Amparada por el DNU que instauró el ASPO, el 30 de abril de 2020 la Policía Bonaerense detuvo dos veces en la ruta al joven de Pedro Luro. Nadie más lo vio tras esos encuentros, excepto una inverosímil testigo “protegida”. Su cuerpo esqueletizado apareció 107 días después en un cangrejal. Un mes más tarde su mochila con su ropa, su teléfono y su licencia de conducir. ¿Cómo avanza la causa? ¿Cómo llega a este nuevo aniversario Cristina Castro? El mensaje de Berni: “digan lo que quieran, pero yo sigo siendo el ministro de Seguridad”.
Daniel Satur @saturnetroc
Sábado 30 de abril de 2022 12:22
“¿Ya dos años?”, pregunta una lectora de La Izquierda Diario a este cronista. La sorprende el paso del tiempo. Y la embronca la impunidad acumulada desde el 30 de abril de 2020, cuando Facundo Astudillo Castro fue visto vivo por última vez mientras era abordado por miembros de la Policía Bonaerense en la Ruta Nacional 3, en el partido de Villarino, al extremo sur de la provincia.
Ya dos años de aquella mañana en la que el “Kufa”, de 22 años, salió de Pedro Luro (su ciudad natal) con intención de hacer dedo y llegar a Bahía Blanca a tratar de recuperar la relación con su exnovia. Aquella mañana en la que dos policías de Mayor Buratovich lo retuvieron, le sacaron fotos, a él y a su DNI, y le labraron un acta por violar el DNU que el 19 de marzo había firmado el presidente Alberto Fernández, instaurando el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Aquella mañana en la que luego volvió a ser retenido por un policía en Teniente Origone. Y nunca se lo volvió a ver.
Los últimos que lo vieron vivo fueron policías. A no ser que se le crea a la inverosímil “Testigo H” o “Testigo E.R.” (por sus iniciales), una septuagenaria “productora rural” de la zona que asegura haber llevado en su auto al joven hasta la entrada a Bahía Blanca, bien lejos de donde se topó con los uniformados. Esa mujer, “encontrada” por la propia Bonaerense y “atendida” para su declaración testimonial por la Policía Federal, es la mayor “prueba” que pudo conseguir el Estado para justificar un supuesto accidente sufrido por Facundo.
Gran parte de las derivaciones del caso de la desaparición forzada seguida de muerte de Facundo fue descripta por éste y otros medios. Quedaron grabadas en la memoria colectiva las imágenes de Cristina Castro recorriendo caminos, banquinas y pastizales en busca de un mínimo rastro de su hijo y marchando con envidiable entereza por verdad y justicia. El hallazgo del cuerpo esqueletizado el 15 de agosto en un cangrejal cercano a Bahía Blanca (a donde nadie va a accidentarse pero donde la Testigo E.R. dijo ver que se dirigía Facundo cuando bajó de su auto), conmocionó aún más a una sociedad plagada de preguntas. Y tampoco es olvidable el compromiso asumido por todos los estamentos del Frente de Todos (con apoyo de Juntos) para defender con uñas y dientes a los policías sospechados.
Algunos avances
Hace exactamente un año, en una extensa conversación con este diario, Cristina decía que ese primer aniversario sin Facundo la encontraba “con la certeza de no bajar los brazos”, ya que tanto la familia como los amigos seguían “sin entender esa maldad humana que lleva a realizar los actos que terminaron con su vida”. Allí también confiaba en que la causa judicial avanzaba, pese a los obstáculos interpuestos sistemáticamente por el Estado.
“Desde un principio yo dije que estamos peleando contra gigantes. El primer obstáculo, que era el fiscal (Ulpiano) Martínez, ya lo sorteamos. Ahora estamos frente a otra muralla que debemos derribar. Hablo de la doctora Marrón. Sé que lo vamos a lograr”, decía Castro el 30 de abril de 2021. Más abajo, respondiendo nuevas preguntas en este segundo aniversario, reiterará que no descansará hasta obtener verdad y justicia.
Tras varias idas y vueltas, finalmente la jueza María Gabriela Marrón, titular del Juzgado Federal 2 de Bahía Blanca, fue apartada de la causa en diciembre por orden de la Cámara de Casación Federal. La familia de Facundo, la Comisión Provincial por la Memoria (también querellante) y les fiscales Iara Silvestre, Andrés Heim y Horacio Azzolin (a cargo de la investigación) llevaban meses pidiéndolo. El fiscal de Cámara Javier de Luca acompañó el pedido en octubre. Acusada de actuar “con parcialidad” y “obstaculizar reiteradamente” medidas de prueba para investigar la hipótesis de la desaparición forzada, Marrón quedó fuera de juego y la causa recayó en el Juzgado Federal 1 de esa ciudad, cuyo titular es el juez Walter López da Silva.
Ante el cambio de juez y con la acumulación de testimonios y evidencias recolectadas en todo este tiempo, las querellas y les fiscales comenzaron a delinear los próximos pasos. Las posturas adoptadas a lo largo del proceso permiten adivinar que varios de esos pasos serán coincidentes entre la familia, la Comisión Provincial por la Memoria y les tres representantes del Ministerio Público Fiscal que actúan en la causa. Es de esperar que, ante similares pedidos de medidas de prueba, de llamados a declaraciones testimoniales y de imputaciones a policías y cómplices, el juez López da Silva no repita la conducta de su antecesora y dé curso a lo solicitado por querellas y fiscalía.
Así, probablemente no pase mucho tiempo para que comience a declarar una larga lista de testigos. En algunos casos serán ampliaciones de testimonios ya volcados al expediente y en otros de personas que pueden aportar nuevos elementos que ayuden a completar las zonas grises. Sin dudas será clave que vuelva a declarar la Testigo E.R., quien a juzgar por lo que ya dijo en la causa, si responde todas las preguntas que tienen para hacerle fiscales y querellas, podría caer en incertezas y contradicciones que la dejen al borde del procesamiento por falso testimonio.
Recordemos que el carácter de “testigo protegida” se lo dieron la jueza Marrón y el fiscal Martínez, trato opuesto al que recibieron otros testigos que no juegan para la Policía y el Gobierno y cuyos datos filiatorios fueron filtrados a medios cómplices. Pero para desgracia de E.R., ahora Martínez y Marrón están, al menos formalmente, fuera de la causa.
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En cuanto a pericias, la familia quiere que se hagan nuevos y exhaustivos análisis sobre diversos elementos de prueba que fueron recolectados en estos dos años. Especialmente quieren que se complete el estudio del teléfono de Facundo (hallado en condiciones irregulares dentro de su mochila junto a su licencia de conducir y la ropa que llevaba al momento de desaparecer). No quieren quedarse sólo con la información dispersa y fragmentada que hasta el momento se les dio. Sobre todo porque esa información abre un abanico de fuertes sospechas.
Se sabe es que aquel 30 de abril, pasadas las trece treinta, Facundo habló con su madre (dejándole un mensaje nada tranquilizador) desde Mayor Buratovich. Desde ese momento hasta el otro día su teléfono dejó de ser detectado por antenas telefónicas. Sin embargo en ese lapso de tiempo uno de sus amigos recibió desde ese número un mensaje de texto que, por léxico y tono, nadie reconoce propio de Facundo. Cuando la señal del teléfono volvió a impactar en una antena, fue el 1° de mayo en una celda cercana a la comisaría de Bahía Blanca donde se terminaría secuestrando un patrullero en el que se halló un trozo de piedra turmalina del collar de Facundo.
Las querellas también quieren saber qué pasó con la ropa de Facundo. Por un lado, el cuerpo esqueletizado apareció en el cangrejal sin el menor rastro de haber estado vestido. Y a su alrededor sólo apareció, intacta pese al paso del tiempo, su zapatilla derecha. Por otro lado, la ropa que usó al menos hasta que se lo vio por última vez en la ruta estaba dentro de la mochila hallada un mes después de aparecido el cadáver. Según las pericias, esas prendas tienen signos de haber sido quemadas en distintos puntos con un material ígneo y, por las características de los rastros, la ropa estaba colocada en un cuerpo al momento de producirse esas quemaduras.
López da Silva ya tuvo una acción concreta en la causa. Hace pocas semanas rechazó el pedido del abogado Sebastián Martínez, defensor de los cuatro policías más comprometidos (aunque sigan sin estar imputados), quien quería que se dieran por “nulos” los hallazgos realizados por el perito Marcos Herrero y sus perros en el marco de operativos realizados bajo supervisión de la Policía Federal, la Gendarmería y funcionarios del Juzgado. Se trata de un amuleto de madera con forma de sandía, un cabello y dos trozos de piedra turmalina que pertenecían a Facundo. El amuleto y uno de los trozos de piedra fueron hallados en un calabozo abandonado de la comisaría de Teniente Origone. El cabello, con perfil genético compatible con el joven, estaba en el patrullero de esa misma seccional. Y el otro trozo de piedra apareció en el baúl de un patrullero de la Bonaerense de Bahía Blanca.
El abogado de los policías, asesor legal a su vez del intendente de Villarino Carlos Bevilacqua, pretendía que esas pruebas contundentes fueran desechadas porque Herrero está procesado y detenido en Mendoza acusado de plantar pruebas en la causa de la desaparición de Viviana Luna. Como viene relatando este diario, el proceso contra Herrero tiene bastante más que aroma a causa armada con el fin de desacreditar su intervención decisiva en causas complejas como la de Facundo, la de Micaela Ortega, la de Araceli Fulles, la de Marito Salto y tantas otras.
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No se puede soslayar otro hecho que demuestra a qué juega el Estado en este caso. En agosto del año pasado, en medio de la campaña electoral legislativa, salió a la venta un libro titulado Operación Facundo. La oscura trama detrás de la muerte de Astudillo Castro . Su autor es nada menos que el operador mediático bahiense Germán Sasso, quien solía publicar “primicias” mezclando fake news con información exclusiva filtrada por Berni, la Federal, la Bonaerense, Martínez y Marrón. Esa obra mal escrita fue financiada por bolsillos muy interesados y promocionada, entre otros, por el gobernador Axel Kicillof, el ministro de Seguridad Sergio Berni y la entonces candidata a diputada del Frente de Todos Victoria Tolosa Paz. Lo propio hizo el entonces candidato de Juntos por el Cambio Diego Santilli.
“A cada uno le vendría bien una dosis de justicia”
Es viernes, en Pedro Luro hace frío. Mucho más en los alrededores de la estación de servicio Shell donde trabaja Cristina. Pero ella, como lo afirma cada vez que se lo preguntan, se siente cálidamente contenida por sus compañeras de trabajo, quienes la comprenden como madre, la bancan como mujer y la apoyan como luchadora. Faltan horas para que se cumplan dos años de la desaparición de Facu.
“Ya dos años”, reflexionan quienes la ven atenta a los preparativos del acto que se realizará el sábado 7 en Pedro Luro para recordar a Facundo. Y pese al cansancio y el trajín de la jornada laboral, ella se hace un tiempo para conversar con La Izquierda Diario.
¿Cómo te gustaría recordar a Facu hoy ante quien lea tus palabras?
¿En qué momento ves que está la causa judicial?
En septiembre del año pasado asumió Aníbal Fernández en reemplazo de Sabina Frederic en el Ministerio de Seguridad. Cuando te entrevistamos hace un año decías sobre Frederic que siempre había sido muy amable con vos, que la considerabas íntegra, pero que no lograbas “descifrarla en muchas cosas”. ¿Pudiste descifrar algo de ella?
¿Qué podés decir de Fernández, su reemplazante? ¿Hubo algún tipo de comunicación con vos desde que asumió, teniendo en cuenta que ese ministerio intervino de varias maneras en el caso sin dar muchas respuestas?
Cuando el caso estaba en todos los medios del país Alberto Fernández te llamaba, te convocó a reunirte con él en Olivos, prometió compromiso con la causa y demás. ¿Cambió en algo la actitud del presidente y otros funcionarios nacionales hacia ustedes?
Hablando de Berni, ¿cambió algo en este año la actitud del gobierno provincial de Kicillof y sus diferentes funcionarios hacia vos, tu familia y tus abogados?
¿Qué expectativas tenés sobre el destino de la causa, de los máximos sospechosos del crimen y de sus encubridores políticos y judiciales?
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).