Una visión distinta de la ciencia, la visión dialéctica, que critica al reduccionismo diciendo que la verdad es un todo más grande de lo que habíamos imaginado.
Domingo 6 de noviembre de 2016
Quiero incitar a una visión distinta de la ciencia, la visión dialéctica, que critica al reduccionismo diciendo que la verdad es un todo más grande de lo que habíamos imaginado, que cosas que no parecen relacionadas sí tienen influencia una sobre la otra, que podemos preguntar qué pasa con la adrenalina en la minería, cuál es la situación del riñón bajo el capitalismo, cómo funcionan los pulmones entre los pobladores forestales, porque nuestra biología es a la vez social y biológica. De ninguna manera quiero menospreciar la importancia de nuestra biología, sino hacer notar que nuestra biología se ha transformado por la vida social.
Podemos ver, por ejemplo, la nutrición. Compartimos muchos aspectos de la nutrición con los demás mamíferos, ya que dependemos de proteínas exógenas y de algún proceso de digestión llevado a cabo fuera de nuestro cuerpo. Entonces, compartimos la bioquímica de la nutrición con otros animales semejantes, pero eso no explica el comer: la bioquímica de la nutrición explica la necesidad de comer, pero la cuestión es quién come y quién no come, quién determina lo que se va a comer, cuántas veces al día se come, qué se considera una comida aceptable, con quién nos sentamos a comer y con quién nunca jamás comeremos, quién hace el trabajo en la cocina y quién friega los platos. En eso no nos ayuda la bioquímica de la nutrición. Ustedes pueden tomar cualquier aspecto de la biología, de nosotros como mamíferos de tamaño medio, y ver cómo se va transformando y qué cosas se mantienen.
Una cosa que viene de nuestra herencia biológica es que, al contrario de la mayoría de los mamíferos, dependemos de la vista. Eso es una herencia del tiempo que pasamos viviendo en los árboles, porque en los árboles el olor no se pega bien a las hojas; el olor está pegado al suelo y un animal que vive al nivel de la tierra puede guiarse por los olores, pero en los árboles es más difícil. Por lo mismo, las aves tampoco dependen mucho de los olores sino de la visión. Así, esa es una cosa que heredamos, pero tiene consecuencias que se propagan. Por ejemplo, un objeto que percibimos visualmente tiene límites, tiene fronteras, algo es parte del objeto y otra cosa no lo es. No es así con los olores, con los olores un objeto es transicional hacia el otro objeto, poco a poco. Una escritora una vez reflexionó sobre el punto de vista de una hormiga, el título del cuento fue The Feel of the Smell Itself. Pensó cómo una hormiga puede interpretar su ambiente, desde su tamaño. Si nosotros fuéramos insectos viviendo en la superficie de la tierra, cada piedrita sería como una montaña, entonces el campo visual de un animal pequeño es muy limitado, una hormiga puede ver sólo una distancia de centímetros antes de tropezar con un obstáculo. Por esta razón, los animales pequeños dependen de un espectro de los sentidos muy diferente. Conozco algunos insectos y otros invertebrados que detectan a su presa por el movimiento del aire ocasionado por su traspaso entre la hojarasca; eso es un sonido que nosotros jamás podríamos oír, es un mini sonido, es sentir una brisa, pero una brisa tan débil que está completamente fuera de nuestro mundo. Entonces, un ecólogo debe comprender que vivimos en un mundo creado por diferentes mundos, mundos que dependen de señales totalmente distintas, que tienen diferentes patrones de seguridad e inseguridad.
Vemos que las cosas están conectadas por caminos que no sabemos que existen, que el mundo biológico no es separable del mundo social, que las condiciones sociales pueden determinar cuáles son las moléculas que encontramos. Eso no cambia la actividad de un grupo de metano, pero lo que sí hace es determinar cuáles son las moléculas que están allá afuera en este momento –como cien mil moléculas históricamente nuevas para nuestra atmósfera. ¿Cómo vamos a esperar que una agencia regulada, siempre bajo el hostigamiento de las corporaciones, haga un análisis de los efectos, no solamente de cien mil moléculas, sino de cien mil por cien mil interacciones de pares de moléculas, y así sucesivamente? Entonces hay que decir lo siguiente: si no lo podemos entender, si no lo podemos regular, no lo debemos hacer. Hay que considerar otra vez si este producto es necesario para nosotros y tolerable para nuestra sociedad.
Entonces vemos que la instancia dialéctica propone que la realidad es un todo donde las cosas están conectadas entre sí, que una cosa no es fija, es solamente una fotografía de un proceso, de un proceso lo suficientemente lento para que podamos nombrarlo. Entonces damos preferencia a los procesos más que a las cosas. Podemos considerar procesos a alta velocidad, procesos lentos, procesos que se mantienen con retroacciones, digamos homeostasis, y procesos que socavan el sistema dentro del cual se desarrollan. Insistimos en que cada objeto de cierta complejidad es muy heterogéneo adentro y esta heterogeneidad resulta en que haya procesos conflictivos. En el organismo conocemos algunos ejemplos como el sistema nervioso simpático y parasimpático; autónomo y voluntario; inflamatorio y antinflamatorio, o el glutamato, que es un neurotransmisor excitante pero también es un precursor de lo que acaba siendo un inhibidor. Entonces, un mismo proceso produce factores opuestos y cuál va a predominar depende de otras circunstancias en la vida del organismo. Este principio de que un objeto de cierta complejidad siempre es hogar para el proceso contrario es un buen punto de partida cuando buscamos enfrentar un problema nuevo, hay que buscar cuáles son sus factores opuestos.
Encontré ayer en el hotel a un ex estudiante mío que hizo un doctorado en Los Tuxtlas, Tabasco, y su problema era saber el proceso de la relación entre unas especies. Cuando una cooperación de reses abandona la ganadería y deja que el pasto revierta a la vegetación natural, entonces tendremos gramíneas y al lado del río un bosque que está tirando semillas dentro del pasto. Bueno, ¿cuál es la relación ecológica entre estos árboles y las gramíneas? Si una semilla cae en un parche de tierra desnuda es muy visible y enseguida se la comerá una hormiga, un ave o un ratón, y desaparecerá; si cae dentro de las gramíneas puede esconderse; entonces, en primera instancia las gramíneas serán beneficiosas para la semilla. Pero después
pasará un poco de tiempo y la semilla germinará extendiendo su raíz, la cual estará en la zona de raíces de las gramíneas y entrarán en competencia por el agua. Pasará una temporada más y las raíces del árbol en crecimiento estarán por debajo de las raíces de las gramíneas, entonces podrán robar el agua a las gramíneas. Primero el árbol está bajo la sombra de la gramínea, que inhibe su crecimiento, pero es una semilla grande que tiene nutrientes guardados y puede seguir creciendo hasta estar por encima de la gramínea y hacer su propia sombra. Entonces, en cada etapa de su ciclo de vida la relación entre las dos especies es distinta. Eso es un buen indicio de cómo ir enfrentando un problema, sabiendo que las cosas no están como están porque tienen que ser así, porque siempre han sido así, porque tienen que ser así; sino que tienen una historia y están así porque han llegado a ser así. ¿Mediante qué procesos? La respuesta inmediata es que dichos procesos pueden cambiar a largo plazo. Un ejemplo de esto es que cuando hay un golpe de azúcar en la sangre el páncreas lo disuelve con insulina, pero si sigue haciendo eso todos los días por fin se acaba con el páncreas. Entonces, los cambios a corto plazo y a largo plazo pueden entrar en conflicto y una de las cosas que tenemos que buscar sería cuál es la naturaleza de procesos antagónicos. Y dentro de todos, buscar dónde hay relaciones de mutualismo, comensalismo, coevolución. ¿De qué manera cada uno influye también en la evolución de los demás?
Si nosotros insistimos en que hay que plantear el problema en su forma más amplia, si insistimos en que hay que ver las conexiones entre los fenómenos que parecen estar aislados uno del otro, y si nosotros insistimos en que lo que es no tiene que ser, ¿quién va a subvencionar este trabajo?, ¿qué es lo que podemos hacer? En general, en la literatura capitalista sobre problemas que afectan a la humanidad, la parte final es la parte más débil, ya que después de ir explicando por qué es imposible continuar como hasta ahora, terminan diciendo que necesitamos una mejor educación y buena voluntad. Siempre es un desengaño leer el artículo hasta el final porque en el camino hay muchas cosas interesantes y después acaba, se agota, y se agota porque los autores conocen quiénes son los dueños de las revistas, de las posiciones en la universidad y de las oportunidades en las agencias gubernamentales. Sucede que todas estas comunidades universitarias, gubernamentales y cooperativas son parte de una nomenklatura, como decían los soviéticos, que es el pozo de los respetables. Ellos determinan qué pregunta de investigación es legítima y cuál no lo es, también determinan cómo desbaratar una idea que no les gusta, ellos tienen un vocabulario muy rico para descartar ideas que no les gustan, diciendo cosas como esas de que “no ha sido probado”, y así pueden poner obstáculos a la investigación.
Entonces, ¿qué podemos hacer si no tenemos el control? Hay que organizarse reconociendo que se tiene una relación con las instituciones, misma que es parcialmente cooperativa y parcialmente conflictiva. La tarea de cada uno, según su ubicación dentro de este sistema, es aprender cómo navegar en este terreno contradictorio.
* El autor fue un importante biólogo marxista y comunista norteamericano, fallecido en enero de este año, y coautor de El biólogo dialéctico. Este artículo es un fragmento de su trabajo Una pierna dentro, una pierna afuera.