Ante el inminente colapso del sistema de salud y el acceso desigual entre sector privado, público y de obras sociales, nos encontramos con un debate vigente. Los ejemplos actuales de Cuba, Irlanda y la predecesora Unión Soviética y por qué aplicar el sistema centralizado en CABA.
Jueves 23 de julio de 2020 14:31
Es innegable que la irrupción de la pandemia por Covid-19 dejó al descubierto la crisis de los sistemas de salud que atraviesa a todo el mundo. Lo que empezó como un virus en China, hoy está diseminado en todo el globo, además de poner en jaque a las economías mundiales. Pero como siempre sucede en la historia del sistema capitalista, los de arriba no quieren perder sus ganancias, dejando a merced a los miles de trabajadores a la ola de contagios y muertes y que la primera línea de salud se vea al borde del colapso, siendo los equipos de salud los que ponemos el cuerpo día a día para dar respuesta a la pandemia. Ahora bien, ¿se puede pensar en otro sistema de salud? La respuesta es sí. Veamos por qué. En esta nota vamos a delimitar el espacio geográfico a la ciudad de Buenos Aires, que además junto al Gran Buenos Aires (AMBA) hoy es la zona de Argentina donde priman los contagios
¿Por qué pelear por un sistema de salud unificado?
Veamos algunos datos de la ciudad más rica del país. En relación a las camas de terapia, se cuentan con 1417, de las cuales 400 son del sistema público. Las 1000 restantes corresponden al sector al privado. En referencia a las instituciones de salud, casi el 69% están en manos del sector privado. Al momento en la CABA se encuentran ocupadas el 70% de las camas.
A esto además se agrega que la mayor concentración de casos de Covid se encuentran en las comunas más carenciadas, siendo la 1, la 4, la 7 y la 8, las que también son las más pobladas de CABA. Esto revela que las condiciones de vida como el hacinamiento, la falta de agua potables y de ventilación, son variables que profundizan la posibilidad de contagios. Por eso una medida para empezar a revertir las problemáticas estructurales que atraviesan los miles que viven en estas comunas, es el acceso igualitario a la salud, mediante la centralización de la misma.
¿Qué pasaría si se unifica el sistema de salud? Se evitaría el colapso de la salud pública, el Estado no tendría que pagar al sector privado cuando éste le otorgue una cama y los laboratorios privados estarían a disposición de llevar adelante investigaciones sobre tratamientos y vacunas. Hace unas semanas, vimos cómo investigadores de CONICET lanzaron el kit de testeos moleculares, lo que indica cómo las investigaciones pueden estar al servicio de las necesidades de la población, pero el gobierno nacional, provincial y de la ciudad de Buenos Aires adoptaron la medida de aislar sin testear, sin reconocer cuáles fueron los contactos estrechos de los contagios y en algunos casos, utilizan los test serológicos que sólo detectan anticuerpos después del período de ventana.
A esto se agrega que la centralización también podría dar respuesta a los problemas de infraestructura, de falta de insumos y de profesionales mal pagos, diferencia visible entre los aparatos y habitaciones de lujo que hay en los centros privados por un lado, y las pésimas condiciones edilicias en que se encuentran hospitales y centros de salud de CABA.
En los últimas décadas y gracias a las medidas adoptadas por el neoliberalismo, todos los gobiernos permitieron el avance de la privatización y desfinanciamiento de la salud pública y en estas condiciones los trabajadores de salud tienen que hacer frente al COVID.
Ejemplos de sistema de salud centralizados
En Irlanda, los centros privados se nacionalizaron mientras dure la pandemia, como así también en España y en Islandia. El caso excepcional lo demuestra Cuba, que desde la revolución de 1959 y tras haber adoptado esta medida basada en la atención primaria y en la prevención, hoy es uno de los países de mayor eficiencia y calidad en materia de salud y uno de los mejores preparados para enfrentar esta pandemia. Lo mismo sucedió en su momento con el sistema de salud soviético, que se impuso luego de la revolución de 1917. Entre sus principales conquistas, se encuentra la nacionalización de los laboratorios, que permitía producir fármacos en función de las necesidades de la población, la reducción de la jornada laboral de los profesionales de salud a 6 horas y media (basadas en la atención, prevención y educación para la salud), como así también se aumentó la esperanza de vida de la población rusa y se disminuyó la mortalidad infantil y materna, a la vez que se combatieron enfermedades infecciosas y de transmisión sexual.
Por todo lo antes dicho, es urgente declarar de utilidad pública, mientras dure la pandemia, la unificación de todos los recursos tanto públicos y privados para poder abordar las necesidades de toda la población.
Para esto es necesaria la unificación de los tres subsectores: el público, el de las obras sociales y el de medicina prepaga. El objetivo de esta medida sería dar respuesta a las necesidades sanitarias de la población de manera unificada, poniendo en jaque al sistema privado que ve la salud como una mercancía y no como un derecho.
Si al inicio de la pandemia se hubiera contado con todos los recursos para poder realizar testeos masivos, la información epidemiológica hubiese reflejado de manera certera una realidad en cuanto a la cantidad de casos y sectores de población con mayor exposición al virus, y las medidas hubiesen tomado otro rumbo, con resultados favorables para el total de la población. Si bien ahora se testea en más cantidad que al inicio de la cuarentena, es real que sigue siendo poco para la fase que estamos atravesando epidemiológicamente hablando.
Además, el sistema centralizado tiene que estar controlado por sus propios trabajadores y por los pacientes, ya que son quienes mejor conocen el funcionamiento de la aparatología, de los recursos y de cómo apuntar a que sean utilizados. De hecho en hospitales como el Rivadavia y el Garrahan se pusieron en pie comisiones de seguridad e higiene por los mismos trabajadores, donde se diseñan los protocolos a utilizar y se exigen los EPP (elementos de protección personal) necesarios para poder trabajar.
Estas medidas no pueden estar aisladas de mejorar las condiciones de los trabajadores de la salud, para que no haya trabajadores precarizados bajo la condición de monotributo o tercerizados, quienes corren con las peores condiciones de trabajo.
En síntesis, sólo un sistema público de salud controlado por trabajadores y pacientes puede dar respuesta ante la crisis actual. De esta forma, no habría prioridad entre quien tiene una obra social o una prepaga sobre quien no cuenta con ésta. Con la nacionalización de los laboratorios y farmacéuticas y gracias al avance de la tecnología y la ciencia, hoy podríamos estar en mejores condiciones para poder enfrentar esta pandemia.
Te puede interesar: Provincia de Buenos Aires: propuestas legislativas del FIT ante la crisis social y sanitaria
Te puede interesar: Provincia de Buenos Aires: propuestas legislativas del FIT ante la crisis social y sanitaria