En su primer discurso después de ser reelecta, Dilma se dedicó especialmente a llamar a la unidad y al diálogo al PSDB. En palabras de la presidenta: “No creo, sinceramente, que estas elecciones hayan dividido al país al medio. Entiendo que ellas movilizaron ideas y emociones a veces contradictorias, pero unidas por sentimientos comunes: la búsqueda de un futuro mejor para el país. En lugar de ampliar las divergencias, de crear un foso, tengo la fuerte esperanza que la energía movilizadora haya preparado un buen terreno para la construcción de puentes (…) Mis primeras palabras son un llamado a la base y a la unión (…) Esta presidenta está dispuesta al diálogo, y ese es mi primer compromiso en el segundo mandato: el diálogo”.
Martes 28 de octubre de 2014
Hasta el domingo los petistas afirmaban fervorosamente que un eventual triunfo de Aécio Neves traería una onda conservadora, que en algunos momentos emparentaban con un golpe de Estado. Ahora los golpistas del pasado se convirtieron en portadores de “sentimientos comunes en búsqueda de un mejor futuro para el país”. Esta es la magia petista: para propósitos electorales, polarizar contra la derecha tucana hasta el límite en que no alimente la lucha de clases; para gobernar, “construir puentes” con los neoliberales del PSDB.
¿Qué significa exactamente el cambio de actitud?
Más allá del llamado a la unidad con el PSDB, el principal destacado del discurso de Dilma fue la defensa de una reforma política y el combate a la corrupción. Es decir, un intento de maquillar el profundo desgaste del régimen que vino a tono con las manifestaciones de junio de 2013, que expusieron una profunda crisis de representatividad, una acentuada distancia entre representantes y representados.
Maquillaje porque sería ingenuo pensar que cualquiera de estos parásitos que dominan el Congreso va a querer limitar o restringir en algo su propio poder. Si no lo hicieron cuando se desarrollaban las grandes movilizaciones en las calles, por qué lo harían ahora en un momento de reflujo.
Al mismo tiempo que la presidenta llamó a la responsabilidad del Congreso en relación a la reforma política, dijo que va a recurrir a un plebiscito para democratizar el proceso. Veamos:
Es muy difícil que ese plebiscito, si ocurriera (ya no es la primera vez que se promete) pregunte si todos los jueces, parlamentarios, políticos y trabajadores de alto escalafón deben ganar un salario igual al de un profesor. Correrían el riesgo de que hubiese casi unanimidad por el “si” ("casi" porque probablemente los políticos se opongan).
Si la prioridad será maquillar el sistema político con una reforma cosmética, por exclusión podemos concluir que la salud, educación, vivienda y transporte, las demandas más sentidas por la población que salió a las calles en Junio, no van a ser tan prioritarias.
Para comprender el grado de prioridad que estas demandas tendrán, basta tener en cuenta la palabra clave celebrada por Dilma: “responsabilidad fiscal”. Según la presidente, como planteó en medio de las Jornadas de Junio, ese será uno de sus principales compromisos.
Pero no el simple mantenimiento de la “responsabilidad fiscal” actual. En rigor, desde el punto de vista de los capitalistas, el gobierno viene siendo algo “irresponsable” en ese ámbito. Se trataría entonces, en palabras de la Jefa de Estado, de “avanzar” en esa “responsabilidad”. ¿Qué debe entenderse por “avanzar en la responsabilidad fiscal”? No se puede entender de otra forma que no sea ajustando las cuentas públicas, reducir los gastos del gobierno.
¿Cortarán los subsidios a los capitalistas que financiaron la campaña electoral? ¿Cortarán las inversiones en infraestructura a los empresarios que colaboraron con los candidatos? ¿Recortarán el pago de intereses y amortizaciones a los banqueros? ¿Qué es lo que cortarán, entonces?
Quien lo adivine se gana como premio un importante desafío: organizar a los trabajadores y la juventud de forma independiente para preparar el combate contra el retroceso que vendrá, no de las manos derechistas de los tucanos sino de las "izquierdistas" del PT.
Y así los “puentes” se van construyendo…
Daniel Matos
Nacido en Montes Claros, Minas Gerais, Brasil. Dirigente del Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) de Brasil, reside desde 2015 en Argentina colaborando con la dirección del PTS. Miembro del consejo editorial de Esquerda Diário y de la revista Estrategia Internacional. Coautor del libro Questao negra. Marxismo e classe operaria no Brasil, Ediciones Iskra, 2013.