Entrevista con docentes que, cada jueves desde que comenzó la cuarentena, organizan un almuerzo para la familias de un barrio donde falta de todo: agua potable, cloacas, gas, internet. Un ejemplo de solidaridad de clase ante la crisis que vienen descargando sobre nuestros hombros.

José Muralla @murayeando

Liliana Vera Ibáñez Redacción LID @liluzlisam / IG: @Pisotomia
Miércoles 24 de junio de 2020 11:51
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El barrio “El tizón” se encuentra en el kilómetro 40 de la Ruta Nacional N° 3, en la matancera localidad de Virrey del Pino. Allí pega mucho más duro la crisis sanitaria, económica y social que está atravesando nuestro país.
Partiendo de que no cuentan con algo tan elemental como el agua potable: hay sólo una canilla para las cerca de 3000 personas que allí habitan. Ni que hablar de servicios cómo cloacas, gas natural y mucho menos internet. Los continuos reclamos al gobierno municipal no han sido escuchados.
La amplia mayoría de quienes allí viven no tienen un trabajo estable y viven de changas. O mejor dicho sobreviven, por lo que esta cuarentena los dejó sin sustento ya que no pueden salir de su casa.
Ante esta situación un grupo de docentes autoconvocados tuvo la iniciativa de organizar una olla popular cada jueves desde que comenzó la cuarentena. La idea surgió en las escuelas. Así lo cuentan Flor y Karina, dos de las docentes que organizan la olla: "Cuando les dábamos los bolsones de mercadería en la escuela a las familias, nos preguntaban cuándo les volveríamos a dar más. Nos íbamos con un sabor amargo, con bronca".
"La primera vez que hicimos la olla, no sabíamos cuántas personas iban a venir y vinieron 178 familias y nos quedamos sin nada. La segunda ya fueron 300 y de ahí ya no bajamos", cuentan entrevistadas por La Izquierda Diario que se acercó a conocer este ejemplo de solidaridad.
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Otro de los organizadores de esta movida es Oscar, quien mientras revuelve el guiso con un enorme cucharón de madera nos cuenta: "Creemos que esto es necesario porque la situación está complicada y no tenemos ayuda de nadie más que de los compañeros que vienen a colaborar. Todo lo que ven acá es donaciones".
La madrugada de ese jueves 25 había llovido. No mucho. Pero fue suficiente para que las “calles” del barrio se conviertan en un barrizal. Esta vez no llegó a inundación, como suele ocurrir. Es que faltan obras. No sólo de los servicios como agua, gas, luz. Las “calles” y las “veredas” estan separadas por zanjones donde se junta agua y basura, y seguramente larvas del mosquito que transmite el dengue.
Recorriendo el barrio para avisar de que vayan a comer - o mejor dicho a “invitarlos a almorzar algo rico”, como le gusta decir a Flor - pudimos ver casas de ladrillos sin revoque donde viven a veces varias familias. En un de ellas, que era sólo una habitación de 3 metros por 4 viven una pareja con 8 hijos. El papá recibe a las docentes y les dice que más tarde pasa con el tupper. Rechaza las tortas fritas porque justo había preparado, pero recibe los alfajores para los nenes que se asoman por la ventana y saludan.
Flor nos cuenta: "acá la gente vive de la changa y te lo dicen, te cuentan que no pueden trabajar. La ayuda del gobierno ha dado una ayuda pero 10.000 pesos no alcanza para nada"
Sandra también docente de Virrey del Pino. Y se acercó con sus compañeros de la agrupación marrón del Suteba La Matanza con donaciones que habían recolectado. Nos dice: en los barrios le dan $10.000 a gente que no tiene nada, mientras a empresas multinacionales como Techint o la Mercedes Benz que está acá nomás (señala con su mano) le dan subsidios millonarios.
La solidaridad es de los trabajadores
El estado de abandono consciente que sostuvieron los sucesivos gobiernos - peronistas y macristas - en los barrios de La Matanza durante décadas se ve agravado por la pandemia. El gobierno destina una mayor cantidad de fondos a subsidiar empresarios y a pagar la fraudulenta e ilegal deuda externa, que a salud y a proveer un ingreso de emergencia a quienes, por la informalidad de su trabajo, se vieron impedidos de conseguir su sustento.
Todo lo contrario de lo que organizaron los docentes y otros trabajadores en Virrey del Pino. A ellos no les sobra nada, pero lo poco que tienen lo comparten. Se llama solidaridad de clase, la que surge entre los de abajo. Saben perfectamente que no es la salida de fondo, porque para eso haría falta que sean las y los trabajadores quienes gobiernen. Pero tender una mano a quien lo necesita en tiempos de emergencia no se puede obviar, si se quiere transformar el mundo.
Por eso también algunos de ellos, luego de la olla del jueves, el sábado se sumaron a la asamblea abierta de trabajadores, trabajadoras y jóvenes de la zona oeste. Porque se ve la necesidad de unirse con los demás trabajadores - en blanco, informales, precarizados, desocupados - y con quienes viven hacinados en los barrios populares, para construir una salida propia a esta crisis que se profundiza día a día.
Desde La izquierda Diario estamos a disposición de mostrar no sólo las grandes cantidades de denuncias que brotan en los barrios y lugares de trabajo en esta situación de crisis. También los ejemplos de solidaridad y de lucha de quienes no se resignan a que esta crisis caiga sobre nuestros hombros. Porque la unidad necesaria para cuidarnos entre nosotros hoy es urgente.
Si querés colaborar con la olla o acercar donaciones comunicate con Oscar: 11 6970-9560

José Muralla
Nació en Arenales (BA) en 1984. Es licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Trabaja como docente de nivel medio en CABA y La Matanza. Desde 2007 milita en el PTS. Vive en Lomas del mirador y es parte del staff de La Izquierda Diario de la Zona Oeste del GBA.