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Red Internacional
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NEGACIONISMO CLIMÁTICO. EE. UU. abandonó el Acuerdo de París contra la crisis climática a un día de la elección

La noticia coincidió con el día después de las elecciones presidenciales. Biden prometió volver a integrarse en caso de vencer a Trump. ¿Dos modelos climáticos opuestos?

Valeria Foglia @valeriafgl

Miércoles 4 de noviembre de 2020 19:22

Cuando aún no hay definición sobre los comicios, el día posterior a estos coincidió con la oficialización de las prolongadas gestiones de Donald Trump para la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. Este había nacido en 2015 durante la Convención sobre Cambio Climático de la ONU con el objetivo formal de reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del calentamiento global y, por ende, en gran medida de la crisis climática y ecológica que atraviesa el planeta.

Era una vieja promesa de Trump, negacionista declarado, y uno de los puntos cruciales durante la extensa campaña electoral que lo enfrentó al demócrata Joe Biden, quien precisamente prometió devolver al país como firmante en caso de llegar a la Casa Blanca.

De esta manera, Estados Unidos, segundo país en cantidad de emisiones detrás de China, es el único en abandonar el tratado no vinculante que planteaba limitar el aumento de la temperatura terrestre a 1,5 °C con respecto a niveles preindustriales. Pero para el presidente norteamericano la crisis climática es apenas “un invento chino” e incluso inexplicable si se consideran las olas polares que azotaron al país en los últimos años. “Nos vendría bien un poco de ese viejo calentamiento global por el que nuestro país, no otros, iba a pagar billones de dólares para protegerse”, había dicho con sarcasmo en 2017, haciendo gala de negacionismo y profunda ignorancia.

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Durante el último debate presidencial, Trump había declarado su “amor” al ambiente, mientras se jactaba de haber plantado millones de árboles y haber reducido las emisiones de dióxido de carbono (uno de los GEI) con respecto a la administración Obama. Sin embargo, los especialistas argumentan que esto se debe a la decadencia de la industria carbonífera y además está lejos de la reducción drástica que se necesita.

“Nos salimos del Acuerdo de París porque tendríamos que gastar billones y nos trataban en forma muy injusta. Cuando ellos [los demócratas] nos pusieron ahí nos hicieron un gran perjuicio: iban a quitarnos nuestros negocios. No voy a sacrificar decenas de millones de empleos y miles y miles de compañías a causa del Acuerdo de París”, había dicho en la última contienda en Nashville.

Joe Biden intentó mostrarse en las antípodas del negacionismo de Trump y los republicanos: en repetidas ocasiones habló de que la crisis climática es una amenaza urgente para la humanidad y que dar una respuesta ante ella es “una obligación moral”. Aunque quiso presentar su propuesta como un plan ambicioso para acondicionar edificios, reducir el consumo de energía, apostar a vehículos eléctricos, además de generar supuestamente “18.6 millones de puestos de trabajo”, su "agenda verde" se deshace cuando sostiene que no prohibirá el fracking si resulta vencedor. "Nunca dije que me opongo al fracking: dije ’no al fracking en terrenos federales’", es decir, dejará que continúe la práctica de fractura hidráulica para extraer hidrocarburos en el 90 % restante.

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“La salida de Estados Unidos dejará un vacío en nuestro régimen y en los esfuerzos globales para lograr las metas y ambiciones del Acuerdo de París”, dijo a Reuters Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), organismo del que Estados Unidos sigue siendo parte. Sin embargo, una de las mayores consecuencias será la drástica merma en el presupuesto mundial destinado al clima.

China, Japón y Corea del Sur se han comprometido formalmente en las últimas semanas a alcanzar la neutralidad en emisiones de dióxido de carbono, un compromiso ya suscrito en los papeles por la Unión Europea. El caso de EE. UU. sirve como botón de muestra: ¿alguien piensa realmente que las grandes potencias van a pagar voluntariamente por el daño que causaron?

El negacionismo climático de Trump inspiró y envalentonó a ultraderechistas y conservadores como Jair Bolsonaro, Boris Johnson y Scott Morrison de Australia, algunos de los cuales debieron bajarle el tono al ataque contra el ambiente a lo largo de los años, en especial al calor de movilizaciones inmensas o catástrofes originadas en los eventos más extremos de la emergencia climática, como los incendios forestales.

El abandono del Acuerdo de París es una declaración de negacionismo militante que pondrá en mayores aprietos al planeta. Biden promete regresar al tratado climático internacional, pero su “oferta” no implica tampoco afectar intereses de los capitalistas ni reorganizar la matriz energética, de producción y consumo. Él mismo es responsable, como vicepresidente durante dos mandatos junto a Obama (el que se vanagloriaba de haber perforado más pozos petroleros que nadie), de haber contribuido a que Estados Unidos, principal potencia mundial, esté en el podio de las mayores emisoras de GEI a la atmósfera.

Ni negacionismo ni “capitalismo verde”: ellos son parte del problema. La clase trabajadora a la que tanto apelan Biden y Trump con promesas, junto a la juventud que salió por millones en las huelgas climáticas mundiales, los pueblos originarios, los científicos comprometidos y todos los sectores agraviados por la destrucción de nuestro planeta tienen por delante el desafío más urgente: enfrentar a las grandes corporaciones, las multinacionales y los Gobiernos capitalistas para defender nuestro futuro.

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