Trabajadores docentes y no docentes del IEM, el colegio preuniversitario de la UNSa, organizaron una colecta que permitió armar 60 módulos alimentarios que fueron entregados esta semana, en el ámbito de la crisis en curso.
Jueves 30 de abril de 2020 14:21
La cuarentena obligatoria, que se extiende en Salta desde el 17 de marzo, está golpeando principalmente las condiciones de vida de los sectores más vulnerables en el marco de una crisis sociosanitaria y económica.
En una provincia donde la mitad de las y los trabajadores realizan sus tareas de forma precaria, las y los trabajadores que ya vivían el día a día, de changas, de ventas de algunos artículos y comida, albañiles, empleadas domésticas, son los primeros afectados por esta medida. Y es la realidad de muchos y muchas estudiantes del Instituto de Educación Media “Dr. Arturo Oñativia”, de la zona norte de la ciudad, en el predio lindante a la Universidad de Salta.
A partir de esto, docentes y preceptoras del colegio organizaron una colecta solidaria que permitió armar 60 módulos de alimentos que fueron distribuidos entre el lunes y martes de esta semana a las familias que más los necesiten.
Tras ser consultada, la profesora Silvia Mendoza contó que, a partir de charlas con otras profes por whatsapp, “surgió la idea de crear una campaña interna para armar bolsones de mercaderías para las familias más vulnerables de nuestra comunidad educativa, el resultado de la preocupación por las familias que viven el día a día, que son trabajadores independientes y se vieron seriamente afectados por la cuarentena”.
Escuela solidaria
Los bolsones se armaron en las instalaciones del colegio y con la colaboración de los profes que viven en la zona y pudieron acercarse, y un aporte que realizó la Universidad de Salta, de quien depende el colegio. Las profesionales del servicio de orientación de la institución fueron quienes contactaron a las familias. Entre los días lunes y martes, en el merendero, y casa por casa, se entregaron los primeros bolsones, al igual que las cartillas y computadoras, a las familias de la zona que pudieron llegar a retirarlos.
Es en los barrios periféricos de la ciudad es donde quizás se palpe más duramente la realidad de miles de salteños que no llegan siquiera a tener en sus hogares un plato de comida diario. En este recorrido, por ejemplo por el barrio Solidaridad, los profes que llevaban la ayuda a sus estudiantes, constataron las condiciones socioeconómicas en las que viven las mayorías, con estadísticas de pobreza brutal en toda la provincia.
Uno de los que llevó la ayuda casa por casa fue Héctor Ramirez, profesor y director del colegio, convencido de que si algo define la identidad del IEM es la solidaridad y la empatía, entre docentes y estudiantes. Sabe que eso fue lo “dio lugar a esta iniciativa (…) para poder asistirlos en este momento tan terrible que está afectando a todas las personas”.
También fue parte de la actividad la preceptora Verónica Tejerina, quien contó que “como trabajadores de la educación palpamos muy de cerca las necesidades de las familias, la gran mayoría son numerosas y todo se hace cuesta arriba, y más en el marco de esta crisis en curso que no es solo sanitaria si no profundamente económica y social. Son familias trabajadoras sin respuestas concretas de parte de ningún gobierno, ni el de Fernández ni el de Sáenz, en estos difíciles momentos. Conocer eso y saber que la situación se agudizó desde marzo nos movió a todos a sumar para colaborar, aún sabiendo que no soluciona de fondo la problemática, que la ayuda es un paliativo”.
“¿Qué esperan los gobiernos, entonces, para actuar?”, se preguntó Tejerina. “Hace días que los medios debaten el impuesto a las grandes fortunas pero no hay respuesta. Hay presentado un proyecto en el Congreso, del Frente de Izquierda, que plantea el cobro de impuestos extraordinarios y progresivos a las grandes riquezas, rentas y ´patrimonios, que permitiría tener recursos para generar un salario de cuarentena de $30mil para todos aquellos que hoy no pueden trabajar ni cobrar el sueldo al 100%. Son estos los bolsillos de Jorge Brito del banco Macro o de Paolo Rocca de Techint, los que hay que afectar para poner todos esos recursos a disposición de quienes más lo necesitan. No puede concebirse que haya personas con hambre. Esta vez la crisis la deben pagar los capitalistas y no las familias trabajadoras”.