En la primera sentencia por delitos sexuales en este centro clandestino. Fueron condenados los dos acusados, Jorge "Tigre" Acosta a 24 años y Alberto "Gato" González a 20 años de prisión.
Viernes 13 de agosto de 2021 18:36
Es histórica la sentencia dictada por el Tribunal Oral Federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires, porque condenó a genocidas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por crímenes sexuales contra las detenidas-desaparecidas en este centro clandestino durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástico.
Jorge “Tigre” Acosta y Alberto “Gato” González fueron sentenciados a 24 y 20 años de prisión -por primera vez desde que son enjuiciados en crímenes de lesa humanidad-, por ser responsables de abusos, manoseos y violaciones contra tres mujeres que permanecieron secuestradas en el Casino de Oficiales del predio de la Armada entre 1977 y 1978.
El fallo consideró estos delitos sexuales como crímenes de lesa humanidad. A mediados del mes de octubre se conocerán los fundamentos de la sentencia.
Es histórico el fallo, aunque las víctimas de este delito tuvieron que luchar durante largos años para que los genocidas recibieran una condenas por estos crímenes sexuales. Mabel Zanta, Silvia Labayrú y María Rosa Paredes, fueron las víctimas que lograron esta sentencia contra los genocidas Tigre Acosta y Gato González.
Lucha contra la impunidad: Bregman entrevista a Osvaldo Barros, sobreviviente de la ESMA
Lucha contra la impunidad: Bregman entrevista a Osvaldo Barros, sobreviviente de la ESMA
Los delitos sexuales cometidos en la ESMA eran conocidos, una y otra vez fueron narrados ante tribunales orales por quienes los habían sufrido.
Esa exposición implicó que sean revictimizadas, mientras ninguna de las sentencias dictadas en esta causa logró hasta hoy las condenas por estas acusaciones.
Fueron crímenes perpetuados, también, por un poder patriarcal y misógino. La dictadura busco exterminar a una generación de trabajadores y jóvenes que abrieron un profundo cuestionamiento al capitalismo. En ese camino, desató su represión con más saña contra las mujeres con estos crímenes que buscaron disciplinarlas. Pasaron décadas desde aquellos hechos, hasta que la larga lucha de las víctimas, los sobrevivientes y los organismos de derechos humanos independientes de todos los gobiernos y el movimiento democrático, logró que se conviertan como delitos específicos, diferentes de las torturas.