El Museo Nacional de Bellas Artes inauguró 18 nuevas salas que proponen un acercamiento diferente al arte argentino e internacional del siglo XX . Hablamos con Marcos Kramer del Área de Formación del Museo.
Lucía Simone @LululuSimone
Sábado 12 de septiembre de 2015
Marcos Kramer: El anterior planteo curatorial del museo era viejo en el tiempo, pero sobre todo, era viejo a nivel conceptual y museográfico. Académicamente desfasado, era bastante simbólico en el sentido de que el arte europeo, ubicado en la planta baja era la base del arte argentino y sudamericano que estaba en el primer piso. Abajo estaban los centros de poder, los centros emisores de la cultura, desde la Edad Media, pasando por el siglo XIX, hasta el “arte universal” del XX que compartían Europa y Estados Unidos -con algunas, muy pocas, referencias de este último-. Separado y pasando por una escalera estaban el arte argentino y sudamericano, que no tenían, según esa lectura, nada que ver con el arte de abajo. Esa es la historia del arte que se podía ver en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta hace 6 o 7 años.
Ahora comparten espacios. Ahora está todo mezclado. Este es uno de los cambios más radicales. Modificado a nivel geográfico y temporal, desde la Sala 1 hasta la Sala 38 está todo pensando de modo cronológico, no están separados los distintos espacios del mundo. Abajo está la Edad Media hasta el arte argentino del siglo XIX y arriba está conviviendo todo el siglo XX.
Contanos cómo están organizadas las salas.
MK: Este cambio de guión curatorial se dio en dos partes: el que más tiempo tomó fue el del primer piso pero, mientras tanto, con este nuevo criterio se modificaron también las salas de abajo. Las obras y las salas de arte argentino del siglo XIX que hoy están en planta baja antes se encontraban arriba.
En la planta baja las obras comparten el espacio “en general”. En las salas del primer piso, ahora sí, las obras dialogan físicamente unas al lado de las otras. El caso más paradigmático está en la Sala 28 donde están la Mujer acostada de Picasso enfrentado con Petorutti y al lado de Picasso, Juan del Prete, el artista abstracto argentino, uno de los primero abstractos argentinos.
En algunas de las muestras de principio de año ya estaba este intento de diálogo entre artistas argentinos y europeos, pienso en Seducción fatal...
MK: Sí. Justamente, el otro día hablábamos con el curador de Bellos Jueves de este tema. Decíamos que no es casual (digamos que no fue estratégicamente pensado así pero es una linda casualidad) que en el mismo momento en el cual se inauguran las salas del primer piso, esté en exhibición la muestra del Museo del Barro (1) que fue uno de los primeros en sudamérica, hace más de 30 años, en incorporar esta concepción anacrónica -en el buen sentido- de las piezas, de buscar ese diálogo entre las mismas. Se entiende que hay permanencias: en el caso del Museo del Barro y en el caso del siglo XX hay diálogos que son bastante horizontales.
Este cambio de guión curatorial se dio en dos partes: el que más tiempo tomó fue el del primer piso pero, mientras tanto, con este nuevo criterio se modificaron también las salas de abajo. Las obras y las salas de arte argentino del siglo XIX que hoy están en planta abajo antes estaban arriba.
Lo que está haciendo esta nueva curadoría es darle forma, darle espacialidad a esto que, hace un poco más de 20 años, vienen estudiando los historiadores del arte argentinos y de Latinoamérica. Permite ver que lo que hace Latinoamérica no es reproducir dócilmente aquellos que emiten centros artísticos como París o Nueva York, si no tomar, cambiar, modificar... y todo esto atravesado por la tensión, por una actitud de discusión con esos centros. Esto es lo que el nuevo recorrido invita a ver: aunque no es algo que esté explícito, está y es una buena huella para pisar y seguir ese camino de lecturas paralelas donde hay obras o movimientos que son completamente independientes del desarrollo ocurrido en Europa.
Hablás de este diálogo y de lecturas paralelas, contabas el ejemplo de Picasso y Petorutti…
MK: Uno de los casos, de las salas más lindas en las que eso sucede, es en la Sala 29 que justamente busca dar cuenta de cómo arriba a Buenos aires el arte italiano de entreguerras, de De Chirico a Carlos Carrá, y cómo eso ha hecho muchísima mella en lo que se llama los Pintores de La Boca, donde la confección de los paisajes son similares aunque obviamente modificados ante la necesidad de describir Buenos Aires, Barracas, La Boca y otros barrios del Sur. Ahí están las obras dialogando una al lado de la otra, sin miedo y sin vergüenza.
Otra cosa muy interesante de la nueva propuesta es que sin vergüenza también, la fotografía convive en esas mismas salas con las pinturas cosa que era necesaria. Finalmente se le da en el Museo la entidad que la fotografía definitivamente tuvo. En Buenos Aires Grete Stern y Coppola fueron a la vez dos referencias obligadas de la fotografía europea e inclusive y cuando ellos van a la Bauhaus a dar clases, no son dos pichones sudamericanos, son dos grandes fotógrafos, al igual que cuando desarrollan su obra acá, también. La Bauhaus es fundamentalmente una escuela de arte. Esos diálogos existen. El error hasta ahora había sido separarlos, no considerar a la fotografía dentro del mundo de las artes visuales. Como decíamos antes, separarlos por un lado en sentido geográfico, pero también político, es no darle la fuerza que tiene y la autoridad que tiene el arte latinoamericano.
Este recorrido, que propone vincular lo que pasaba acá con hechos que sucedían en otros continentes, nos permite acceder y apropiarnos de una parte de la historia del siglo XX ...
MK: Esa lectura política contextual está también bastante más favorecida con este nuevo guión. Se hace mucho más evidente este diálogo entre lo nacional y lo internacional, esas contemporaneidades. En la sala donde están las obras de Forner, de Quinquela, de Riganelli, entre otros, donde están los Artistas del Pueblo también, donde pueden verse manifestaciones artísticas de fines de los 30 y principios de los 40 que estaban combatiendo las distintas expresiones del fascismo en todas partes del mundo, desde la guerra civil española, lo que estaba en plena emergencia en Alemania, hasta aquellos que estaban asentándose en Argentina. Y ese, quizás, es el primer gran conjunto de artistas que toma la política como tema preponderante y que lo hace de modo más evidentemente. En el resto de las salas, esta lectura histórica si está, está quizás un poco más compartimentada. Las primeras salas se concentran en cómo se suceden las vanguardias de principio de siglo y las últimas, en cuánto han hecho por el "arte universal", las vanguardias de Argentina y Latinoamérica.
Finalmente, como un nudo, está Berni. Estamos armando la próxima visita rapeada que va a ser sobre Berni. Karen Patrana va a hacer la encargada de ponerle música a esa sala y la encargada de inaugurar con rap el primer piso. Lo pensamos a Berni como artista emblemático argentino. Berni ocupa en el primer piso un lugar muy interesante porque tiene la sala más grande (la única sala dedicada a un solo artista) y, por otro lado, la ubicación arquitectónica de esa sala hace a Berni un nudo en la historia del arte argentino. Un nudo en el medio de la soga. Fundamentalmente lo que ha hecho durante toda su vida es tomar cosas del recorrido que viene de las anteriores salas del museo y tomar cosas de lo que viene después. Por eso es el nudo en el que se atan las dos alas del siglo XX.
(1) Tekoporã, arte indígena y popular del Paraguay. Colección Museo del Barro. Comenzó el 14 de julio y finaliza el 20 de septiembre de 2015.