El próximo 30 de octubre una de las principales centrales sindicales de Ecuador (FUT) junto a otras organizaciones de trabajadores han convocado movilizaciones en todo el país para pedir la derogación de la Reforma Laboral que anunció el gobierno de Lenin Moreno el pasado 1 de octubre.
Martes 22 de octubre de 2019 20:00
Esta reforma supone un ataque en toda regla a las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores. Las medidas incluyen el recorte de un día de sueldo a los empleados públicos, así como la reducción de 30 a 15 días de vacaciones por año. Todo esto en el marco de una política de despidos masivos en el sector público que el gobierno lleva practicando desde hace varios meses y que pretende dejar en la calle al 10 por ciento del total de trabajadores de las empresas del Estado.
Así mismo, establece medidas que van directamente dirigidas a deteriorar aún más las condiciones de los trabajadores precarizados, como la disminución del 20 por ciento de la remuneración de los contratos ocasionales.
También incluye un cambio en el cálculo de las pensiones, que implica una mayor dificultad para conseguir la jubilación y una disminución de esta para los futuros pensionistas.
Se trata sin duda de una de las reformas más ambiciosas en clave neoliberal en las últimas décadas. Al mismo tiempo, el Gobierno anunciaba una serie de medidas que fueron denominadas cómo " paquetazo", que incluía una reforma fiscal y la eliminación del subsidio al combustible.
La respuesta al paquetazo fue inmediata: diversos sectores de la población salieron a protestar en contra esas medidas. La entrada en escena del movimiento indígena con nuevos sectores juveniles, y el levantamiento del pueblo de Quito obligó a que Lenin Moreno tuviera que dar un paso atrás y finalmente dejara sin efecto la eliminación del subsidio al combustible.
Sin embargo, las otras medidas, entre ellas la reforma laboral, no fueron derogadas. Es debido a esto que diversas organizaciones sindicales, incluido el histórico FUT, han pasado a la ofensiva y pretenden movilizarse.
El Gobierno, por su parte, percibiendo que ha sufrido una dura derrota en las calles, parece dispuesto a contraatacar. De esta manera ha emprendido una deriva represiva y autoritaria. Después de que cesaran las movilizaciones, Lenin Moreno desató una fuerte persecución contra diversos líderes del correísmo.
Esta semana, tal y como informan los grandes medios de la burguesía ecuatoriana, el objetivo parecen ser los activistas de izquierda y del movimiento estudiantil. Desde El Comercio se informaba que la policía y el Gobierno pretenden con estas persecuciones evitar nuevamente episodios de violencia como los que se vieron en Quito. Se intenta justificar así el relato gubernamental de que en realidad no se trataba de una protesta social legítima sino de un intento de golpe de Estado perpetrado por organizaciones criminales y extremistas. Sin embargo, lo que no dice este medio es que la policía se infiltró en diversas ocasiones entre los manifestantes y fueron ellos los que protagonizaron gran parte de la violencia que se achaca a los activistas que estuvieron movilizándose en Quito.
También el ejecutivo y sus voceros han arremetido contra los líderes sindicales que han convocado las movilizaciones del 30. María Romo, ministra de gobierno y una de las responsables directas de la represión, declaró: “Es un anuncio gravísimo porque el país está empezando a recuperarse y el FUT no puede anunciar una paralización como consecuencia de nada”. Al mismo tiempo anunció que se reunirá con el gabinete de Seguridad Estratégica en Guayaquil para evaluar las acciones que se tomarán. En el lenguaje del gobierno de Moreno esto significa que se prepara para otra jornada de represión, esta vez contra el movimiento obrero ecuatoriano.
Desde las principales organizaciones indígenas todavía no se han pronunciado si apoyarán o no las movilizaciones de los trabajadores. Tampoco han condenado las medidas represivas de estas últimas semanas del Gobierno contra el correísmo y otras organizaciones. Se trata sin duda de un mal precedente. Más aun teniendo en cuenta que tarde o temprano las oligarquías exigirán a Lenin Moreno o al siguiente gobierno de turno que aplique los mismos métodos represivos y de persecución política contra el movimiento indígena.
Es necesario que los distintos sectores populares logren soldar su unidad contra el régimen neocolonial ecuatoriano mediante la movilización. Es la única manera de realmente frenar los planes neoliberales del gobierno y enfrentar a su escalada represiva y autoritaria. La entrada en escena del movimiento obrero organizado puede suponer un salto en la lucha por terminar de tirar a la basura las medidas antipopulares y neoliberales que anunció Moreno el pasado 1 de octubre.
El pueblo ecuatoriano, a lo largo de su historia reciente, ha demostrado que es capaz de infligir duras derrotas a los gobiernos. Sin embargo en esta ocasión Lenin Moreno y su ejecutivo, aunque debilitados, aún sobreviven. Intentan recomponerse mediante la persecución política y apoyándose en el poder judicial. El régimen de conjunto ha entrado en una profunda crisis y desde las oligarquías intentan darle a esta una salida en clave reaccionaria. Pero el pueblo ecuatoriano aún no ha dicho su última palabra.