La homofobia institucional se vuelve a hacer presente en Rusia, esta vez de la mano del Partido Comunista quien propuso un reaccionario proyecto de ley con la intención de penalizar a la población LGTBI en el país.
Viernes 22 de enero de 2016
El proyecto de ley pretendía prohibir con multas e incluso con penas de cárcel cualquier expresión pública de la homosexualidad, desde que las parejas gays puedan besarse hasta el simple hecho de declarar abiertamente la propia orientación sexual.
La propuesta fue rechazada esta misma semana por los Comités de Legislación Constitucional de la Duma (cámara baja) y del Senado.
La iniciativa surge de los diputados Ivan Nikitchuk y Nikolai Arefeyev del Partido Comunista, quienes declararon que los gays son gente ’’enferma y loca’’. Considerando a la homosexualidad como ’’una estrategia de Occidente para invadir las mentes rusas, corromper la juventud y debilitar nuestra tasa de fertilidad’’, tal como sostuvo el diputado ante el portal de noticias local Meduza.
En su propuesta también elogiaban las políticas que penalizaban la homosexualidad en la Unión Soviética, haciendo referencia a las medidas que se impusieron después de la burocratización de la URSS con el régimen de Stalin.
Por otra parte, algo que parece absurdo, es que las sanciones y penas establecidas en su proposición de reforma tan solo debían ser aplicadas a los hombres homosexuales o bisexuales, pero no a las mujeres. "Estamos en Rusia y aquí tenemos algo de vergüenza. Es nauseabundo ver a todos esos hombres barbudos que se abrazan", dijo Nikitchuk a medios rusos. En la emisora de radio Russkaya Sluzhba Novostei afirmaron que “creemos que las mujeres son personas más razonables y más capaces de manejar sus emociones. Por el momento, no incluiremos a las mujeres’’.
Según la agencia de noticias RBC, los comités de Legislación Constitucional de la Duma (cámara baja) y del Senado rechazaron la propuesta debido a que ’’ desde un punto de vista formalmente jurídico, el proyecto de ley era analfabeto’’. Incluso los sectores LGTBIfobicos más duros del gobierno también se opusieron a ella, pero no por su contenido homófono, sino por calificarla de poco seria y ’’superflua’’, tal como declaró uno de los líderes del partido gubernamental, Dimitri Vyatkin.
La ofensiva homófoba del Estado ruso
Aunque la propuesta de ley era completamente reaccionaria y pueda parecer hasta delirante en algunos puntos, no es casualidad que haya llegado a plantearse en el parlamento ruso.
Dicha propuesta solo pretendía reformar la actual ley contra la ’’propaganda homosexual’’ aprobada en el año 2013. Ésta permite sancionar la información dirigida a menores de edad sobre ’’relaciones sexuales no tradicionales’’, refiriéndose a las relaciones LGTBI.
Desde el Gobierno se aludía entonces a que “una persona con preferencias sexuales distintas sufre alteraciones de salud y representa un peligro para los niños y la sociedad rusa.”
Con la implementación de la ley del 2013 también se mostró el enorme peso que tiene la Iglesia Ortodoxa en el Estado. Una institución que criminaliza regularmente “las orientaciones no heterosexuales”, a las que abiertamente califica de perversiones o enfermedad. Los sectores ortodoxos más radicales también son conocidos por haber provocado varios ataques a activistas LGTBI.
A fin de cuentas, con la actual legislación se institucionaliza la represión hacia el movimiento LGTBI, donde por el mero hecho de enarbolar una bandera arcoiris o por reivindicar la celebración del día del Orgullo te pueden sancionar o, incluso, llevar a la cárcel. Recordemos que en los últimos años se prohibió la marcha por el día del Orgullo Gay en varias ciudades rusas.
Según un informe de Human Rights Watch, dicha ley ha provocado un aumento en el número de ataques y agresiones LGTBIfobicas. Muestra de ello, es que organizaciones abiertamente neonazis como Okupai Pedofilyai, conocida por sus “cacerías a homosexuales” y por hacer públicos en las redes sociales sus ataques, torturas, abusos y vejaciones contra personas LGTBI, actúan con total impunidad.
Y es que tal y como denunció la activista Inessa Sajno, abogada de la organización de derechos humanos rusa Memorial: “En Rusia es más fácil ser neonazi que ser homosexual”. Asegurando que con estas medidas se "ha exaltado a la población, se ha encendido a la gente y se ha generado odio".
El aumento de la homofobia es realmente preocupante en Rusia, donde según encuestas recientes aproximadamente un 37% de la población cree que la homosexualidad es una enfermedad que se debe curar.
Esto en el contexto de las políticas de un Gobierno que en alianza con la Iglesia Ortodoxa no solo legitima la LGTBIfobia sino que abiertamente reprime y persigue al colectivo LGTBI y a todo aquel que se pronuncié en defensa de sus derechos.