Domingo 15 de febrero de 2015 12:02
Los ataques en Copenhague no tardaron en llegar a los medios franceses, y son una oportunidad para que se expresen algunas de las opiniones más reaccionarias respecto a este tema. Así Le Parisien, quien suele hacer pequeñas editoriales sobre los temas más despolitizados, le dedica su editorial del domingo, “Combate”, a este tema. “Somos el blanco de sus ataques. Nosotros, los ciudadanos de todas las democracias”. Y continúa “Debemos prepararnos […] a otros ataques de esta guerrilla que lucha contra la humanidad”. “Debemos dotarnos”, concluye “de todos los medios necesarios para ganar esta guerra”. El “choque de civilizaciones” encuentra su expresión en este “diario popular”. O peor aún, es el choque entre la humanidad y la barbarie. En este sentido las democracias, que son buenas y que se mantienen gracias a la buena voluntad de sus ciudadanos, deberán dirigir la nueva cruzada contra los bárbaros. Los apoyos de los dirigentes “democráticos” a los dictadores, a los bárbaros, quedan olvidados. El futuro es ganar la guerra, poco importan los medios, contra la barbarie, aunque sean los “dirigentes occidentales” los responsables de tanta inestabilidad en medio oriente, con sus bombas, sus guerras y su lucha por el control del petróleo.
Le Figaro el sábado ataca también al “islamismo”, pero no porque hayan atacado en Copenhague, sino porque un partido musulmán “la unión de los demócratas musulmanes” se presentará en algunas circunscripciones durante la elecciones regionales. Obviamente como se dicen musulmanes, son considerados como islamistas radicales. Y plantean rápidamente el programa de este partido “la vuelta del velo a las escuelas, el voto de los extranjeros, una mejor enseñanza de la colonización y de la guerra de Argelia […] ¿pequeñeces ? Es solamente el comienzo”. Se olvidan decir que este partido está también a favor del derecho al aborto, de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, entre otras reivindicaciones que poco tienen que ver con el islamismo radical, reaccionario, al que tanto “temen” los “demócratas” franceses. Sin defender este pequeño partido, que es bien republicano y que tiene muy poco de contestatario, lo que si queda claro es la amalgama entre musulmán e islamista. Este ataque es bastante explícito. “[No hay que] considerar que hay un problema con todas la religiones en la república”. No, la única que crea problemas es la religión musulmana. Un partido “demócrata musulmán” hay que combatirlo. Pero no habría problemas con un partido “demócrata cristiano”.
El conflicto en Ucrania, y el acuerdo de cese el fuego del jueves pasado se expresan en las editoriales de Le Monde del sábado y de Libération del viernes. Ambos diarios tiene una visión contradictoria del acuerdo.
Le Monde en “Ucrania : no hay que bajar la guardia” plantea que es un acuerdo frágil, de alto el fuego, en el que se obtuvo de Putin todo lo que podía obtenerse. Y “el presidente ucraniano […] logró evitar concesiones de principio mayores, como abandonar el control de las regiones enteras de Donetsk y de Lugansk, aceptar la reivindicación rusa de una ’federalización’ o de renunciar a integrar algún día la Unión Europea o la OTAN”. Incluso, este acuerdo permite tener una mejor noción de las ambiciones del Kremlin. Es decir que es ciertamente un cese el fuego frágil, pero conseguido con pocas concesiones. No podemos decir que es un editorial triunfalista, pero sí de satisfacción.
Por su parte Libération empieza su editorial “Ventaja” diciendo “Raramente nos hemos inclinado tan poco a alegrarnos por un acuerdo de paz”. Y esto está directamente relacionado con el titular principal del diario : “Al final es [Putin], quien ganó”. Y esto porque “los resultados interinan, en los hechos, los logros conseguidos en el terreno por los separatistas”. Además el hecho de que ni “Crimea” ni “federalización” aparezcan en el texto, para Libération, significa una concesión de hecho. Por último, la conclusión es bastante elocuente de la posición de este diario “Nadie duda de que hay que alegrarse de cada día de paz, salvo si este le permite a quien tiene la ventaja en el terreno de fortalecer sus posiciones. ¿Los acuerdos de Minsk se van a confundir en la historia con los acuerdos de Munich, quienes en 1938, interinaron el abandono de la Checoslovaquia ? El futuro lo dirá rápidamente."