A 170 años de su fallecimiento, algunos apuntes y datos poco conocidos sobre la obra, la vida y los pensamientos del escritor norteamericano.
Pablo Minini @MininiPablo
Viernes 4 de octubre de 2019 18:43
Es difícil que alguien no conozca la vida de Poe. En particular porque es considerado el Renovador de la novela gótica, el autor del poema estadounidense más famoso y la influencia de Baudelaire, Rubén Darío, Verne, Lacan, Los Simpsons y la cultura de masas en general.
Pero intentaré retomar algo menos conocido que incluye moluscos y a Franz Gall.
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El señor Poe padre se mandó a mudar, la señora Poe murió de tuberculosis cuando Edgar no había cumplido tres años y la familia Allan adoptó al pequeño y a su hermana. De ahí el apellido compuesto.
Parece que el señor Allan era tan rico y odioso con Edgar como amorosa la señora Allan. Tanta bronca le tenía el padre adoptivo que acabó por desheredarlo porque el adolescente era particularmente triste, altanero, nervioso y jugador. También le gustaba la astronomía, la matemática y la física, los clásicos, el latín y el francés, tanto como fabular e inventar conocimientos que él daba por ciertos sólo para divertirse y pedantear a sus compañeros.
Como se imaginan, no tenía muchos amigos.
Era aficionado a la poesía, pero eso no redituaba demasiado. Más teniendo en cuenta que Poe fue el primer norteamericano que decidió ganarse la vida exclusivamente como escritor. Para aligerarse el camino se pasó a la prosa y al periodismo, donde logró hacerse algún nombre.
Pero no sólo de fama viven los escritores: Poe no tenía un centavo.
Conquiliología
En 1839 el zoólogo Thomas Wyatt escribió un Manual de Conquiliología, que era una rama del estudio de las especies dedicada a la conchas de los moluscos y los armazones de los reptiles. El Manual valía 8 dólares y Wyatt entendió que nadie iba a comprar algo tan caro siendo que él era un completo desconocido. Se le ocurrió sacar una edición más barata, de 1 dolar cincuenta centavos, para estudiantes, que llevara la firma de un editor un poco más conocido. Ahí entra Poe, que prestó su firma para el Principios de Conquiliología, basado en la obra de Wyatt. Quisieron acusarlo de plagio, pero la verdad es que Poe no se limitó a resumir el manual del zoólogo: agregó traducciones de académicos franceses, modificó la tabla de clasificación de los moluscos y le dio una impronta nueva en zoología, pues introdujo el estudio de las partes blandas de los moluscos. A nadie se le había ocurrido antes hacer algo así.
Resultado: la obra de Poe tuvo tres reediciones y él ganó 50 dólares. Nada mal.
¡Eureka!
La última obra de Poe fue un poema especulativo que combinaba literatura y astronomía.
Poe desconfiaba del método científico y usaba algo que hoy se conoce como serendipia científica, que es una forma de intuición. Aunque incorrecta científicamente, la obra tuvo un acierto: en 1849 Poe adelantó que el universo debía haber nacido de la explosión de una partícula superdensa. Un siglo más tarde eso tuvo el nombre de Big Bang.
Además resolvió la paradoja de Olbers. ¿Qué dice esa paradoja? Dado un universo de infinitas estrellas inmóviles y uniformemente distribuidas, el cielo nocturno debería verse totalmente blanco e iluminado. No es así, claramente, porque vemos un cielo negro con estrellas tachonadas y dispersas. Poe postuló que en realidad las estrellas eran infinitas, pero había algunas tan pero tan lejanas que su luz no llegaba a la Tierra. Por ende, el universo tenía que ser más grande de lo que se suponía. Nuevamente, la pegó.
The imp of perverseness
Poe era un firme creyente en la frenología, esa seudo ciencia creada por Franz Gall, que decía que cada sector del cerebro respondía a una función intelectual. Si alguien tenía una parte más desarrollada se debía a que esa parte de su mente preponderaba sobre el resto. Por ejemplo, si alguien tenía un bulto en la parte de la bondad, es que se trataba de alguien muy muy bueno.
En 1845 escribió El fantasma de la perversidad. En él cuestiona a la frenología. Dice que los frenólogos daban por sentado que las características de la mente humana tenían que ver con los atributos de Dios: uno no era malo, sino que tenía la parte de la bondad atrofiada. Pero Poe dice que eso era incorrecto metodológicamente, puesto que había un impulso que en algunos individuos estaba plenamente desarrollado y todavía no se había encontrado su ubicación cerebral: la perversidad.
Hay individuos, dice Poe, que obran contra toda razón buscando el propio mal, no porque estén atrofiados o no sepan razonar, sino porque su motivación es hacerse mal precisamente porque no conviene hacerlo.
Sus dudas hacia la razón o, mejor dicho, su búsqueda de un agujero negro en la razón occidental, guiaba su estética. En una época que confiaba en los avances revolucionarios de la técnica los escritores de ficciones recurrían al horror que los avances científicos podían producir en los hombres o a la persistencia de espíritus maléficos y arcaicos (Holmberg es un exponente de los primeros, Lovecraft de los segundos, aunque posteriores a Poe). Edgar Allan era diferente: confiaba en la ciencia, no en el método científico; confiaba en los avances, no en el uso que los humanos pudiéramos darle.
(Dicho sea de paso: él también fue el primero en postular los agujeros negros, aunque no eran como los conocemos hoy).
Muchos de sus cuentos pueden leerse a la luz del impulso a la perversidad: las mutilaciones a gatos negros, los crímenes y su posterior confesión, los desentierros de novias muertas. Y así. Su propia vida puede leerse bajo esa luz: el alcoholismo, la afición al juego, la forma misteriosa en que murió.
Renovador de la novela gótica, precursor del estructuralismo, tuvo un reconocimiento tardío y un buen 7 de octubre de 1849 murió después de cuatro días de agonía. Se dijo que de inflamación cerebral, que era un eufemismo elegante de intoxicación por alcohol.
Brindemos por Poe, creador de personajes que nos hacen el favor de vivir existencias miserables sólo para que nosotros pasemos un buen momento de belleza.