivo de “traspasarlos eventualmente a un nuevo Gobierno”. Citgo es una empresa venezolana que está valorada entre 8.000 millones y 13.000 millones de dólares.

Washington ha puesto como fachada que Citgo está bajo la “administración” de Gauidó, por lo que supuestamente está dirigida por una junta directiva bajo el mando de Luisa Palacios. Pero en realidad estos títeres no pueden hacer absolutamente nada que no emane o sea aprobado por el Departamento del Tesoro, en todo lo que corresponde a esta empresa petrolera venezolana en Estados Unidos.

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El gobierno de Maduro no se exime de su gran responsabilidad en esta situación en función de sus políticas económicas llevadas adelante (entre ellas pagar una oprobiosa deuda externa además de permitir la gran fuga de capitales a manos de empresarios de todos los colores y de la alta burocracia corrupta), y que han terminado significando llegar a una de las peores catástrofes económicas que vive el país que ha recaído con gran fuerza sobre el pueblo trabajador.

Chávez le legó al país una enorme deuda externa que Maduro continuó pagando y acrecentando, incluyendo tratos que exponían al país a este arremetidas del gran capital financiero mundial. Empeñando activos de la nación en oro e incluso partes de la industria petrolera (como Citgo, con un 49% de sus acciones como garantía de pago a la empresa rusa Rosneft, y el otro 51% empeñado a capitales occidentales), el gobierno de Maduro tiene una gran cuota de responsabilidad.

A su vez, toda esta rapiña y mutilación de bienes de la nación que llevan a cabo los gobiernos y bancos de las potencias imperialistas, se hace al mismo tiempo que aplican sanciones económicas al país y hablan de querer entregar “ayuda humanitaria”. Un cinismo mayúsculo, igual que el de Guaidó y la derecha que lo acompaña, que apoyan todas estas acciones y las sanciones económicas que profundizan los padecimientos del pueblo venezolano, pero dicen estar preocupados por la crisis humanitaria.

Una cuestión elemental para los trabajadores y el pueblo es rechazar todas estas agresiones imperialistas, estar contra las sanciones económicas y denunciar el robo descarado de los activos extraterritoriales del país, sus reservas en oro y de sus cuentas líquidos. Todo esto no implica ningún aval ni apoyo al gobierno de Maduro.

La oposición de derecha encabezada por Guaidó no es gobierno y ya vemos cómo avala todas estas confiscaciones, robos y pagos compulsivos por deudas, además de las que voluntariamente realiza como el reciente pago de 73 millones de dólares por bonos de PDVSA. Se llena la boca hablando de “ayuda humanitaria”, pero activa descaradamente para engordar los bolsillos de los grandes banqueros y acreedores internacionales. El gobierno de Maduro, a su vez, estuvo durante todos los últimos cuatro años destinando miles de millones de dólares a pagar deuda externa, a cambio de reducir en más de dos terceras partes las importaciones de bienes esenciales para el pueblo, siendo una de las razones de la profundidad de la crisis. Si hoy no paga no es por “anti-imperialista” sino sencillamente porque no tiene cómo hacerlo.

Como vemos ni con Maduro, pero mucho menos con la derecha y el imperialismo hay salida para los trabajadores y el pueblo venezolano. La única salida progresiva vendrá de la mano de los propios trabajadores en función de sus intereses fundamentales. Basta de agresiones imperialistas, devolución inmediata de todo lo confiscado y que pase al control de los trabajadores.

Hay que exigir el cese al pago de la deuda externa y el empleo de todos esos recursos para ponerlos al servicio de las necesidades urgentes de nuestro pueblo. Así como medidas extraordinarias para forzar la repatriación de todo el capital fugado en cuentas y activos en el extranjero, que va mucho más allá de lo que el imperialismo y sus lacayos están dispuestos a denunciar, pues a ellos también los embarra hasta el cuello. Todo esto junto a otras medidas elementales como la nacionalización de la banca y el monopolio del comercio exterior.

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