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México

Violencia patriarcal. Día de la Niña: las terribles cifras de desigualdad

Desde el 2011, la ONU eligió el 11 de octubre para conmemorar el día de la niña ¿Por qué? Porque son quienes más sufren discriminación de género, pero también por el color de su piel y por su clase social.

Miércoles 11 de octubre de 2017 00:18

Según datos de ONU Mujeres, más de mil cien millones de niñas son parte de la futura generación mundial de mujeres adultas. Se piensa que el periodo de la infancia es vital para el desarrollo de todo de tipo de aptitudes, que estos años deben ser destinados para descubrir los intereses de las infantes, para aprender, para desenvolverse según su edad.

Sin embargo, la realidad no es la misma para las niñas de países desarrollados que aquellos que están en vías de estarlo. Las niñas sufren discriminación de género, pero también de clase y por color de piel. En México, de acuerdo con el reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), residen 19.4 millones de niñas y adolescentes, este sector constituye el 16.2% de la población total en México. Este informe atañe varios aspectos de la infancia como son: la mortalidad, el derecho a la salud, la educación, embarazo a temprana edad.

Los riesgos de mortalidad se han reducido notablemente en las infantes. En años pasados, en pleno siglo XXI, las niñas mexicanas murieron por enfermedades respiratorias, parasitarias e infecciosas, sin mencionar los riesgos que sus madres tuvieron en el desarrollo del embarazo. Pese a que, de acuerdo con el Inegi, se ha reducido la tasa de mortandad los últimos veinticinco años, es inadmisible que el derecho a la salud sea un privilegio.

Las niñas de comunidades indígenas son las que tienen los índices más altos de mortalidad entre menores de un año, mientras que las mujeres adultas están más predispuestas a sufrir de violencia obstétrica durante el parto y también la esterilización forzada. No obstante estos datos no son mencionados en el informe, sólo nombra que “la vulnerabilidad se asocia a un “riesgo social” en el que pueden incurrir sectores de la población debido a su contexto socioeconómico, doméstico o comunitario”.

No todas tienen las mismas posibilidades de acceder a la educación preescolar, obligatoria en México a partir de los 3 años, 1,146,359 niñas, que representan el 35.4% del total de niñas de 3 a 5 años, no asisten a la escuela. Aunque el reporte del Inegi no explique las condiciones sociales de ese porcentaje de niñas entre 3 y 5 años que no asisten a preescolar, es de conocimiento público que la pobreza está íntimamente ligada con la baja escolaridad y el analfabetismo. Los índices más altos de analfabetismo se encuentran en las regiones menos desarrolladas, así lo indica el Inegi, no obstante no especifica a qué regiones de México se refiere.

En cuanto a las adolescentes, Unicef confirma que existen más probabilidades que adolescentes analfabetas se casen, que sus conocimientos en cuanto a temas de salud sexual y reproductiva sean limitados y que, por estas razones, sean madres muy jóvenes. “Las proporciones de adolescentes analfabetas aumentan para aquellas localidades de menos de 2,500 habitantes”, reza el Inegi, es decir, una vez más, la clase social a la que pertenecen estas adolescentes es transversal para todas las situaciones que expresa el informe citado. Entre más pobres, menos posibilidades tienen de estudiar los primeros niveles de educación básica. Si ellas cursaran, por lo menos, los primeros tres grados, se les consideraría analfabetas funcionales, pero si esos conocimientos no fueran indispensables para su vida cotidiana, regresarían al analfabetismo.

Las cifras sobre las condiciones de vida entre niñas y adolescentes que arrojan los informes año tras años son terribles. Entre más grandes sean las niñas, más sufren de violencia y discriminación, al llegar a la adolescencia los datos se agudizan.

Cientos de ellas abandonarán la escuela y serán madres y esposas antes de llegar a los diecisiete años, los trabajos remunerados en el cual serán empleadas tienen todas las características de la precariedad laboral, [sin contar las dobles jornadas que recaen sobre las mujeres pobres: la manutención del hogar, el cuidado de los hijos y de marido], así lo expresó la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Si bien es cierto que las niñas sufren de violencia y discriminación desde su nacimiento por permanecer al sexo femenino, no todas sufren el mismo nivel de vulnerabilidad.

Algunas son expuestas al fenómeno del feminicidio desde el nacimiento sólo por pertenecer al sexo femenino, esto debido a que las familias prefieren hijos varones, puesto que son menos los cuidados y mayores los beneficios en una sociedad desigual y patriarcal como la nuestra. Otras más, sufren la terrible ablación femenina, práctica de usos y costumbres en algunos países de África. Cientas más morirán en los primeros años por no contar con un acceso a un sistema de salud integra.

Ni hablar de alcanzar grados de escolaridad superiores, es decir estudios universitarios, para las mujeres indígenas o de los sectores más precarizados de la población. La clase social a la que pertenezcan estas infantes será el factor determinante para que los ejemplos citados se agudicen o disminuyan. No obstante, será un porcentaje minoritario de las más de cien mil millones de niñas quien libre todos los obstáculos para lograr un desarrollo de la infancia y adolescencia plenas.

Que el coraje y la rabia que sentimos ante la situación de las niñas y ante la violencia patriarcal se transforme en lucha y organización.

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