La situación de pandemia por el Covid-19 dejó en evidencia las precarias condiciones en las que muchos trabajadores independientes del área de discapacidad desarrollan su actividad laboral.
Lunes 20 de abril de 2020 11:35
La pandemia mundial por la propagación del Covid-19 agudizó las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad que ya se encontraba sufriendo la precarización laboral en carne propia. Generó una crisis sanitaria y económica donde los mas afectados son los desocupados, los trabajadores informales, los monotributistas de las categorías más bajas, los jubilados y pensionados que ganan la mínima e incluso a trabajadores en relación de dependencia que hoy sufren despidos o suspensiones con rebajas de sueldo.
Los prestadores de servicios de salud y educación que nos desempeñamos atendiendo a personas con discapacidad bajo la forma de trabajo independiente no estamos exentos a estas situaciones. Trabajamos sin vacaciones pagas y sin aguinaldo, sin licencias por enfermedad, sin representación gremial o convenios colectivos de trabajo y con salarios de miseria. Por dar un ejemplo, el sueldo de una acompañante externa por 20 horas semanales es de $17.465 pesos. A esa cifra hay que descontarle los gastos de ARBA, AFIP y cargas sociales como jubilación y obra social, quedando $15.640 pesos al bolsillo. ¿Cómo se puede vivir con esa plata?
Como si esto fuera poco se le suma además la falta de pagos.
Las y los trabajadores necesitamos de forma urgente cobrar nuestros honorarios.
Ha transcurrido más de la mitad del mes de abril y todavía esperamos cobrar los meses de enero, febrero y marzo. No se puede hacer frente a la crisis sanitaria y social si no tenemos ingresos para acceder a productos básicos de alimentación e higiene. Es necesario, mientras dure la medida de aislamiento al menos que se garantice cobrar el 100% de los honorarios en tiempo y forma. Con aumentos automáticos de emergencia si estos están por debajo de los $30.000 pesos.
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El aislamiento social preventivo y obligatorio
La medida de aislamiento afectó las condiciones en que prestamos nuestros servicios pero a pesar de eso nunca dejamos de acompañar a cada persona con discapacidad y a cada familia. Los profesionales que meses atrás realizamos nuestras tareas en instituciones educativas, hoy nos encontramos asistiendo a los pacientes por medios virtuales garantizando la continuidad de los apoyos que mejoran su calidad de vida y posibilitan su inclusión.
Pero a pesar de que consideramos nuestro trabajo fundamental para lograr la plena inclusión educativa de sujetos con discapacidad no formamos parte de la planta permanente de la Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE) sino que, por el contrario, somos tercerizados.
La idea de trabajo independiente beneficia solamente al negocio de las obras sociales y al Estado que ahorra dinero tercerizándonos y sometiéndonos a condiciones muy precarias de trabajo, las mismas que vienen sosteniendo los diferentes gobiernos de turno, tanto kichneristas o macristas.
Es ilógico pensar que los profesionales que trabajamos dentro del sistema de educación pública no pertenezcamos a él. La CTA no pueden ver para otro lado. ¿Qué diferencias hay entre un trabajador de la educación monotributista y un trabajador de la educación en relación de dependencia?
Podemos aportar a mejorar la calidad de la educación pública
Con el paso a planta permanente bajo la órbita de la DGCyE mejoraríamos nuestras condiciones de trabajo significativamente pero además podemos hacer un gran aporte para mejorar la calidad de la educación pública. Podríamos dar atención a cientos de estudiantes que se encuentran en lista de espera para obtener una maestra de apoyo a la inclusión. Brindar el servicio de acompañante externo sin importar que obra social tengan; o destinar a los equipos de orientación escolar (EOE) más profesionales y una mejor capacidad de atención. Entendiendo que en la actualidad no todas las escuelas cuentan con EOE y los que hay, están sobrepasados de trabajo.
De esta forma fortaleceremos la educación pública que reciben en su mayoría les niñes, adolescentes y jóvenes de los barrios populares. Pelear por nuestras condiciones de trabajo también es luchar por mejores condiciones de vida para las demás personas que transitan por el sistema educativo.